“Nosotros empezamos a implementar lo que le llamamos aquí ‘escuelita de montacargas’, (ya que) prácticamente el 95% de las chicas que tenemos actualmente salieron de la escuela”, explica Héctor Díaz, responsable de recursos humanos en el centro.
Para las mujeres que ahí laboran, la capacitación y la posibilidad de obtener un trabajo como montacargas no solo representa más conocimiento, sino que la paga aumenta y se iguala a la de sus compañeros varones que realizan la misma labor.
De acuerdo con ONU Mujeres, la población femenina gana 77 centavos por cada dólar que gana un hombre. La desigualdad en ingresos hace a las mujeres más vulnerables a caer en la pobreza.
La Secretaría de Economía señala que el 40.6% de la fuerza laboral de México es mujer, y que este grupo tiene mayores posibilidades de alcanzar la independencia financiera y evitar círculos de violencia de género.
“Uno de mis logros con este trabajo fue por fin comprar mi casa, algo que siempre había deseado”, comenta Alba Luz.
Un trabajo no solo para hombres
“Ha sido un reto muy grande porque en algún momento solo fue un trabajo para hombres. Algunos de los productos de IKEA son un poco pesados, pero con el paso del tiempo te acostumbras y puedes hacer tu trabajo más rápido”, dice por su parte Viviana Cruz.
Su compañera Diana Laura agrega que a veces los paquetes pueden pesar hasta 50 kilos, por lo que se usan maquinas montacargas o patines para empacar.
“Son cargas muy pesadas y a veces como mujeres no nos toman tanto en cuenta por eso, pero les hemos demostrado que sí podemos (...) No somos tan débiles como muchos piensan”, explica Itzel Martínez.
Karen Calzada llegó a IKEA con experiencia previa en manejo de montacargas, por un tiempo fue la única mujer en el almacén que operaba este tipo de maquinaria. La joven considera que las mujeres no solo son buenas y capaces de desarrollarse en la labor, sino que son sobresalientes.
“Los estereotipos marcan que los hombres son los únicos que pueden hacerlo por el tipo de carga; sin embargo, las mujeres estamos capacitadas y podemos lograr incluso hacer mejor las cosas porque prestamos atención al detalle y somos curiosas”, detalla.
Esa atención al detalle es una de las partes favoritas de su trabajo para Dina Laura, particularmente al momento de empacar las órdenes.
"Me gusta la sensación de surtir algo. He tenido la oportunidad de empacar la orden de algún cliente y me emociona porque me gusta recibir un paquete de algo que vi y lo espero con ansias. Y eso es lo que hago yo, mandarlo lo mejor que pueda para que ese cliente reciba algo como yo quisiera recibirlo”, relata Calzada.