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El mexicano que encontró un negociazo “sembrando nubes”

Lo que comenzó como una inquietud científica se convirtió en un modelo de negocio que combate la sequía y redefine el uso sostenible del agua.
jue 12 diciembre 2024 04:03 PM
El mexicano que creó un “negociazo” sembrando nubes
Para Manuel Mustieles incluso en las nubes, el potencial de negocio es ilimitado.

"Sembrar nubes" no es una idea que surja todos los días. Sin embargo, para Manuel Mustieles fue una inquietud científica que germinó desde que era estudiante de Ingeniería Química en la UNAM. Ahora el CEO de Rainmakers, cuenta que el camino hacia la creación de la empresa comenzó mucho antes de su fundación formal en 2013.

Su primer empleo fue, de hecho, su propio emprendimiento. Fundó y dirigió una pequeña empresa dedicada a desarrollar soluciones innovadoras para el campo mexicano, como fertilizantes líquidos y sistemas de riego por goteo.

Desde finales de los años 80, Mustieles y su hermano Adalberto desarrollaron este tipo de soluciones para la agricultura y estas invenciones mejoraron la productividad agrícola y sentaron las bases en ellos para una comprensión profunda de los desafíos del manejo del agua.

Con los años, esta experiencia lo transformó en un empresario, cuyo enfoque en la innovación y sostenibilidad lo llevó a fundar Rainmakers. Hoy, tras más de tres décadas como emprendedor, asegura que no se ve cambiando de rumbo. “Esto es lo que sé hacer y lo que me apasiona, no hay otra cosa en la que me imagine trabajando”, afirma.

Sin embargo, en 2019 Mustieles decidió enfrentar un reto científico que cambiaría el curso de su carrera: encontrar una manera más eficiente y sostenible de sembrar nubes, pues su objetivo era usar la ciencia para resolver uno de los mayores problemas de la humanidad, la escasez de agua.

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“La siembra de nubes es una técnica utilizada desde los años 40, pero limitada por métodos obsoletos. Tradicionalmente, la siembra de nubes se hacía quemando yoduro de plata en estado sólido o gaseoso. El problema es que solo funciona en nubes con temperaturas bajo cero, y en México las condiciones climáticas son diferentes”, explica.

Esto lo llevó a desarrollar una solución líquida basada en nanotecnología que permite la cristalización del agua en nubes templadas. Patentada en 2020, esta innovación fue un parteaguas en la ciencia de la precipitación artificial y un negocio rentable para Mustieles y su familia.

El proceso detrás de la lluvia

Rainmakers se estableció como una empresa que ofrece una solución a problemas críticos como la sequía agrícola y el abastecimiento de agua para comunidades rurales. Desde su fundación, ha realizado más de 300 vuelos en regiones del norte de México, donde la escasez de agua amenaza no solo los cultivos, sino también la economía local.

El proceso de siembra de nubes, según explica el CEO, es tanto técnico como meticuloso. Utilizan aviones equipados con tanques de 100 litros y bombas de aspersión y luego localizan nubes en turbulencia, también conocidas como canales ascendentes.

“Es como cuando vas en un avión y sientes turbulencia. Ahí es donde liberamos nuestra solución para que se mezcle con las partículas de agua y las haga precipitar”, detalla Mustieles.

El impacto es perceptible. Se estimulan nubes que, de forma natural, precipitarían entre 5 y 110 milímetros de agua. Las nubes cúmulos, verticales y con mayor capacidad de retención de agua, generan más lluvia que las nubes estratos, horizontales y menos densas.

México enfrenta una crisis hídrica importante, con más del 65% del territorio nacional afectado por algún grado de sequía, según datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Esta situación ha llevado a que 79.4% de los municipios del país experimenten condiciones de sequía, impactando gravemente la agricultura, la ganadería y el suministro de agua potable.

La sequía ha sido más severa en estados del norte como Sonora, Chihuahua, Sinaloa y Durango, así como en entidades del centro como Guanajuato y Querétaro. Aunque las lluvias recientes han reducido la superficie afectada, la escasez de agua sigue siendo un desafío crítico para el país.

El directivo comparte que Rainmakers tiene presencia nacional, aunque Sinaloa es de los estados con mayor demanda. “Los últimos diez vuelos lograron llenar embalses que abastecen miles de hectáreas de maíz. Cada hectárea recibió 5,000 metros cúbicos de agua, generando ingresos de hasta 100,000 pesos por hectárea para los agricultores”, detalla.

El modelo de negocio

En los últimos cinco años, la empresa ha duplicado su facturación anual y realizado más de 300 vuelos con éxito. Aunque cada operación aérea tiene un costo elevado —aproximadamente 400,000 pesos por vuelo—, el beneficio económico y social es incalculable, sobre todo para comunidades rurales que dependen del agua para su sustento.

La empresa también trabaja para obtener la patente mundial de su tecnología, lo que abrirá puertas para su internacionalización. “Queremos garantizar que haya suficiente agua en el país y, eventualmente, llevar nuestra solución a otros países que enfrentan problemas similares”, señala Mustieles.

Acorde con el directivo, Rainmakers responde a las necesidades actuales de sostenibilidad con una técnica que evita la contaminación y promueve la regeneración de ecosistemas. “La siembra de nubes no solo garantiza agua para cultivos y consumo humano, también impulsa la reforestación, captura CO₂ y preserva la biodiversidad en regiones desérticas”, señala.

Además, asegura que su tecnología se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU al fomentar un manejo eficiente del agua y apoyar la seguridad alimentaria. El impacto también se refleja en las comunidades rurales, donde la lluvia generada ayuda a revitalizar la economía local, protege especies endémicas y mitiga la migración causada por la sequía. “La sostenibilidad no debe ser solo una meta, sino el eje central de las operaciones de las empresas”, afirma Mustieles.

Los retos de sembrar nubes

A pesar de los logros, Mustieles admite que la innovación no ha sido un camino fácil. “El mayor reto fue romper con el paradigma global de la siembra de nubes, que llevaba décadas sin evolucionar. Lograr una suspensión nanotecnológica en formato líquido fue como pasar de la primaria a la universidad en términos tecnológicos”, comenta.

Además, enfrentar las cambiantes condiciones climáticas ha requerido flexibilidad y precisión. Aunque las temporadas de primavera-verano son las más propicias para acumular agua, Rainmakers ha tenido más demanda en otoño-invierno aprovechando los frentes fríos para garantizar la humedad en reservas naturales y pastizales. “Cada época tiene sus ventajas, pero siempre buscamos maximizar el impacto donde más se necesita”, concluye.

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