El alza de tasas ha empezado a hacer mella: el crecimiento del empleo se ha ralentizado y la inflación se ha desacelerado de forma brusca en los dos últimos meses, situándose en 3.3% en julio según la medida preferida de la Fed, frente al 7% del verano pasado.
Por ahora, incluso las autoridades de la Reserva Federal más beligerantes se contentan con dejar que los datos sigan su curso, aunque vigilan si el sorprendentemente fuerte gasto de los consumidores y un mercado laboral, aún tenso, podrían alimentar las presiones inflacionistas.
La presidenta de la Fed de Dallas, Lorie Logan, afirmó el jueves que "podría ser apropiado omitir otra subida cuando nos reunamos a finales de este mes. Mi caso base, sin embargo, es que queda trabajo por hacer".
Logan fue una de las últimas autoridades de la Fed que habló antes de que empiece una semana y media de silencio público en el período previo a su reunión de fijación de políticas del 19 y 20 de septiembre.
Y aunque sus pares tienen opiniones diversas, ninguno se ha opuesto con firmeza a las expectativas de los mercados financieros de que la Fed mantendrá la tasa oficial en el rango objetivo actual de 5.25% y 5.5% en esa reunión.
Chris Waller, gobernador de la Fed, dijo más temprano en la semana que "podemos sentarnos" y esperar a ver si la inflación continúa su tendencia a la baja.
Las nuevas previsiones de la Fed, que se publicarán al término de la cita de este mes, mostrarán cómo esperan los responsables políticos que se comporten la inflación y el desempleo.
En junio, la última vez que la Fed publicó sus proyecciones económicas, dos tercios de las autoridades del banco central estadounidense indicaron que pensaban que las tasas tendrían que subir por encima del 5.5% a fines de año para llevar la inflación de forma sostenible hasta el objetivo del 2%.
"Sigue siendo una cuestión abierta a medida que avanzamos: ¿hemos llegado a ser lo suficientemente restrictivos para lograrlo?", se preguntó el jueves el presidente de la Fed de Nueva York, John Williams.
Al igual que otros, afirmó que está observando de cerca los datos para orientar la política. Entre los reportes que se publicarán antes de la próxima reunión destaca el Índice de Precios al Consumo del Departamento de Trabajo, que se espera muestre una aceleración la inflación del 3.6% el mes pasado.
Sin embargo, las presiones subyacentes sobre los precios han seguido enfriándose, según un sondeo de Reuters a economistas.
La semana que viene se publicarán otros datos, como las ventas minoristas y el Índice de Precios a la Producción, que no se espera que pongan en entredicho el avance hacia lo que Austan Goolsbee, jefe de la Fed de Chicago, denomina la "senda dorada" de desaceleración de la inflación sin recesión.