Dios, el principal inspirador de Ayrton Senna en su vertiginosa carrera
Al mundo le dio un vistazo de la grandeza, a Brasil le dio esperanza, y a Dios le agradeció todo.
El 1 de mayo de 1994, un día que fue seguido por tres días de duelo nacional en Brasil, Ayrton Senna murió al volante de un vehículo de Fórmula Uno cuando su auto se estrelló contra un muro tras una vuelta de alta velocidad en la pista de Imola, Italia. Tenía 34 años cuando murió mientras lideraba el Grand Prix de San Marino .
Su legado como uno de los grandes pilotos de automóviles del mundo en la historia permanece en una película dirigida por Asif Kapadia.
Senna es un drama en forma de película documental. Manish Pandey, productor ejecutivo y guionista de la película, señaló recientemente lo difícil que fue conseguir que despegara.
“Bernie es famoso porque cuando estrechas su mano tienes un acuerdo”, dice Pandey, refiriéndose al acuerdo que los realizadores finalmente lograron con Bernie Ecclestone, el jefe de la Fórmula Uno, por montañas de imágenes de la F1.
Ecclestone también es famoso por sus comentarios irreflexivos sobre Hitler, el tabaco y las mujeres. Es una figura extravagante y sin igual en el intrincado mundo de la Fórmula Uno, no muy conocido por sus escrúpulos, pero “algo me dijo”, dice Pandey, “que en su corazón quería ver esta película hecha... y habían grandes placas tectónicas moviéndose debajo de nosotros... estábamos en el lugar correcto en el momento correcto, hasta cierto punto”.
Pero conseguir que “la familia de Senna estuviera a bordo”, fue por mucho la “parte más difícil”, dice Pandey. La familia había sido abordada alrededor de “12 veces al año, cada año desde que Senna murió”.
“Ayrton era tan carismático y un gran héroe... todo el mundo quería su tajada de él después de su muerte”, dice Pandey. “Mi planteamiento fue que yo adoraba al hombre”, dice.
“Él era mi héroe cuando yo era un adolescente (y también soy muy enciclopédico en lo que se refiere a la Fórmula Uno)”.
Acerca de Senna, Pandey afirma que, “él podría producir una especie de cielo en la tierra por sí mismo al convertirse en uno con el coche”.
Al final, fue su auto, un “nervioso” Williams-Renault, lo que lo mató. Senna era un “católico de domingo”, dice Pandey, “iba a la iglesia los domingos y eso estaba bien... pero encontró a Dios en los fracasos humillantes en vez de en los grandes triunfos”.
“Yo no soy católico, soy hindú”, dice Pandey, “por lo que no compartimos bíblicamente nuestras creencias, pero absolutamente las compartimos espiritualmente... (Senna) tenía esta sensación de otro mundo, esta intensidad en él... era como un monje Shaolin que conduce un coche en lugar de tocar tambores para ganarse la vida”.
Ayrton Senna, un brasileño, invadió el mundo, entonces dominado por los franceses, de la Fórmula Uno, en medio de una enorme inestabilidad macroeconómica en Brasil y de la hiperinflación que en 1990 llegó a 1,509%.
Un fanático, captado por las cámaras mientras velaba entre los grupos de gente histérica en la calle, durante las horas posteriores a la muerte de Senna, indica en la película que: “En Brasil no tenemos comida, educación, ni salud, pero tenemos un poco de esperanza, y ahora esa esperanza se ha ido”.
“Nada me puede separar del amor de Dios”, reza el epitafio en la tumba de Senna. Él era un triple campeón del mundo que, según Pandey, fue “un acto de Dios, su vida fue un acto de Dios, y su muerte fue un acto de Dios”.