Es así que los especialistas proponen incluir en la dieta elementos de todos los grupos: lácteos, cereales, proteínas, leguminosas, frutas, verduras y grasas.
En este balance, las carnes rojas (las que provienen de bovinos, ovinos y porcinos) proporcionan diversos nutrientes al consumirse equilibradamente.
Por ejemplo, la carne de res aporta hierro, zinc, grasas y vitaminas del complejo B, componentes favorables para el crecimiento.
Además, como lo menciona la U.S. Meat Export Federation (USMEF), la producción de carne de res en Estados Unidos ha cambiado y mejorado en las últimas décadas, como respuesta a las crecientes demandas de los consumidores por tener alimentos con menos grasas y más sanos.
“La industria ha respondido a esta tendencia al ofrecer hoy una carne 27% más magra que la que se tenía hace 20 años. Los músculos de las reses se componen básicamente de tres elementos: 72% de agua, 20% de proteína, de 3 a 8% de grasa (dependiendo el grado de calidad) y 1% de vitaminas y minerales”, asegura la Federación.
Los productos de res americana son resultado de un proceso estricto y controlado, desde la crianza del animal (donde siempre intervienen el respeto al ganado y su alimentación) hasta la comercialización de los mismos.
Hablando ahora de otra opción, la USMEF explica que la carne de cerdo no sólo es la proteína más consumida a nivel internacional, también es altamente nutritiva para una alimentación balanceada.