Trump se está quedando sin amigos políticos
El estratega en jefe del presidente Donald Trump, Steve Bannon, está fuera de la Casa Blanca, dijeron a CNN este viernes dos funcionarios de la administración.
Donald Trump nunca fue parte del grupo popular de Washington.
Sin embargo, el presidente está perdiendo rápidamente los pocos amigos que tenía en la capital, tras un periodo extraño en el que ofreció cobijo a los supremacistas blancos e inició una guerra de palabras con Corea del Norte, dejando a los aliados del partido en el fuego cruzado.
nullEl jueves trajo reproches de dos prominentes senadores republicanos y un miembro de la altamente influyente familia Murdoch, firmes defensores del presidente.
Bob Corker, uno de los senadores republicanos más respetados, que ha intentado mantener abiertos los canales a la Casa Blanca y alentar a Trump hacia una política exterior más convencional, se descargó con él de manera espectacular.
El presidente del comité de relaciones exteriores del Senado no es adepto a los arrebatos y piensa cuidadosamente antes de entregar un análisis. Así que su crítica de que el presidente no ha mostrado suficiente estabilidad, competencia o entendimiento del carácter de la nación que lidera fue devastadora.
El senador por Carolina del Sur Tim Scott era otro aliado de Trump que había estado luchando con un doloroso dilema político y moral. Pero él también rompió filas el jueves, diciendo que no podía defender lo “indefensible” a la luz de los comentarios de Trump sobre las manifestaciones de la alt-right en Charlottesville.
Scott, el único senador republicano negro, sugirió que Trump había despilfarrado la autoridad moral de su puesto, un bien crucial para reunir a la nación en un momento de crisis o de tragedia nacional que también ayuda a sostener el poder de cualquier presidencia.
Otra señal del creciente aislamiento de Trump llegó el jueves por la noche. James Murdoch, el CEO de 21st Century Fox e hijo de Rupert Murdoch, quien es uno de los asesores informales más cercanos a Trump, escribió un correo fulminante denunciando la reacción del presidente a la manifestación supremacista blanca y la violencia que suscitó.
"Ni siquiera puedo creer que tengo que escribir esto: enfrentarse a los Nazis es esencial; no existen los nazis buenos”, escribió Murdoch. “O pertenecientes al Klan, o terroristas. Los demócratas, republicanos, y otros deben concordar sobre esto, y no compromete nada para ellos que lo hagan”.
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Sus palabras cortantes fueron un claro indicio del daño que generó Trump con su conferencia de prensa desatada del martes, en la que equiparó a los racistas y opositores en Charlottesville y ofreció un vistazo impactante de sus creencias y temperamento.
La salida de dos senadores siguió a la estampida de los CEOs de Trump que sirvieron en los consejos de asesores de la Casa Blanca, entre el temor de que sus marcas se vieran manchadas por su asociación con el presidente.
Todo esto dejó a Trump cada vez más solo y cada vez más dependiente de sus electores, quien lo sostienen en momentos de controversia autoinfligida e indignación, quienes podrían no ser representativos de una base suficientemente amplia en la que pueda crear una presidencia exitosa.
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Corkery Scott se han visto lentos para unirse a las filas de los críticos de Trump. Corker, por ejemplo, estaba en la lista del presidente para convertirse en vicepresidente o secretario de estado. Y si bien él advirtió en mayo que la Casa Blanca estaba en una “espiral descendente”, no ha sido fijo en el coro de críticos de Trump que incluye a los senadores de Arizona John McCain y Jeff Flake.
Las tensiones en el congreso tienen un costo político
Las reprimendas de Corker y Scott también hace notar un problema político inminente que Trump ha exacerbado con su comportamiento reciente.
El presidente de por sí contaba con pocos amigos en el senado, una realidad que se hizo aparente en su intento fallido de derogar y reemplazar Obamagate que dejó pocas dudas de que casi ningún senador le teme o venera.
Y si busca hacer promulgar su agenda política ambiciosa que incluye temas como la reforma fiscal y un programa masivo de infraestructura, o influir en la legislación de los senadores republicanos en estos temas, necesitará reparar sus relaciones tóxicas con los miembros del GOP de la cámara, si bien no menos importante su enemistad con el líder de la mayoría en el senado Mitch McConnell.
Cada legislador está consciente de las presiones políticas que pesan sobre ellos en sus distritos y estados. El hecho de que Corkery Scott se sintieron capaces de hablar podría denotar problemas para la fortuna política de Trump.
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También podría reflejar la caída del entusiasmo para el presidente, entre los electores de base. Si bien el 83% de los republicanos aprueban la labor que el presidente hace en la última encuesta de CNN de la semana pasada, existen indicios de que el número de votantes que aprueban fuertemente está comenzando a disminuir.
