Después de la tormenta, la calma: River Plate navega tranquilo en Segunda
Y un día, River recuperó la alegría. Nadie puede olvidar aquel fatídico 26 de junio de 2011, en el que el Millonario descendió a segunda división por primera vez en 110 años de historia. En Argentina, uno de los países más futboleros del continente, el hecho trascendió lo deportivo y se convirtió en un fenómeno social. Algunos con dolor y otros con morbo , todos quisieron ver cómo caía el gigante, qué ruido hacía y el desastre que dejaba en la ciudad, a raíz de los incidentes que provocaron sus aficionados.
Como suele pasar con algunos fenómenos naturales, luego del desastre viene la calma. Luego de unas pequeñas vacaciones y de un gran éxodo de jugadores, River armó un equipo muy competitivo para transitar por primera vez un territorio desconocido, con estadios más pequeños en los que el público está muy cerca del campo de juego. Muchos jugadores decidieron "ayudar" al Millonario y ofrecieron volver a ponerse la camiseta roja y blanca. Uno de ellos, el goleador Fernando Cavenaghi, dejó el Internacional de Porto Alegre y resignó dinero para estar en este momento especial de su querido club .
Aunque en Argentina muchos analistas hablan de un tránsito traumático por la segunda división, River lo está viviendo con alegría. Sus seguidores llenan los estadios —por ahora, tiene prohibido jugar en el suyo— y el equipo responde. Con cuatro fechas disputadas, el conjunto de Matías Almeyda ganó tres y empató sólo uno. Lleva 10 puntos y está en la cima de la tabla, junto a Rosario Central, otro grande caído en desgracia (descendió en mayo del año pasado).
Sin embargo, el torneo recién comienza. A diferencia del certamen de primera división, el de segunda es largo, con dos ruedas de 19 partidos cada una. Los equipos que salgan primero y segundo ascenderán automáticamente, mientras que el tercero y cuarto jugarán la promoción con los que lleguen de primera división. River, además, deberá recorrer miles de kilómetros en estos meses, a raíz de un torneo federal, en el que juegan equipos de provincias argentinas muy alejadas entre sí. En las próximas semanas, por ejemplo, deberá viajar 1,300 kilómetros para enfrentar a Brown de la ciudad patagónica de Puerto Madryn. Y luego trasladarse otros 1,500 kilómetros al norte para disputar su encuentro con Gimnasia y Esgrima de Jujuy, en el límite con Bolivia.
Lejos de ser un desprestigio, River juega en la segunda con cierto orgullo. Y, además, el torneo tiene una particularidad: hay muchos equipos que tienen historia en primera, como Huracán, Gimnasia y Esgrima La Plata, Rosario Central, Chacarita y Quilmes, entre otros. El técnico Almeyda se animó a decir que el futbol de segunda es mejor que el de primera. "En el Nacional B se estudia más y se juega mejor que en la A. El año pasado, el campeón de esta divisional (Rafaela) jugó un gran futbol. Chacarita vino a jugarle a River de igual a igual y los equipos de primera (división) venían a defenderse", dijo en recientes declaraciones a la prensa.
Con pocos partidos disputados, los rivales le hacen sentir al Millonario el rigor áspero de la segunda división. En el último partido ante Quilmes, que terminó empatado uno a uno, el defensa Sebastián Martínez castigó duro al jugador de River, Alejandro Chori Domínguez. Luego del partido, dijo: "Se tiene merecida todas las patadas que le dí”. “Él estará feliz con su juego, yo con el mío", contestó el millonario.
A paso firme, River suma puntos para volver a la elite del futbol argentino. El camino no será fácil. “Hay que unirse por el objetivo, que es volver a primera (división)”, dijo Cavenaghi, que acaba de marcar su primer gol desde el regreso. Antes de eso, sentirá el rigor —y el padecimiento— de pasar una temporada en el infierno de la segunda división.