Brasil y Holanda se despiden con el partido que "nadie quiere jugar"
Brasil y Holanda disputarán este sábado, en el Estadio Mané Garrincha de Brasilia, el encuentro que nadie quiere jugar en un Mundial: el que definirá el tercer puesto.
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"Ese partido nunca debería ser jugado, lo vengo diciendo desde hace quince años", afirmó el técnico holandés Louis Van Gaal tras perder su semifinal contra Argentina.
Y no es de extrañar su afirmación. Este sábado se verán las caras dos equipos descompuestos física y anímicamente.
De un lado, la canarinha que, tras haberse aferrado al sueño de conseguir en casa su sexta Copa del Mundo, despertó el pasado martes de la forma más cruel posible.
Los siete goles recibidos ante Alemania no solo la apartaron de la final en el Maracaná, sino que además dejaron en evidencia todas las carencias del equipo y pusieron en crisis al futbol nacional.
La falta de un líder sobre el terreno de juego y su incapacidad para jugar en equipo han sido críticas con las que el seleccionador brasileño, Luiz Felipe Scolari, ha tenido que convivir desde el inicio del torneo.
Felipao se ha aferrado a un 4-3-3 a lo largo del Mundial, un sistema que le resultó ineficaz y que le ha obligado a utilizar a jugadores en posiciones en las que no se sienten cómodos.
Por eso es difícil saber si este sábado Scolari realizará algún cambio táctico y cederá así ante la presión de todo el país, incluido el próximo vicepresidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Delfim Peixoto, quien aseguró esta semana que el técnico fue "demasiado terco".
Aunque ha insinuado que pudiera haber alteraciones frente a Holanda, Scolari también pudiera volver a utilizar el once con el que apostó y perdió en la carrera por el título, incluido Thiago Silva, que no estuvo en la semifinal por acumulación de tarjetas.
La única excepción, además del lesionado Neymar, podría ser Fred, cuyo flojo desempeño a lo largo del torneo y, en especial, frente a Alemania, le convirtió en el centro de las críticas más furiosas de los torcedores.
En el otro lado del campo estará la Oranje, una selección que llegará especialmente tocada en lo físico después de haber disputado 120 minutos de partido tanto en las semifinales como en los cuartos de final del torneo.
Sin embargo, el hecho de que Van Gaal nunca haya tenido reparos en emplear a diversos jugadores según las distintas circunstancias, le ha llevado a usar a 22 de sus jugadores a lo largo del torneo. Todos menos el tercer portero, Michel Vorm.
Esta filosofía puede hacer que el técnico se decante por utilizar no tanto a sus jugadores más importantes, como a los que vea más en forma en los últimos entrenamientos.
Van Gaal podrá contar con todos sus efectivos, si bien el centrocampista Nigel De Jong y el defensa Ron Vlaar han venido arrastrando algunos problemas físicos en los últimos días.
Será en definitiva un partido marcado por el carácter de sus técnicos.
Scolari, un hombre de ideas fijas al que no le gusta realizar cambios y que confía ciegamente en algunos de sus jugadores; y Van Gaal, mucho más camaleónico y capaz de diseccionar cada partido con el fin de sacar el máximo rendimiento a sus pupilos.
Junto a los brasileños estará Neymar, aquejado por la lesión que sufrió en la columna vertebral en el partido frente a Colombia y que decidió viajar con la selección a Brasilia para la despedida de un Mundial que para él acabó mucho más temprano de lo que imaginaba.