“No es tanto que el activismo se haya desmovilizado, sino que se está desmovilizando la capa aliada y esto es fácil de entender, tiene que ver con la polarización creciente. Si tú antes ponías tuits para celebrar el derecho, lo conseguido, etcétera, y cada vez que pones algo te caen 10 tuits de odio, pues a lo mejor llega un momento que no te apetece, estás expuesto a eso y dices mejor me voy a callar, eso está pasando también con las empresas”, explica David González, director general de la región Norte de América Latina de LLYC.
La mayoría de los mensajes promotores provienen de Estados Unidos (69.08%); España (12.62%) y México (5.70%). En cuanto a los detractores, lidera Brasil (37.67%), seguido de Estados Unidos (34.71%) y España (11.23%).
En el caso de México, la conversación promotora es mayoría, con 53.9% del volumen de mensajes; mientras que la detractora se queda en 7.3%.
Entre las principales narrativas detractoras se encuentran la aversión o el odio a la comunidad LGBTIQ+, las acusaciones sobre la denominada ideología de género, las críticas a supuestos privilegios del colectivo y al tema de la adopción por parte de parejas LGBTIQ+, señala el informe.
Para González es preocupante que algunas empresas comienzan a dar pasos hacia atrás en su comunicación de temáticas LGBT+ bajo el argumento de que genera polarización o por el riesgo de caer en rainbow washing, y quedarse callado no es el mejor camino a seguir.
“Los derechos no son adquiridos de manera perpetua, hay que defenderlos. Y de la conversación se pasan los hechos, tanto desde la perspectiva de la violencia contra el colectivo, como en la perspectiva de la pérdida de derechos adquiridos, entonces claro que no es la mejor estrategia de una compañía (el que calle) porque ahí es donde se demuestra que esa compañía no está realmente comprometida”