Edson Kemper, director general del centro, asegura que, en el caso del maíz modificado, cada genoma en el laboratorio tiene de 10,000 a 20,000 variables o características individuales, que al final se convierten en datos de ADN. “Aquí se identifican las semillas con la genética más adecuada para cada región productiva del mundo. La idea es obtener la mejor respuesta genética para optimizar el proceso de cultivo y ahorrar un año de trabajo en campo”, detalló.
Sin embargo, solo el maíz nativo que cultivan en Marana puede llegar a México, debido a las regulaciones estrictas sobre organismos genéticamente modificados (OGM).
México cierra la puerta al maíz transgénico
México, siendo el mayor consumidor de maíz a nivel mundial y un centro de origen y diversificación del maíz, ha mantenido una postura cautelosa frente a los OGM desde finales de los años ochenta. La comunidad científica y campesina del país argumenta que el maíz transgénico amenaza las tradiciones agrícolas y la identidad cultural mexicana.
En febrero de 2023, México promulgó un decreto que prohíbe el maíz transgénico en la producción de masa y tortillas, y el uso de maíz amarillo genéticamente modificado para consumo humano. Este decreto también estipula la eliminación gradual de su uso en alimentación animal, lo que ha generado preocupación en Estados Unidos sobre el impacto en el comercio bilateral y el avance en biotecnología.
Las audiencias para debatir las bases científicas de estas restricciones mexicanas se llevaron a cabo en la Ciudad de México, con una decisión final esperada para noviembre próximo. Según la Representación Comercial de la Casa Blanca (USTR), la comunidad científica ha confirmado la seguridad y los beneficios de los cultivos genéticamente modificados, respaldados por 110 premios Nobel.
En contraste, el gobierno mexicano defiende que su decreto busca proteger el medio ambiente, la biodiversidad y el patrimonio cultural, basándose en evidencias científicas que señalan riesgos potenciales para la salud y la biodiversidad. Se están realizando estudios específicos sobre el impacto del consumo de maíz transgénico en productos industriales y alimentarios.
Mientras tanto, el maíz genéticamente modificado en el centro de innovación de Bayer no puede llegar a México. “Me parece muy desafortunado porque creo que los agricultores mexicanos, al igual que los agricultores estadounidenses y que los agricultores brasileños, quieren tener éxito, y saben que la innovación les ayuda a tener éxito. Si se les permitiera utilizarla y la pusiéramos a su disposición, los agricultores la adoptarían muy rápidamente”, dice Bob Reiter, director de I+D en Bayer.
Juan Cortina Gallardo, presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), señala que en México nunca se ha permitido legalmente la siembra de maíz genéticamente modificado. "No es algo que nosotros como CNA estemos pidiendo. Tanto el maíz transgénico como los maíces híbridos y los maíces originarios de México pueden convivir en una agricultura moderna", afirma.
Cortina destaca que otros países, como Argentina y Brasil, están más abiertos a la biotecnología. "A los agricultores mexicanos se les debería proporcionar todas las herramientas necesarias para ser más competitivos y eficientes", reitera.
Asimismo, resaltó que las condiciones climáticas cambiantes en México, como la sequía y las altas temperaturas, hacen indispensable el uso de ciencia y tecnología para asegurar la producción alimentaria. "Espero que el tema del panel termine esta discusión en México, que para mi gusto ha sido hasta ahora innecesaria, y creo que ahí se van a tener las bases técnicas para hacerlo," mencionó Cortina.
Para Bob Reiter, la comprensión y la confianza en la ciencia son cruciales. "Explicar por qué es científicamente incorrecto temer a los productos modificados genéticamente. Lo que parece ser más efectivo es tener un historial extenso de uso seguro de estos productos en otros lugares", señala.