Un dispositivo revive los corazones de gente que murió
Un dispositivo ha probado ser efectivo para reanimar el corazón de pacientes que han muerto recientemente y promete ser de ayuda para personas que requieren un trasplante.
El "corazón en una caja", como se le ha llamado, es un dispositivo creado por la empresa Transmedics de Massachusetts, Estados Unidos. Consiste en un carro con ruedas, con tanque de oxígeno, una cámara esterilizada y tubos que se conectan al corazón y por los que se envía sangre y nutrientes.
Dentro de la caja el corazón se mantiene en funcionamiento hasta que es trasplantado.
El sistema ha funcionado en al menos 15 trasplantes realizados en Australia y Reino Unido, de acuerdo con el MIT Technology Review, publicación del Instituto Tecnológico de Massachusetts, que este martes da a conocer este desarrollo.
El "corazón en una caja" también ha permitido innovar la forma en que se realizan estos trasplantes, ya que la técnica ha sido retirarlos de pacientes que presentan muerte cerebral, debido a que los de personas que murieron eran considerados como dañados.
Así es como mantiene al corazón latiendo:
Médicos del hospital de St. Vincent en New South Wales, Reino Unido, describieron este año tres casos del uso de la caja a la publicación The Lancet.
El grupo señaló que en los casos esperaron dos minutos después de que el corazón de su persona se detuvo para removerlo. Tras 20 minutos, terminaron de ponerlo en el dispositivo y comenzó a bombear otra vez.
El sistema cuesta unos 250,000 dólares (unos 4 millones 200,000 pesos) y aún está pendiente su aprobación en Estados Unidos. La doctores detrás de él señalan que podría incrementar el número de corazones donados entre 15% y 30%.
Sin embargo, ha generado discusiones de aspecto ético sobre cuánto debería esperarse para retirar un corazón de un paciente muerto o si esto debe hacerse.
“¿Cómo puedes decir que es irreversible cuando la función circulatoria se restaura en un cuerpo diferente? Solemos dejar pasar eso porque queremos trasplantar estos órganos”, señaló Robert Truog, especialsta en ética médica de la Universidad de Harvard, citado por la publicación.