Una terapia de shock se refiere a una serie de medidas drásticas, tomadas en un periodo muy corto de tiempo, cuyo propósito es liberalizar una economía que anteriormente mantenía un grado importante estatización. Reducir la hiperinflación usualmente es el objetivo primordial.
Aunque no existe una ‘receta’, las terapias de shock incluyen regularmente el fin de los controles de precios, la libre flotación de la moneda, privatización de empresas estatales y una reducción significativa del gasto público.
Jeffrey Sachs, un economista estadounidense al cual se le atribuye el nombre, siempre ha sido detractor del término, pues asegura que refleja ‘más dolor del que realmente ocurre’, aunque en la práctica los resultados son mixtos.
Lo visto en Bolivia
Uno de los primeros casos de terapia de shock ocurrió a mediados de la década de 1980, en Bolivia, que llegó a padecer una hiperinflación de 60,000%. El ministro de Economía y futuro presidente del país, Gonzalo Sánchez de Losada, decretó la libre flotación del peso boliviano, el fin de los subsidios estatales, una moratoria de pagos a organismos extranjeros y el despido de más de la mitad de los empleados públicos.
La hiperinflación en el país se redujo paulatinamente y para 1993 el incremento de los precios se había limitado a menos de 10%. Con el retorno del equilibrio fiscal, Sachs asesoró al gobierno boliviano para que usará recursos del banco central y, con ello, se fortaleciera el peso frente al dólar, que era usada como moneda de uso corriente en muchas actividades de la economía.
Pese a los resultados macroeconómicos, la economía boliviana se mantuvo como una de las más rezagadas en América del Sur, que vio en los noventa y principios de los años 2000, un boom acelerado.
Asimismo, la desigualdad económica se acentuó, pues de acuerdo con datos del Banco Mundial, para 2002 el 82% de la población rural en el país vivía por debajo del umbral de pobreza, lo mismo que el 54% de los habitantes de zonas urbanas. El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad en los países, creció casi 10 puntos porcentuales a lo largo de la década de los noventa y solo se recuperó hasta la llegada del nuevo milenio.
La experiencia de Polonia
El éxito macro de Sachs en Bolivia le valió una invitación del gobierno polaco para asesorar la transición del país del comunismo a una economía de libre mercado. La inflación rondaba 600%, con un mercado negro creciente para atender la escasez de productos básicos para la población y empresas estatales con amplios recursos naturales, pero sin tecnología ni capacidad humana para enfrentar los retos de la apertura a nuevos mercados más competitivos.