OPINIÓN: Plurinominales, un asunto de calidad más que de cantidad
Nota del editor: Édgar Guillaumin tiene estudios de Licenciatura y Maestría en Derecho Corporativo, cursa un Doctorado en Planeación Estratégica y Políticas de Desarrollo en la Universidad Anáhuac. Cuenta con más de 10 años de experiencia en relaciones gubernamentales e institucionales. Síguelo en su cuenta de Twitter: @guillaumin
(CNNMéxico) — El PRI ha concluido el proceso para solicitar la realización de una consulta popular para eliminar 100 de los 200 diputados plurinominales y 32 de los senadores electos también por el principio de representación proporcional. Ante esto, no tengo la menor duda de que a la pregunta expresa “¿estás de acuerdo en que se eliminen 100 de las 200 diputaciones plurinominales y las 32 senadurías plurinominales?", una avasalladora mayoría contestará un claro y decidido “sí”.
En México existe una gran desconfianza por sus instituciones, en especial, sobre el Poder Legislativo, y para muestra un botón o más bien tres:
Uno, en el reporte de competitividad 2013-2014 que realiza el Foro Económico Mundial, México se sitúa en el tema de corrupción en el lugar 99 de 148, muy por debajo de la media.
Dos, en su reporte de percepción de la corrupción, Transparencia Internacional otorgó a México 34 puntos, mientras que Dinamarca obtuvo la mayor calificación de 90 puntos (a mayor puntación menor corrupción); y, tres, el Barómetro Global de Corrupción de Transparencia Internacional, muestra que 83% de sus encuestados en México perciben una “alta corrupción” en el Congreso.
El Congreso es la institución política que menos confianza genera a la ciudadanía, la cual ha sido testigo de grandes abusos, corrupción, opacidad en el manejo de los recursos y sobretodo una lejanía total con sus representados.
Sin embargo, debo decir que no estoy totalmente de acuerdo con la percepción general que se tiene hacia los legisladores, a lo largo de más de 13 años he tenido la oportunidad de ver de cerca la dinámica del Congreso y he podido conocer diputados y senadores de todos los partidos, de izquierda, de derecha, con posturas conservadores o radicales, de las diferentes latitudes de México, del norte, del sureste, del Bajío... Y debo decir que me he llevado grandes sorpresas, “buenas y malas.
He visto diputados mezquinos, subordinados a su partido político, totalmente alejados de las necesidades y demandas sociales, sin sensibilidad política, sin ninguna moral y en busca solamente de beneficios personales. Pero también he visto —y no han sido pocos— legisladores con un profundo compromiso por México, cercano a su gente, con una gran vocación de servicio y empeñados en dar lo mejor de sí, buscando generar acuerdos y leyes que se traduzcan en beneficios para la sociedad.
Lo anterior me lleva a reflexionar que un verdadero y profundo cambio en el Congreso no debe ser meramente cuantitativo, sino cualitativo. Generar los mecanismos para que aquellos que tengan el altísimo honor de ocupar una curul sean mexicanos comprometidos y cercanos a su gente, para que los debates sean de altura, con argumentos sólidos y no montajes de circo.
No estoy hablando de una utopía, sí es posible crear un Congreso con grandes atributos, pero esto requiere, además de los trabajos de los partidos políticos para presentar como candidatos a sus mejores cuadros, de la activa participación ciudadana a través de exigir transparencia en el manejo de los recursos, rendición de cuentas y resultados a sus diputados.
Empecemos por conocer el diputado o diputada de nuestro distrito.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Édgar Guillaumin.