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Cadenas productivas: ¿qué hacer en caso de pandemia?

Contar con procesos flexibles será de gran ayuda para afrontar esta situación.
jue 19 marzo 2020 10:28 AM
White face mask with a map of the world is lying on a green background
A mediano plazo, la crisis derivada de COVID19 podría representar una oportunidad para detectar fallas en las cadenas de suministro.

Por René Nájera, socio de Riesgo Estratégico de Deloitte México
y Manuel Nieblas, socio líder de la Industria de Manufactura de Deloitte México

Las medidas que se han aplicado en China para contener la propagación del coronavirus (COVID-19) han impactado el ritmo productivo en ese y otros países. Contar con procesos flexibles será de gran ayuda para afrontar esta situación.

Aplicar rayos ultravioleta y altas temperaturas a los billetes fueron algunas de las acciones que el gobierno de China decidió llevar a cabo, a mediados de febrero, para evitar la propagación de COVID-19 en esa nación.

Sin embargo, la afectación al dinero físico es una cuestión de menor relevancia, sobre todo si consideramos que la epidemia surgida, a finales de 2019, en la ciudad de Wuhan, ha impactado algo todavía más sensible: las cadenas de suministro.

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De acuerdo con el Banco Mundial, una cadena de suministro o productiva:

Es un sistema de recursos, organizaciones, personas, tecnologías, actividades e información involucrados en el acto de transportar bienes del productor al consumidor y usuario
Banco Mundial

Esta situación, se prevé, no solo traerá problemas para la producción y economía chinas, sino para los procesos productivos globales, debido a la interconexión de las industrias de todo el mundo y al importante papel que ocupa el gigante asiático en la producción manufacturera.

Hoy, China es la segunda mayor economía del mundo, después de los Estados Unidos. Desde el punto de vista del mercado, ocupa un papel preponderante, debido a sus altos niveles de consumo (gran parte de las exportaciones automotrices de muchos países se dirigen hacia esa nación).

Bajo la óptica de la producción es el principal exportador de mercancías (2,490 millones de dólares, en 2018), de las cuales, 93.6% corresponden a la industria de la manufactura, según datos del Banco Mundial.

Ahora bien, de manera específica, ¿Cómo ha impactado el COVID-19 a la industria manufacturera china? En Deloitte, consideramos que la principal afectación ha sido que, debido a las medidas de contención de la enfermedad en ese país, la gente ha dejado de asistir a sus lugares de trabajo, por lo tanto, los procesos productivos se ven mermados: desde las compras de insumos a proveedores, hasta las ventas de los productos.

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Al mismo tiempo, si la producción baja durante la epidemia, los niveles de inventarios también, y, posterior a la situación de alerta sanitaria, esto puede derivar en otro problema: un incremento repentino y masivo en la demanda de mercancías. De modo que, si no se cuenta con un “inventario inteligente” o una planeación que haya permitido tener un “sobre-stock”, se correrá el riesgo de no poder satisfacer las necesidades de los clientes.

Pero no todo el sector de la manufactura ha resentido los mismos efectos. En algunos casos, la alta automatización ha permitido a ciertas compañías tener una menor dependencia al capital humano durante sus procesos de producción. En cambio, para aquellas empresas donde la intervención manual es más imprescindible, el impacto de no contar con suficiente personal es mayor.

Los ‘focos’ de atención en las empresas

Aunque en un principio los impactos del coronavirus pueden ser negativos para la producción mundial, a mediano plazo podrían representar una oportunidad para detectar riesgos o fallas dentro de las cadenas de suministro de empresas, tanto de China como de otros países. Con ello, se podría mejorar los procesos habituales y estar preparados ante otra posible contingencia.

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Desde México

En el caso específico de México, los impactos productivos y comerciales del coronavirus podrían abrir la oportunidad, por ejemplo, de vincularse con nuevos proveedores dentro de la región de Norteamérica, y, con ello, dar cumplimiento a los nuevos requisitos de contenidos regionales que establece el T-MEC para la industria automotriz.

Pero más allá de los efectos u oportunidades que representa la epidemia de coronavirus, ¿Cómo pueden las empresas hacerle frente a esta situación? Consideramos que hay tres aspectos clave en los cuales deberán enfocarse, para estar mejor preparadas ante una eventual pandemia:

1. La gente. Es necesario dar protección y garantías mínimas a los empleados y clientes, con el propósito de que se sientan protegidos; con ello se podrá, además de salvaguardar su integridad, generar un impacto positivo que los motive a reintegrarse a sus labores una vez que haya pasado la emergencia.

Las empresas son las responsables de guiar las acciones pandémicas entre sus trabajadores, como es elaborar manuales de prevención (que incluye el equipo de emergencia con el que se cuenta; cuáles son los roles de ese equipo; cómo se van a abastecer los insumos para la prevención; los requisitos de sanitización de las instalaciones, e, incluso, el tratamientos de casos sospechosos de coronavirus).

Además, resulta importante habilitar una estructura de interacción remota, para que, por una parte, los trabajadores puedan continuar con sus labores, y, por otra, los clientes puedan adquirir ciertos productos a distancia, sin necesidad de visitar los puntos de venta.

2. Las finanzas. Debido a que, en una emergencia, como la del coronavirus, el flujo de efectivo disminuye, es importante hacer una planeación para cubrir necesidades adicionales que las empresas pudieran tener, como son la compra de suministros, costos de sanitización y otro tipo de gastos.

3. Los recursos. Este tema tiene que ver con garantizar la continuidad de las cadenas de suministro, mediante la flexibilidad de las mismas; es decir, las cadenas deben contar con redundancias (respaldos) tanto en la proveeduría como en los procesos logísticos, de manera que sirvan como plan B de trabajo.

Estos temas serán vitales para hacer frente a cualquier eventualidad que ponga en riesgo la continuidad de negocio de las empresas. Se trata de cuestiones que las compañías deben prever y priorizar en su agenda, pues, llegado el momento de crisis, pueden marcar la diferencia entre seguir adelante o detenerse.

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