Eduardo Bohórquez
Nota del editor: Estas entrevistas se publicaron en la edición de la revista 'Obras' correspondiente al periodo julio-octubre.
Director de Transparencia Mexicana e impulsor de la Ley 3 de 3, una iniciativa ciudadana para que todos los servidores públicos presenten su declaración patrimonial, fiscal y de conflicto de interés. Actualmente acompaña la discusión en el Congreso sobre la Ley de Obras Públicas y Adquisiciones.
¿Cuáles son los puntos de vulnerabilidad en el ciclo de vida de una obra pública?
El problema más grande de una licitación pública es que ésta empieza en la campaña electoral. Después están una inadecuada planificación de obras que no identifica la demanda y las necesidades de la población, proyectos que arrancan y se anuncian sin tener las condiciones mínimas para asegurar su viabilidad y terminan en ‘elefantes blancos’.
En la segunda fase de la licitación, de la convocatoria al proceso de licitación, requisitos para favorecer a una empresa o condiciones que dañan la competencia económica, una evaluación inapropiada de las propuestas, falta de transparencia sobre los precios internacionales de los materiales, ajustes inexplicables y, finalmente, la falta de supervisores o auditores capacitados o que son sobornados para que no se cumpla con la calidad establecida en las bases de licitación.
¿Qué acciones se pueden implementar para frenar la corrupción en la obra pública?
Planear programas de infraestructura de manera independiente de las campañas y de intereses particulares, que las bases se publiquen con antelación para que cualquier interesado pueda opinar sobre ellas. Generar acuerdos de integridad con la industria. Otra acción que se ha utilizado en el mundo son las contrataciones abiertas, es decir, que toda la historia del proyecto esté en datos abiertos. Se deben crear buenos inventarios de obra pública, porque muchas veces el 'elefante blanco’ queda ahí y empiezan otro hospital en otra zona porque el otro está cancelado.
Por el lado de las cámaras gremiales, asegurarse de que cuando una empresa violenta los códigos de conducta y las disposiciones legales del país, sea expulsada de la cámara, ese es un principio de autorregulación básico y, por último, que una vez que se detecta un caso de corrupción, sea prontamente sancionado y los responsables reciban una sanción que sea aplicada, además que se puedan recuperar activos.
¿Qué le hace falta a México para avanzar en este tema?
Asumir la responsabilidad histórica de convertir las leyes de obras y de adquisiciones en verdaderos instrumentos anticorrupción y transformar el marco legal en serio. Necesitamos una ley general de obra pública que se aplique en todo el territorio nacional y en los tres poderes, una ley general de adquisiciones, y asegurarnos de que se apliquen a nivel nacional para no dejar resquicios a la corrupción en ningún municipio. Falta también transparentar el ciclo completo de adquisiciones, desde el inicio del proyecto, presupuesto, diseño, hasta la ejecución de la obra.
¿Por qué las obras públicas son un blanco fácil para la corrupción?
La industria de la construcción es una las industrias más afectadas por corrupción en el mundo en el ámbito privado y público, lo que pasa es que en el ámbito privado se llama fraude, no lo llamamos corrupción, y se litiga por la vía civil. La razón porque son más conocidos los actos de corrupción en obras con el gobierno es porque el gobierno es el cliente más importante de las empresas en todo el planeta y porque los proyectos son mucho más grandes. Los actos de corrupción más frecuentes en el sector privado son materiales que no eran los correctos, proyectos que estaban mal diseñados pero que se contrataron permisos.
¿Cómo están asumiendo las empresas esta lucha?
Están empezando una transformación. El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) hace tres años empezó a asumir la responsabilidad que tiene el empresariado, pero la manera en que sabremos si realmente estas acciones gremiales están empezando a surtir efectos es si las empresas cambian, si las constructoras cambian sus políticas, si evitan ser parte de la corrupción y la extorsión por parte de las autoridades y las denuncian. Ahorita lo que está cambiando es el gremio, la cúpula, los consejos gremiales, pero lo que tiene que cambiar es la empresa, y la empresa es la que se encuentra de manera cotidiana y sistemática con el gobierno.