OPINIÓN: Las candidaturas que nos eligen
Nota del editor: Martín Gou estudió Ciencia Política en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Síguelo en Twitter en @FMGou . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) – Los resultados del Latinobarómetro han dado mucho de qué hablar sobre el estado de nuestra democracia. Sin duda, el hecho de que el 18% de las y los mexicanos (la media para América Latina es de 30%) se muestre aunque sea algo satisfecho con el funcionamiento de nuestra democracia, y que su confianza en los partidos políticos sea de tan solo 9% (la media para América Latina es de 15%), constituye un motivo suficiente para preguntarnos cómo llegamos hasta aquí.
Lee: La carrera presidencial arranca en las encuestas
Uno de los síntomas para entender ese desencanto con nuestro sistema democrático se encuentra en los métodos de selección de candidaturas de los partidos políticos. Producto del neodestape de hace algunos días, revivió el debate sobre cuál proceso de selección es más o menos “democrático”.
Ya sea si lo decide un grupo de simpatizantes y militantes en pleno uso de su razón, o las cúpulas partidistas de una alianza que amenaza todos los días con caerse o la cabeza del partido, el énfasis sobre qué tan democrático es el método se ha centrado en el número de personas involucradas en la selección.
Sin embargo, vale la pena evaluar los métodos para elegir candidaturas con base en sus resultados –al final, son el reflejo de lo que los partidos buscan representar–. La pregunta que tengo en mente es: ¿Por qué los procesos de selección permiten candidaturas de personas que, al momento de estar involucradas en alguna situación incómoda o en un crimen, resultan tener pasados inimaginablemente tenebrosos? Es decir, puede haber candidatas o candidatos que consideremos inexpertos, populistas, ignorantes o fascistas, pero, dados los ensimismados métodos de selección de los partidos políticos, resulta legítimo cuestionarse si realmente no saben del modus vivendi de sus elegidas y elegidos o si eso es parte de lo que buscan.
Lee: Meade y las 3 'pedradas' a AMLO en su registro en el PRI
El argumento no es nuevo: juzgar la libertad de votar cuando no se tiene injerencia alguna en la selección de las candidaturas y cuando estas, a su vez, representan abiertamente intereses cuestionables. En este sentido, hay otro dato del Latinobarómetro que vale la pena retomar, respecto a la pregunta “En términos generales, ¿diría usted que México está gobernado por unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio, o que está gobernado para el bien de todo el pueblo?” El 90% de las y los mexicanos (la media de América latina es de 75%) piensa que se gobierna para un grupo de poderosos.
Si bien contamos con un sistema multipartidista donde los partidos eligen libremente sus métodos para seleccionar candidaturas, pareciera que dichos métodos están diseñados para representar, en buena parte, los intereses de la misma clase política.
Las posibles candidaturas presidenciales son un buen ejemplo. Por ahora las opciones serían: un candidato que representa la experiencia de dejar pasar sin mancharse las manos, otro que tiene una tercera vez para intentarlo (ahora como “populista”), una alianza electoral que existe sin candidatura y una posible candidatura independiente que más bien es apartidista al menos, por ahora.
OPINIÓN: Candidaturas ¿independientes?
Además, todas estas posibles candidaturas cuentan con un común denominador: buscan venderse como si estuvieran fuera del sistema; en otras palabras, mostrarse como candidaturas “ciudadanas” que se distancian del medio donde se generaron.
De esta forma no es difícil imaginar que el desencanto percibido por el Latinobarómetro refleja, en parte, la frustración de querer creerle a una opción y tener 20 años de experiencia (en casi cualquiera de ellas) para no hacerlo.
Lee: Meade vs. AMLO: los aspectos clave de cara al 2018
Los procesos de selección de candidaturas forman parte de la vida democrática de los partidos; su componente democrático se encuentra justo en la libertad que tienen para elegir el método y nos muestran una radiografía de lo que buscan representar. Al proponer candidaturas que pretenden ser más “ciudadanas” que otras, estas dejan ver el verdadero problema: han estado representando a alguien más.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión