OPINIÓN: El apoyo de Bernie Sanders, el sello final para Hillary Clinton
Nota del editor: Raul A. Reyes, abogado y miembro del consejo de colaboradores de USA Today, escribe con frecuencia para CNN Opinion. Síguelo en Twitter como @RaulAReyes . Las opiniones expresadas en el artículo son responsabilidad del autor.
(CNN) – Es oficial. Él está con ella.
El lunes por la noche, Bernie Sanders, finalmente hizo lo que a todos los aspirantes a la nominación presidencial les toca hacer. No es fácil y ciertamente es una lección de humildad (pregúntale a Hillary Clinton en 2008). Pero Sanders estuvo a la altura de la ocasión en la Convención Nacional Demócrata y dio un respaldo público y a todo pulmón a su rival Clinton ante un público nacional y la multitud en el Wells Fargo Center en Filadelfia.
El orador más esperado de la noche se tomó un tiempo terriblemente largo en mencionar a Hillary Clinton, lo que probablemente puso un poco nerviosos a algunos asesores de Clinton. Dio las gracias a la señora Obama, a Elizabeth Warren, a sus delegados y colaboradores y donantes, y al pueblo de Vermont, entre otros, antes de finalmente ir al grano. “Con base en su liderazgo e ideas”, dijo, “ Hillary Clinton debe convertirse en presidenta de Estados Unidos”.
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Su discurso astutamente elaborado fusionó los temas familiares de su discurso de campaña con un respaldo a Clinton; y al parecer, a veces, al hacerlo permitía a sus seguidores un último momento de duelo colectivo al finalizar su movimiento. Hubo numerosas tomas a partidarios de Sanders en lágrimas en todo el reciento.
Podría parecer inusual para algunos espectadores la cantidad de tiempo dedicado el lunes en reunificar al partido. Pero recuerda, Sanders fue un fenómeno, y nada acerca de su carrera por la nominación fue convencional. Merecía cada segundo que tomó dirigiéndose a sus partidarios.
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Considera que, pese a toda la prensa negativa dirigida a la convención republicana, Donald Trump ha recibido un rebote en las encuestas nacionales desde la semana pasada. Así que, las grandes cuestiones en la noche eran si Sanders podría llevar a sus seguidores al bando de Clinton, y si la convención demócrata podría montar un espectáculo convincente de unidad del partido. Al menos en el día 1, parece que la respuesta es afirmativa en ambos casos.
Aunque a los demócratas aún tienen heridas que cerrar —como lo demuestran los cánticos de duelo ocasionales de “¡Bernie!” frente a “¡Hillary!”—, hubo diferencias más significativas a la vista entre la Convención Nacional Republicana de la semana pasada y la Convención Nacional Demócrata. A diferencia de la republicana, cada persona que subió al escenario mencionó el nombre de la aspirante de su partido, y con mucha frecuencia. A diferencia de la convención republicana, hubo una mayor diversidad en el escenario esta noche que durante toda la semana en Cleveland. Y a diferencia de la convención republicana, vimos el poder de las celebridades, desde Eva Longoria y Demi Lovato hasta Paul Simon. Lo sentimos, Chachi.
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El lunes por la noche también mostró un agudo contraste con la convención republicana porque muchos de los oradores en el escenario —que incluyeron a una persona con discapacidad, latinos, inmigrantes, y un musulmán estadounidense— representaron a algunos de los mismos tipos de personas de los que Trump se ha burlado. Es más, en lugar de limitarse a dar argumentos contra Trump, orador tras orador dieron argumentos a favor de Clinton. Así es como se deben ejecutar las convenciones, y muestran una planificación inteligente por parte de la Convención Nacional Demócrata.
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Un momento conmovedor de la noche fue la aparición de Karla Ortiz, de 11 años de edad, cuya madre es indocumentada. Puso un toque humano sobre el tema de Clinton y sobre el tema de la inmigración, lo cual sirvió como un recordatorio de que aproximadamente el 38% de los adultos indocumentados en Estados Unidos tienen hijos nacidos en Estados Unidos. Ortiz dio voz a la realidad de la amenaza de deportación como es vista a través de los ojos de un niño.
Quizás el momento más valiente del lunes por la noche —y uno que iluminó Twitter— provino, improbablemente, de la comediante Sarah Silverman. Mientras ella y Al Franken pretendían amenizar la espera antes de la actuación de Paul Simon, ella generó una nueva ronda de abucheos y cánticos con su repentina observación: “¡A la gente de Bernie o que está en contra, están siendo ridículos!”. Tenía razón; y fue refrescante escucharla declarar lo que tantos demócratas habían estado pensando.
Pero fue Michelle Obama quien, sin duda, fue la estrella de la noche. Se las arregló para aplastar a Trump sin mencionar su nombre, y dio argumentos sólidos como una roca sobre Clinton.
“Quiero a un presidente con un historial de servicio público”, dijo, antes de señalar, a medida que describía la notable evolución del país, que se despierta todos los días en una casa construida por esclavos. Michelle Obama dio el argumento clave de que el presidente tiene un impacto en nuestros hijos, que es algo que los votantes indecisos necesitan escuchar. Mostró contención y clase al no bromear o hacer referencia a Melania Trump. Muy sabia y ademas con gracia.
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A continuación: Elizabeth Warren, cuyo trabajo fue algo parecido a salir después de Beyonce. Fue tan directa y persuasiva como de costumbre, al señalar la falta de un plan para el país por parte de Trump, y destacó su oposición al salario mínimo y a reducir las deudas estudiantiles. Sin embargo, le fue difícil aparecer después de la Primera Dama y, tras un discurso tan inspirador, el suyo se sintió un poco plano.
Si hubo algo malo en el programa de la noche del lunes, fue que tal vez Michelle Obama debería haber sido programada al final. A pesar de que la aprobación de Sanders era necesaria y muy esperada, el discurso de la señora Obama fue el verdadero jonrón. Su discurso fue para la historia , y debería haber cerrado el día 1.
Aún así, la generalidad de mensajes de inclusión y esperanza de esa noche probablemente dejaron a muchos espectadores sintiéndose más optimistas que lo que se sentían después de ver la sombría convención republicana.
En efecto, hubo preocupaciones legítimas de que la Convención Nacional Demócrata no iniciara con la armonía que la campaña de Clinton imaginó.
Sin embargo, como se vio después, las lecciones del primer día de la convención demócrata de 2016 parecen ser que son una estridente, aunque un poco disfuncional, familia.