#TodosSomosPolitécnico, la marcha que 'sacó' a Osorio Chong a la calle
Cerca de las 19:00 horas de este martes la letra del Himno Nacional marcó el fin de una marcha estudiantil que rompió con todos los estándares de protesta en la capital mexicana: no hubo encapuchados, pintas, destrozos, ni policías; sí hubo alumnos, profesores, padres de familia, y al final, un inédito diálogo callejero con las autoridades federales.
La marcha inició a las 13:00 horas en las instalaciones del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en el Casco de Santo Tomás —al norte de la Ciudad de México— y casi cuatro horas después llegaba a su destino la Secretaría de Gobernación (Segob), en el centro de la capital.
Ya ahí, en la calle de Bucareli, durante más de una hora se exigió la presencia del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, porque ellos, los estudiantes del Poli, no querían entrar a unas oficinas donde todo es “oscuro” ya que la “prensa vendida no informa bien”.
Para ello una cartulina rota, doblada y sucia sirvió como su acreditación de prensa. Canal 11 y Aristegui Noticias, eran los medios que los estudiantes pedían "obligatoriamente" en su diálogo con Segob. Los excluídos debían ser Televisa, TV Azteca, Cadena Tres y Milenio.
Marcharon más de 50,000, dijeron los mismos organizadores, pero alrededor de 30 “voceros”, unos vestidos de mezclilla, otros con tenis sucios, de lentes, y algunos más con bata blanca, lograron que el segundo hombre más importante en el gobierno de México saliera a la calle para atenderlos.
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Osorio Chong fue recibido con cautela y despedido con aplausos, aunque no faltó alguno que le gritara “represor”.
“Si quieren lo podemos resolver aquí en media hora”, les dijo Osorio Chong, pero como los estudiantes no admitieron “una respuesta al vapor”, se pospuso la cita para el siguiente “viernes 3, a las 3 (pm)” por medio de una votación que duró no más de 30 segundos.
El funcionario subió a un templete. Iba sin saco y con las mangas de la camisa desabotonadas. Debajo se quedó su guardia personal y más atrás de ellos, más de 100 elementos de la policía federal que observaban tras una valla metálica.
Lo primero que pidieron los voceros a todos los estudiantes fue respetar al funcionario ya que ellos “sí tienen educación”. Él, por su parte respondió, con tímidos aplausos los Huelum y Goya que lanzaban los alumnos con un puño cerrado y con su credencial en la otra mano.
Abajo del escenario improvisado por trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) se encontraban resguardados por una valla humana algunos miembros del “Consejo Nacional Politécnico”, quienes deciden las acciones de este movimiento, no importa si tienen 19 años y representan a una Vocacional (escuelas de bachillerato) o si cursan una ingeniería en el nivel superior.
Sus demandas fueron claras y para no dejar cabos sueltos pidieron que las leyera el mismo titular de la Segob : cancelación total y no temporal del reglamento interno, cancelación de los planes de estudio, la salida de los elementos de la policía bancaria industrial de las instalaciones del instituto, y el cese de pensiones vitalicias de exdirectores del IPN, entre otros puntos.
Y aunque no estuvo presente, la más agraviada y recordada fue la directora del IPN, Yoloxóchitl Bustamante, de quien exigieron su destitución. Por supuesto las rechiflas al pasar frente a la Cámara de Senadores eran más fuertes que las cadenas que mantenían unidas las rejas del recinto.
Durante toda la marcha los mismos estudiantes repitieron que “el miedo no anda en burro”, pero también exigieron en su pliego petitorio que no sean objeto de sanciones académicas, administrativas y legales, por participar en este movimiento.
Ahora lo que ellos quieren es apoyo y no confrontación porque dicen, “todos somos Politécnico”, una consigna que se viralizó en las redes sociales y a la que se unieron alumnos de la UNAM, de la UACM; y los trabajadores de la CNTE y del SME durante la marcha, aunque nunca por delante de los burros blancos.
Para el control no bastó mucho, solo una fina cuerda y muchos gritos para detener o evitar que alguien ajeno se metiera a un contingente que en un punto iniciaba en la Torre del Caballito en Reforma y finalizaba cerca del Ángel de la Independencia.
Los más perjudicados fueron automovilistas y trabajadores que no pudieron llegar a tiempo a sus citas por los cortes viales y algunos dueños de negocios que, aunque les gritaban “no somos porros, somos estudiantes”, decidieron cerrar sus puertas por aquello de las dudas.
¿A quiénes les fue bien? A los dueños de OXXO, a vendedores ambulantes que en su carrito de supermercado siguieron toda la marcha con tamales oaxaqueños, raspados, nieves, elotes asados y aguas de a 10 pesos.
Finalmente seis horas después, una firma de “recibido” y la promesa de regresar el siguiente viernes para escuchar la respuesta, sellaron una marcha que inició como todas, transcurrió como pocas y terminó como ninguna en la historia reciente de México.
Pero antes de que eso pase, los ojos estarán puestos en la marcha del 2 de octubre, en donde anticipadamente el mismo grupo de voceros del IPN afirmó se deslinda de todos los hechos que puedan ocurrir durante la conmemoración de la matanza de estudiantes de 1968 y que usualmente termina con violencia.