El 'Wache': el narco que quería montar un negocio y asesinaba a migrantes
Édgar Huerta Montiel, el Wache, presunto coordinador del secuestro y posterior asesinato de 72 migrantes centro y sudamericanos en San Fernando, quiso expiar sus pecados al convertirse en un "santo" entre narcotraficantes.
Ante una cámara de video de la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP), el lugarteniente del grupo delictivo de Los Zetas en aquel municipio del norteño estado de Tamaulipas, confesó que antes de su detención realizó un viaje a La Habana, Cuba, para realizar un ritual de santería cubana.
"¿Y crees que te sirvió?", cuestiona en el video una voz distorsionada. "No", contesta afligido el joven de 22 años, originario de La Huacana, en el céntrico estado de Michoacán.
Huerta Montiel fue arrestado la semana pasada en Fresnillo, Zacatecas, en el occidente del país. Fue soldado durante un año y se integró a las filas del crimen organizado en 2008, cuando trabajó como informante para Los Zetas en la ciudad de Morelia.
"Yo pensaba juntar un dinero para un negocio y luego salirme", dice el Wacho en su declaración. Confiesa que durante sus dos años y medio como delincuente coordinó el secuestro de los dos camiones de carga en los que viajaban clandestinamente los migrantes.
Asesinó al menos a 10 migrantes secuestrados y ordenó privar de la libertad a los pasajeros de seis autobuses en San Fernando, a quienes trasladó a casas de seguridad donde eran torturados para obtener información e indagar si colaboraban para el cártel del Golfo, la organización rival.
Órdenes para matar
Según él, las órdenes provenían de Heriberto Lazcano Lazcano, el Lazca, líder de Los Zetas. “Todos los días llegaba un autobús y todos los días bajaban a la gente y los investigaban. Los que no tenían nada que ver los soltaban y los que sí los mataban”, cuenta.
En agosto de 2010, marinos encontraron en San Fernando los cadáveres de 58 hombres y 14 mujeres originarios de Brasil, Guatemala, Honduras, El Salvador y Ecuador.
El hombre asegura que los migrantes asesinados formaban parte de las fuerzas del cártel del Golfo, y que fueron reclutados por órdenes de Samuel Flores Borrego, el Metro 3, ex agente judicial y lugarteniente de esa organización en la frontera tamaulipeca.
Después de trabajar en Guanajuato y Veracruz, El Wacho fue asignado en 2010 como escolta del grupo encabezado por Salvador Alfonso Martínez Escobedo, la Ardilla, jefe regional de Los Zetas en Tamaulipas, y por quien el gobierno federal ofrece una recompensa de 15 millones de pesos por información que lleve a su captura.
El detenido se desempeñaba como jefe de Martín Omar Estrada Luna, el Kilo, encargado de proteger la plaza de San Fernando y revisar los autobuses, detenido el pasado 16 de abril por la Marina.
Huerta Montiel confirmó su participación en lo que las autoridades federales encontraron en abril pasado:47 fosas con al menos 193 cadáveres.
Los Zetas operaban como brazo armado del cártel del Golfo, pero desde hace casi dos años pelean por el control de Tamaulipas para el tráfico de drogas a Estados Unidos.
Etapa de entrenamiento
Durante dos meses, el Wacho recibió entrenamiento en un centro de adiestramiento de Los Zetas en Saltillo, en el norteño estado de Coahuila, según su declaración ante la SSP.
La “diestra”, como él la denomina, es donde aprendió a utilizar fusiles AK-47 y AR-15, que utilizó cuando operó en Sinaloa y Michoacán, donde peleó contra el cártel del Pacífico, encabezado por Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, y La Familia Michoacana.
En distintos puntos del noreste de México se han localizado varias "diestras". El Ejército desmanteló una en abril de 2010 en el poblado de Comales, en Camargo, Tamaulipas, donde aseguró camionetas. En mayo repitió la misma operación en el municipio de Higuera, Nuevo León, donde decomisó un arsenal de cohetes, armas largas y granadas.
En septiembre de ese mismo año, en el municipio de General Treviño, Nuevo León, el Ejército desmanteló otro centro en un operativo en el que murieron 27 personas. En mayo de este año, la Marina abatió a 12 presuntos narcotraficantes en un islote de la presa Falcón, ubicado en Nueva Ciudad Guerrero, Tamaulipas, que servía como centro de entrenamiento y transportación de marihuana a Estados Unidos.