‘Papá, los terroristas vienen a casa’: niña parisiense

Cinco días después de los atentados en el Stade de France, los vecinos de Saint Denis volvieron a vivir la madrugada de este miércoles tensión y explosiones con el asalto policiaco a un departamento en el que se atrincheraban presuntos terroristas.
El municipio todavía no se había levantado cuando a las 04:20 (hora de París) se empezaron a escuchar ráfagas de disparos y lanzamientos de granadas en la zona, en la que se pidió a los habitantes que permanecieran en sus domicilios.
“Mi hija pequeña se levantó asustada y nos dijo: ‘Los terroristas vienen a nuestra casa’”, explicó a EFE Jorge, vecino portugués de 38 años de edad, quien no dudó de que podía tratarse de un nuevo atentado.
Los residentes del municipio de Saint Denis comenzaron el día con una sensación palpable de conmoción.
“Abrí la ventana para ver qué pasaba. Vi un helicóptero que proyectaba su foco hacia el edificio de la operación y oí la llegada de bastantes policías", agregó el egipcio Yasser Omara.
Al principio pensó que quizá sería un ladrón, pero la intensificación y potencia de los ruidos despejó pronto las dudas, porque desde hace una semana ese municipio, ya de por sí conflictivo, “está bastante caliente”.
Quienes vivieron de cerca el asalto añadieron que fue tan repentino que en los primeros momentos no se había alzado ni una barrera de seguridad . Otros criticaron haber sido sacados de sus casas como si ellos mismos fueran objetivo de la redada.
"Una brigada vino a buscarnos con algo de violencia. Nos pusieron contra el suelo, con las manos en la cabeza. Nos sacaron brutalmente para evacuar el perímetro", contó Patrick, de 17 años.
En el momento más fuerte del operativo —según explicó Babalí, rapero de 35 años nacido en Saint Denis— no había sino “ráfagas y ráfagas y ráfagas”. La situación “estaba que ardía”.
Con dos presuntos terroristas muertos, entre ellos una mujer que detonó explosivos, y siete sospechosos detenidos, se puso fin poco antes del mediodía a esa operación que vació las calles aledañas de gente y las llenó de camionetas de la policía, de la gendarmería y de personal médico.
Las siete horas en las que estuvo en marcha fueron un desfile de agentes uniformados y de sirenas, cuyo silencio temporal servía para acrecentar solamente la impresión de que el desenlace estaba cerca.
El número 8 de la calle de Corbillon, una de las principales vías comerciales de la ciudad, donde todas las persianas de las tiendas permanecieron cerradas, estaba en el foco de los numerosos medios de comunicación.
Y junto a ellos, en la distancia marcada por seguridad, a medida que amanecía, comenzaron a agruparse tanto residentes curiosos como aquellos que se habían visto bloqueados en la zona por la interrupción de los medios de transporte.
Más allá del impacto ante la espectacularidad del asalto en marcha, reinaba también la incertidumbre sobre la presencia de los sospechosos en el barrio.
“Son nuestros vecinos, en realidad. ¿Hace cuánto que están ahí? ¿Un día, una semana, un mes, un año? No lo sabemos", se preguntó Babalí.
Aunque en términos generales había más curiosidad que miedo, dos psiquiatras, cuatro psicólogos y tres enfermeros atendieron a cerca de 30 personas que escucharon de cerca los ruidos y explosiones y podrían desarrollar crisis psicológicas, según dijo a EFE el doctor Jean Marc Agustinuci.
Con la recuperación paulatina de la tranquilidad volvió también la rutina, aunque alterada. Vecinos como Jorge aseguraron que quieren mudarse de la zona y otros, como el argelino Ayoub Alkma, admitieron que aunque sus autores “ no eran musulmanes sino terroristas ”, la mirada de la gente sobre su comunidad “ha cambiado”.