Publicidad
Publicidad

OPINIÓN: Si Holanda ya resolvió el problema de las inundaciones, ¿por qué EU no?

A los holandeses las confunde que los estadounidenses parezcan renuentes a aplicar las lecciones que han aprendido con otras tormentas, opina Frida Ghitis.
mié 30 agosto 2017 10:35 AM
Harvey
Harvey Parece que la causa de que EU no aprenda de las inundaciones es una combinación de negación del cambio climático y preferencia por un gobierno con menos intervención. (Foto: JONATHAN BACHMAN/REUTERS)

Nota del editor: Frida Ghitis escribe sobre asuntos internacionales para el diario estadounidense The Miami Herald y de la publicación World Politics Review; fue productora y corresponsal de CNN. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.

ÁMSTERDAM (CNN) — Hace más de diez años, cuando el huracán Katrina golpeó a Nueva Orleans, yo estaba fuera del país, mirando las imágenes angustiantes en Ámsterdam, ciudad que se sitúa a poco más de dos metros bajo el nivel del mar en un país que ha sufrido su buena cuota de muerte y destrucción a causa de tormentas intensas.

Ahora, una vez más, en los noticieros nocturnos de Holanda se ve el sufrimiento en Estados Unidos. Los holandeses miran las historias que les cuentan los reporteros holandeses empapados en Texas: ancianos evacuados, familias con niños pequeños y mascotas trasladándose a un sitio seguro mientras sus posesiones se hunden en la inundación épica que Harvey trajo consigo. Pero más allá de sentir compasión, la gente se pregunta por qué los estadounidenses parecen tan renuentes a aplicar las lecciones que Holanda aprendió… a un precio tan alto.

OPINIÓN: Lo que Houston puede aprender de 'Katrina'

En la mayoría de los reportajes sobre el desastre se habla de por qué Holanda, país que en gran parte yace bajo el nivel del mar, se las ha arreglado para evitar una inundación de importancia en varias décadas, mientras que Estados Unidos sufre una catástrofe más.

La respuesta, más allá de los detalles técnicos precisos que los expertos holandeses explican, tiene que ver con la cultura, la política y la psicología.

Publicidad

Estados Unidos está en negación.

Esta negación entra en dos categorías. Primero, está la negación del cambio climático. Antes de meterse a la política, Donald Trump tuiteó que el cambio climático era una conspiración contra Estados Unidos; afirmaba que "el calentamiento global es un invento de los chinos para que la manufactura estadounidense deje de ser competitiva".

Desde que asumió la presidencia, Trump sacó a Estados Unidos del Acuerdo de París, desintegró su consejo para el cambio climático y aparentemente rechazó gran parte de los datos científicos ampliamente aceptados. Los científicos, específicamente los meteorólogos, predijeron gran parte de las consecuencias de Harvey aunque Trump afirmó que nadie sabía lo terrible que sería .

La realidad es que siempre ha habido huracanes, pero se han vuelto más destructivos a causa del calentamiento de las aguas y del aumento en el nivel del mar. El huracán Sandy no habría inundado Manhattan hace cien años, cuando el nivel del mar era 30 centímetros menor . Y esta tendencia seguramente empeorará.

Lee: Harvey es mucho menos dañino que Katrina

La otra forma de negación es psicológica. Es la del "esto no me pasará a mí, a nosotros". A pesar de que es seguro que haya tormentas con mayor potencial destructivo, no ha habido un esfuerzo concertado para abordar el problema. De hecho, el gobierno está reduciendo las regulaciones de protección de infraestructura ante las inundaciones sin una oposición significativa.

Además de la negación, Estados Unidos, particularmente en la derecha de la gama política, tiene una aversión generalizada al gobierno. Ronald Reagan alguna vez dijo que "las palabras que más miedo dan son: 'soy del gobierno y vengo a ayudar'".

Lee: Tras Harvey, el abandono es un riesgo para Texas

Pues resulta que hay algunas cargas que solo el gobierno tiene la fuerza para cargar. Los holandeses aprendieron que combatir al mar es una de ellas.

La llamada de atención llegó en 1953, cuando una gran tormenta mató a más de 1,800 personas e inundó gran parte del país, dañó tierras de cultivo, mató ganado y destruyó propiedades.

Inmediatamente después, Holanda estableció una comisión para decidir cómo lidiar con la amenaza de tormentas posteriores. La comisión ideó un plan que se consagró en una ley que especifica qué grado de riesgo es tolerable. La llamada Ley Delta se promulgó en 1959 y se reformó para crear la Ley de Aguas en 2009. Por disposición de ley, el gobierno emprendió un importante proyecto de ingeniería con un costo muy elevado: la construcción del hoy famoso Plan Delta, un sistema de esclusas y sistemas de protección contra inundaciones que terminó de construirse en 1997.

En vez de esperar a una supuesta tormenta que solo ocurre cada cien años (que ahora se dan con mayor frecuencia), los holandeses redujeron el riesgo para protegerse de una tormenta como la que puede ocurrir cada 4,000 años, según sus cálculos. La ley incluso exige que las autoridades consideren un riesgo de 10,000 años en algunas partes del país.

Hoy, los sistemas incluyen la contención del agua y, simultáneamente, dirigirla hacia canales y otros cuerpos de agua en los que los técnicos pueden regular el nivel.

El costo original del Plan Delta fue de 5,000 millones de dólares ; fue una fortuna, pero es una ganga si pensamos en lo que cuesta no hacer nada. Hay que compararlo con Katrina, una tormenta que afectó a Estados Unidos y que según la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias de ese país (FEMA, por sus siglas en inglés), costó 108,000 millones de dólares y causó gran sufrimiento.

Cuando se habla de la situación en Houston, los expertos holandeses señalan que la infraestructura de Estados Unidos no tiene buen mantenimiento y que los riesgos tolerables no están definidos en la ley.

Sin embargo, reconocen que no hay garantías. Piensan que la tragedia de Houston es una razón más para mejorar la infraestructura holandesa. Después de todo, se espera que el nivel del mar —que de por sí ya es mayor a la elevación de la ciudad de Ámsterdam— aumente hasta 1.2 metros para finales de este siglo.

Ante un riesgo tan grande, no hay cabida para la negación. Los electores y los políticos holandeses saben que jugar a la política con esto es simplemente inaceptable.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad