El mal humor de tu jefe afecta al resto de la oficina
(CNN) - Tu resfriado de verano no es lo único que puedes contagiar a tus compañeros de trabajo. Tus emociones también pueden ser contagiosas. Eso significa que tu mal humor no solo afecta tu desempeño en el trabajo, sino que también puede influir sobre tu equipo.
“Las emociones se propagan como un reguero de pólvora”, dice Annie McKee, autora de How to Be Happy at Work. Las emociones negativas pueden ser perjudiciales para la oficina: pueden dañar la productividad, la moral, la calidad del trabajo e incrementar el ausentismo.
“No te desempeñas tan bien si estás de mal humor”, explica Sigal Barsade, profesor de Administración de la Wharton School de la Universidad de Pennsylvania. “Hay una cierta parte de tu mente enfocada en lo negativo que carcome tu capacidad cognitiva y ni siquiera te das cuenta”.
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La buena noticia es que las emociones positivas son igual de contagiosas y pueden crear una cultura laboral más productiva y armoniosa. La investigación muestra que estar de buen humor no solo impulsa la creatividad, también puede conducir a una mejor toma de decisiones.
"Puedes hacer matemáticas mejor y tener un mejor análisis y toma de decisiones que si estás en un estado de ánimo negativo o neutral”, detalla Barsade.
Pero la vida tiene sus complicaciones: nos derramamos el café encima mientras estamos sentados en un embotellamiento, tenemos problemas familiares o lidiamos con un cliente descontento que nos ataca verbalmente de manera irracional. Y no siempre podemos estar de buen humor.
Sin embargo, hay formas de evitar que nuestras emociones se propaguen, y los gerentes deben prestar atención a sus empleados para asegurarse de que su equipo no sea infectado sin darse cuenta.
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Cómo puedes cambiar de tono
El estado de ánimo de un jefe puede tener un gran impacto en el estado de ánimo de sus empleados. “Cuando un gerente está teniendo un día particularmente malo, es probable que tú empieces a tener un día malo”, dice McKee.
Reconocer tu mal humor es el paso número uno. Tratar de ocultar tu mal humor al no hablar de eso no siempre funciona. La mayoría de las comunicaciones emocionales se producen a través del lenguaje corporal, la expresión facial y el tono, afirma Barsade.
Aunque fingir una sonrisa y simular un buen estado de ánimo —también conocido como actuar superficialmente— puede ayudar a cambiar las cosas inicialmente, pero puede tener algunos efectos a largo plazo.
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“Puede cobrar un mayor costo a una persona en términos de agotamiento”, advierte Barsade. Un enfoque de actuación profunda, en el que se utilizan recuerdos, pensamientos e imaginación positivos para tratar de cambiar su estado de ánimo es posible que sea más efectivo. Salir a caminar, meditar o respirar profundamente también puede ayudar a mejorar el mal humor.
Ser transparente sobre tu mal humor también es útil. Dile a tu equipo que tuviste una mañana difícil con tus hijos y luego te enfrentaste a un trayecto horrible y que necesitas unos minutos para recuperarte. Esto no solo evita que los trabajadores se preocupen acerca de si son la fuente de tu mal humor, sino que también establece un ejemplo de que está bien hablar de las emociones en el lugar de trabajo.
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Cuando detectas el contagio del mal humor
Los gerentes deben estar atentos ante miembros del equipo que estén propagando un mal humor. “Una manzana mala puede disminuir significativamente la productividad y la moral", asegura Liz Fosslien, coautora de No Hard Feelings: The Secret Power of Embracing Emotions at Work.
“Si eres el gerente y alguien parece infeliz o frustrado... es importante tener una conversación con la persona para proteger al equipo”, añade. La clave es abordar la situación con compasión y en privado.
“No lo hagas cuando el [mal humor] se dispare”, recomienda McKee. “Elige el momento con cuidado... no deberías hacerlos sentir amenazados o asustados”.
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La conversación debe ser genuina y enfocarse en cómo ayudar al empleado. “Los empleados respetan y aprecian que los gerentes presten atención a sus emociones. Demuestra que se interesan y los ven como personas”, considera Barsade.
Cuando las cosas en la oficina se vuelven particularmente estresantes para todos, como en medio de un gran proyecto con un plazo cercano que hace que todos trabajen largas horas, un gerente no debe rehuir abordar el problema directamente.
“Se puede hablar de las emociones sin ponerse emocional”, dice Fosslien. La especialista sugiere compartir cómo la situación te está afectando también, al tiempo que detallas una vía a seguir para cumplir con el plazo y los planes para celebrar cuando hayan terminado.
Si un empleado comienza a desahogarse y está apoderándose de la reunión, el gerente debe intervenir y cambiar la conversación para que sea más productiva e impulse una acción. “No te enganches en la conversación: mejor pregunta qué se podría haber hecho mejor”, aconseja Fosslien.