De algún modo no es sorprendente que los republicanos se sientan libres de criticar al presidente. Su presidencia ha estado en crisis casi desde el primer día. Sus ratings de aprobación son los más bajos de cualquier presidente moderno en una etapa similar y su campaña se enfrenta a una investigación especial sobre las afirmaciones de colusión con un servicio de espionaje extranjero. Solo la economía resiliente que continúa sacando buenos números podría evitar una caída en picada por completo. Las implicaciones de los comentarios de Corker el jueves son asombrosas.
Llevado a su conclusión lógica, las afirmaciones, de ala boca de un amigo, sugieren que el presidente simplemente no es apto para el puesto.
"El presidente aún no ha sido capaz de demostrar la habilidad o la competencia que necesita demostrar para ser exitoso”, dijo Corker, de acuerdo con un video publicado por el sitio de noticias local Nooga.com.
Las críticas de Scott y Corkerson parte de una tendencia de reducción que se ve en el círculo de influencia de la Casa Blanca y las relaciones políticas de Trump mientras la Casa Blanca cae cada vez más en el aislamiento y la crisis.
Los ahora disueltos consejos de asesores en los que los CEOs servían podrían haber sido poco más que esfuerzos de relaciones públicas, pero su caída fue un golpe para Trump que disfrutaba con reunir a los titanes corporativos para hablar de negocios y tener oportunidades de foto en las que estelarizaba.
De muchas maneras, tras siete meses poco productivos en el poder Trump de nuevo se está convirtiendo en lo que siempre ha sido, un extraño.
Su círculo interno de la Casa Blanca es cada vez menor, después de la salida del jefe de personal Reince Priebusy el secretario de prensa Sean Spicer , criaturas del establecimiento republicano de Washington D.C. hay rumores de que otro de los últimos en llegar a la campaña de Trump, su alter ego ideológico Steve Bannon también podría estar por salir.
Esta semana, Trump, falló en atraer a una grande figura a la Ala Oeste llamada Hope Hicks, una de sus asistentes más leales, como directora de comunicaciones interina.
En otra señal de su aislamiento, el presidente, incluso cuando sale de la Casa Blanca, casi no pasa tiempo fuera de su zona de confort en propiedades de la marca Turmp. Ha pasado largo tiempo en su resort de Mar-a-Lago en Florida y Bedminsteren Nueva Jersey. Si sale en Washington, usualmente es al hotel Trump en Pennsylvania Avenue. Si está en la Casa Blanca el fin de semana, usualmente va a su campo de golf a la orilla del Potomac en Virginia.
Probando los límites de una estrategia poco ortodoxa
Los horizontes políticos estrechos de Trump también se reflejan en su estrategia política. En muchas maneras, su comportamiento incontrolado e impredecible de la semana pasada nos hace recordar el carácter que lo hizo tan popular con los electores desafectos del centro.
Al iniciar peleas políticas por el estatus de monumentos confederados entre las repercusiones por sus intervenciones sobre Charlottesville, él está hablando de temas que son importantes para cierto sector de la base conservadora republicana.
La próxima semana, el presidente regresará a los brazos de sus electores principales, en el que se espera sea una reunión estridente en Arizona.
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Su discurso seguramente lo posicionará como el campeón anti-establishment de los electores que vilipendian a Washington. Así que, si bien el rechazo de los senadores como Corkery Scott son dañinos a sus esperanzas de lograr hacer las cosas, en realidad ofrecen una medida de validación en un contexto político distinto.
Muchas partes de la vida y carrera de Trump estresan que el presidente nunca ha sido el tipo de persona que cultiva una gran red de amistades políticas cercanas. Y él da la impresión de que las únicas personas que no son reemplazables son aquellas en su círculo familiar.
Desde el inicio de su ascenso como un prometedor, audaz y joven en los bienes raíces de Queens, Trump fue rechazado por las élites de Nueva York y visto como un publicista descarado. Nunca fue parte del grupo de empresarios al que cortejó como presidente.
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Pero su experiencia en el rechazo ayuda a explicar la conexión extraña que formó con la clase obrera, los electores del centro que se sintieron excluidos de los impulsos económicos desatados por la globalización y la recuperación económica tras la crisis de 2008.
Su entendimiento instintivo de los demás “de fuera” ha ayudado a formar su feroz ataque contra el establecimiento, lo que lo convirtió en presidente.
Pero lo dejó con una serie de enemigos políticos que hizo que los amigos que tenía en Washington fueran aún más importantes. Por lo que los reproches de Corkery Scott podrían ser aún más dañinos de lo que aparentan ser.