La mascota presidencial: otra antigua tradición que los Trump rompieron
Él hizo campaña y ganó con la promesa de sacudir a Washington. Ahora, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, nuevamente está rompiendo la tradición en un asunto más personal: tener una mascota en la Casa Blanca.
La ilustre tradición de tener mascotas en la Casa Blanca data de la época de Thomas Jefferson, quien tuvo un ruiseñor y una pareja de cachorros de oso durante su presidencia. A lo largo de los años, las mascotas presidenciales se volvieron un tipo de celebridades.
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"Esto suaviza su imagen, amplía su atractivo", dijo a CNN Ed Lengel, jefe de historiadores en la Asociación Histórica de la Casa Blanca. "Les ayudan a crear una atmósfera familiar en la Casa Blanca, un lugar vivo y no únicamente un rígido museo, sino un lugar en el que una familia vive, juega y disfruta la compañía de otros".
Para ser un presidente consciente de la imagen, Trump parece tener poca prisa para añadir un amigo peludo a la progenie de la Casa Blanca, haciendo que la suya sea la única familia en la historia presidencial moderna de Estados Unidos que no tiene una mascota.
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"No hay planes en este momento" para añadir una mascota a la primera familia, dijo a CNN Stephanie Grisham, directora de comunicaciones del Ala Este de la Casa Blanca.
Trump tenía un perro poodle, Chappy, con su primera esposa, Ivana, quien escribió en su libro de memorias, Raising Trump" ("Criando a Trump"), que "Donald no era un fanático de los perros".
"Cuando le dije que llevaría a Chappy conmigo a Nueva York, él dijo: 'No'", escribió ella. "'¡Somos Chappy y yo o ninguno!, insistí y eso fue todo".
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Chappy, dijo ella posteriormente, "tenía la misma aversión hacia Donald".
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