La vuvuzela, protagonista indiscutible del Mundial sudafricano

La vuvuzela, esa trompeta africana que tantos dolores de cabeza ha causado a jugadores, entrenadores y a miles de aficionados del Mundial de Sudáfrica 2010 , ha sido la protagonista indiscutible del torneo que presume de ser el evento deportivo más importante sobre la faz de la Tierra.
Vuvuzela era una palabra que hasta hace pocas semanas sólo algunos africanos conocían, pero durante la celebración del Mundial se ha convertido en uno de los términos más utilizados, puesto que el instrumento, para unos "musical" y para otros infernal ha sido el centro de grandes polémicas.
Frente a las numerosas quejas que surgían partido tras partido, la popularidad de la vuvuzela se iba multiplicando, y al final de la Copa del Mundo contados eran los aficionados que acudían al estadio sin la trompeta bajo el brazo, que cada vez estaba decorada con más ahínco y diseñada para hacer el mayor ruido posible.
Meses antes de que comenzara el Mundial y ante las críticas sobre la incapacidad de Sudáfrica de organizar un evento de tal envergadura, la FIFA insistía en su buen juicio y en que este año, los africanos le darían ritmo y color al torneo, algo que definitivamente no se ha echado en falta en la Copa del Mundo de 2010.
Durante un mes, los aficionados han podido disfrutar del espectáculo improvisado en el que han participado millones de sudafricanos, ataviados con esas gafas de tamaño desproporcionado de mil colores y los estrambóticos cascos de obra que transformaban y pintaban hasta dejar completamente irreconocibles.
A pesar de que los sudafricanos fueron sin duda los más efusivos del Mundial, los aficionados más fieles del Mundial de Sudáfrica 2010 fueron los holandeses, que acudieron en masa a todos y cada uno de los partidos de su selección vestidos de naranja riguroso o con originales disfraces.
Entre los seguidores holandeses destacaron las azafatas de vuelo y los elegantes pilotos que vestían uniformes del mismo color que el de su selección, los sombreros en forma de queso o los gorros que simulaban ser uno de los típicos molinos de viento de Holanda, incluso con sus astas móviles.
Por su parte, los jugadores de la selección española no contaron durante este Mundial con el apoyo al que están acostumbrados, puesto que fueron pocos los aficionados que se aventuraron a viajar desde España hasta Sudáfrica para presenciar los encuentros de su equipo.
Se hacía extrañamente complicado encontrar en las inmediaciones de los estadios a aficioandos del equipo de España que supieran hablar español, en especial durante los encuentros de la primera fase del campeonato, puesto que muchos de ellos eran sudafricanos, sobre todo de origen indio.
Y aunque algunos sudafricanos apoyaban más a los equipos europeos que a su propia selección, el Mundial 2010 destacó también por la African Unity, que alcanzó su culmen durante el partido que enfrentaba a la selección de Ghana, el único equipo de África que consiguió pasar a semifinales, contra Uruguay.
Pareció durante este encuentro que el Mundial de 2010 se hubiera trasladado a Ghana de la noche a la mañana, porque miles de sudafricanos seguidores del equipo ghanés aparecieron en el Soccer City con gorros, banderas, y carteles con mensajes de apoyo a los Black Stars, y no se vio ni una sola bandera sudafricana.
Los Black Stars ghaneses se convirtieron aquel 2 de julio en la reencarnación de los Bafana Bafana sudafricanos, y así, varios medios de comunicación bautizaron a la selección de Ghana con un nuevo nombre: los Baghana, un equipo que llevaba a todo un continente a sus espaldas.
Pero las bajas temperaturas del invierno austral robaron un poco de protagonismo a la unidad, el ritmo y color del Mundial de Sudáfrica, puesto que durante la primera semana del campeonato las temperaturas durante los partidos llegaron a bajar hasta los 3 grados bajo cero, mientras que en zonas del interior del país, el mercurio llegó a bajar hasta los -10 grados.