OPINIÓN: ¿La marcha de las mujeres en EU puede transformarse en un movimiento?
Manifestaciones
Exigen sus derechos
Solidaridad
Temores
Sororidad
Nota del editor: David Gergen es analista político sénior de CNN y fue asesor de cuatro presidentes de Estados Unidos. Da clases de Servicio Público y es uno de los directores del Centro de Liderazgo Público de la Escuela Kennedy de Harvard. Síguelo en Twitter como @david_gergen. Martha Pease da asesoría en estrategias corporativas, mercadotecnia y crecimiento transformador a empresas de la lista Fortune 100 y a líderes empresariales. Escribió el libro Think Round. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(CNN) — Ciertamente fue un momento mágico: cientos de miles de mujeres que llegaron el sábado pasado, hora tras hora, a The Mall en Washington procedentes de varias ciudades de Estados Unidos e incluso hubo unas cuantas procedentes de grandes ciudades del extranjero. Según el diario estadounidense The Washington Post , millones de mujeres marcharon para defender sus derechos y los de los demás en una de las manifestaciones más grandes de los últimos años.
Pero este bien podría ser más que un momento en el tiempo. Es probable que Donald J. Trump haya logrado algo que Bernie Sanders, Hillary Clinton o Barack Obama no pudieron lograr: inspirar la creación de un movimiento progresista que se resista en masa a un país que va en retroceso.
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No hay lugar a dudas de que esta Marcha de las Mujeres (con toda su emoción, su inspiración y su gloria) les ha dado a millones de mujeres y hombres la esperanza de que su sueño de un Estados Unidos incluyente y compasivo se proteja y florezca. Ahora comienza el verdadero trabajo duro.
"Fue realmente asombroso", escribió una de las participantes transmitiendo el sentir de muchas. "La gente está asqueada, enojada. Esto fue más que un momento. Fue una experiencia comunitaria asombrosa. Todos fueron amables con los demás. Creo que mucha más gente se involucrará en la política, particularmente gente joven".
Claro que aún hay muchos incrédulos. Otra participante nos escribió que era poco probable que esto generara un cambio real. "Necesitamos mantener la antorcha encendida", agregó.
nullLa tendencia entre los republicanos fue minimizar la importancia de la marcha. El senador Rick Santorum señaló en CNN, por ejemplo, que las mujeres habían hecho muchas marchas y que el Congreso casi no había puesto atención.
El día de la marcha, el presidente Trump decidió no decir nada (cosa extraordinaria). Su nuevo equipo de la Casa Blanca no emitió ninguna declaración en su nombre y Trump solo envió un tuit en todo el día, relacionado con su visita a la CIA esa tarde.
Se podría pensar que podrían haber invitado a algunas de las manifestantes al salón Roosevelt para charlar tranquilamente sobre sus temores con el presidente y su hija Ivanka, quien será su asesora en el tema de la educación y el empoderamiento de las mujeres y las niñas. Como pasó con el discurso de toma de posesión, dejaron ir otra gran oportunidad para levantar puentes.
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Pero al hablar con las mujeres que se dieron cita en Washington, D.C., quedó claro que dieron por perdido a Trump y a su equipo dominado por hombres. A muchas les desconsoló que Hillary perdiera y desde entonces han estado casi en duelo.
Temen profundamente que se revoque la sentencia del caso Roe contra Wade y que perderán no solo el control sobre su cuerpo, sino sobre sus derechos y destinos básicos. Este temor trasciende al género: temen que con el tiempo se erosionen los derechos de todos los ciudadanos vulnerables.
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Hace varias semanas decidieron levantarse y luchar y les llenó de alegría saber que muchas otras mujeres (y muchos, muchos hombres) se les unieron espontáneamente. Las escenas más conmovedoras fueron las de las mujeres de 50 y tantos o 60 y tantos años que llegaron con sus hijas, de mujeres que llevaban carriolas, algunas mujeres en sillas de ruedas y hombres con gorras rosadas. La marcha pareció una catarsis enorme; descubrir, con asombro e inspiración, que tienen montones de aliados.
La forma en la que se dio todo esto tiene cierto folclor. El día siguiente a las elecciones, una abogada jubilada de Hawaii, de nombre Teresa Shook, creó una página en Facebook en la que propuso una marcha en la toma de posesión de Trump. Según la revista Vogue , "se fue a dormir y para cuando despertó, vio que 10,000 personas se habían unido al plan".
Otra mujer, de nombre Bob Bland, publicó un llamado similar en Facebook y obtuvo resultados rápidamente. Ambas son blancas y se pusieron en contacto con afroestadounidenses, musulmanas, latinas y otras para que les ayudaran a organizar. Como ocurrió en la plaza Tahrir, la tecnología desató el poder de las pasiones contenidas.
nullLa cuestión ahora es si las manifestantes pueden transformar ese momento mágico en un movimiento y cómo sería si lo logran. Ciertamente hay bastantes líderes, jóvenes y mayores, que quieren participar. Tan solo basta con escuchar los discursos que Gloria Steinem, America Ferrera, Elizabeth Warren, Cory Booker y otras personalidades dieron el 21 de enero.
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Saben que será difícil, que hay que recaudar dinero, que hay que resolver las tensiones internas, que las pasiones deben contenerse y que Trump y sus aliados en el Capitolio tienen la ventaja. Lograr un cambio fundamental puede tomar una generación o más, como lo descubrieron las defensoras del derecho al voto hace más de un siglo y medio .
Pero hoy las cosas son diferentes. Las mujeres sienten más que nunca su derecho de defenderse ante los hombres que las quieren llevar al pasado. Como nos dijo una de las manifestantes: "Trump representa a todos los hombres que tratan de someternos. Nos lo recordará cada día durante los próximos cuatro años". Luego, agregó: "Ese es un objetivo increíblemente motivador".
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Una de las manifestantes llevaba un letrero en el que se leía: "Hagamos que Estados Unidos sea compasivo otra vez", objetivo de mayor trascendencia de cara a la visión oscura que Trump tiene sobre un país que chapotea en un aislacionismo egocéntrico.
Cientos de miles de mujeres se comprometieron a protegerse y a apoyarse durante la marcha… y pretenden seguir haciéndolo en los próximos años. Estas motivaciones pueden cambiar las cosas de ahora en adelante.
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