Según los investigadores, pertenece a una clase de objetos denominados "transitorios de radio de periodo largo", conocidos por sus brillantes estallidos de ondas de radio que aparecen cada pocos minutos o varias horas.
Se trata de un periodo mucho más largo que los rápidos pulsos de ondas de radio que suelen detectar los púlsares, un tipo de estrella de neutrones que gira a gran velocidad y que constituye el denso núcleo colapsado de una estrella masiva tras su muerte.
Los púlsares, vistos desde la Tierra, parecen parpadear en escalas de tiempo de milisegundos a segundos.
"Qué son estos objetos y cómo generan sus inusuales señales sigue siendo un misterio", afirma el astrónomo Ziteng Wang, de la Universidad de Curtin (Australia), autor principal del estudio publicado esta semana en la revista Nature.
En el nuevo estudio, los investigadores utilizaron datos del observatorio orbital de rayos X Chandra de la NASA, del telescopio ASKAP de Australia y de otros telescopios.
Aunque la emisión de ondas de radio del objeto recién identificado es similar a la de otros aproximadamente 10 ejemplos conocidos de esta clase, es el único que emite rayos X, según la astrofísica y coautora del estudio Nanda Rea, del Instituto de Ciencias del Espacio de Barcelona.
Los investigadores tienen algunas hipótesis sobre la naturaleza de esta estrella. Dijeron que podría ser un magnetar, una estrella de neutrones giratoria con un campo magnético extremo, o una enana blanca, una brasa estelar muy compacta, con una órbita cercana y rápida alrededor de una pequeña estrella compañera en lo que se denomina un sistema binario.
"Sin embargo, ninguna de ellas podría explicar todas las características observacionales que vimos", afirmó Wang.
Las estrellas con hasta ocho veces la masa de nuestro Sol parecen destinadas a acabar como una enana blanca. Acaban quemando todo el hidrógeno que utilizan como combustible.