El subsecretario de Agricultura dijo que ahora corresponde a Estados Unidos demostrar que el maíz transgénico no perjudica a la población mexicana, que consume una cantidad de maíz superior a la de muchos países a través de alimentos básicos de la dieta diaria como la masa nixtamalizada y la tortilla.
"Estamos esperando que Estados Unidos presente esas evidencias científicas", dijo Suárez a Reuters respecto a los estudios solicitados para evaluar la inocuidad de cereal genéticamente modificado.
"Pero hasta el día de hoy no hemos visto ningún estudio científico que ha presentado Estados Unidos y las empresas sobre la inocuidad del consumo continuado a lo largo de años", añadió. "Por lo tanto, no hay bases científicas para que Estados Unidos y las empresas afirmen que su maíz es inocuo", destacó.
Un portavoz del Departamento de Agricultura de Estados Unidos refirió a Reuters a la postura de Washington acerca de que el enfoque de México sobre biotecnología no está basado en ciencia, en respuesta a una solicitud de comentarios.
Un funcionario de alto nivel de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR por su sigla en inglés) dijo a Reuters que "autoridades científicas, incluso en México, han encontrado consistentemente que los productos biotecnológicos como el maíz son seguros durante un período de décadas", en respuesta a lo dicho por Suárez.
La controversia en el T-MEC
El maíz genéticamente modificado se utiliza ampliamente para alimento de ganado en todo el mundo, aunque algunos consumidores desconfían del consumo de productos transgénicos en general. La disputa comercial con México podría amenazar las ventas de maíz estadounidense en un momento en que la baja demanda del grano y la caída de los precios están perjudicando a los agricultores.
Empresas como Bayer han gastado en las últimas décadas cientos de millones de dólares en el desarrollo de cultivos transgénicos y han defendido la seguridad de los alimentos transgénicos que se comercializan en todo el mundo.
La respuesta escrita de México citó estudios que, según dijo, mostraban vínculos entre el consumo de maíz transgénico y la exposición al glifosato con la inflamación del hígado en personas e impactos en la respuesta inmune en animales, señalando que considera que el riesgo para la salud humana es "extremadamente grave".
Estados Unidos solicitó en agosto un panel de solución de disputas en el marco del T-MEC por el decreto de México que prohíbe el maíz transgénico para consumo humano, concretamente para su uso en harina para tortillas.
El decreto permite el uso de maíz amarillo transgénico para consumo animal, que representa la mayor parte de los casi 5,900 millones de dólares que México importa anualmente de maíz estadounidense.
Washington ha insistido en que el decreto de México que prohíbe las importaciones de maíz transgénico para tortillas no está basado en la ciencia y viola acuerdos en el T-MEC, en marcha desde 2020.
"No hay ningún impacto al comercio", aseveró Suárez, añadiendo que las importaciones a México de maíz desde Estados Unidos se han incrementado en los últimos años. "Es pura ideología atrás de un modelo de dependencia alimentaria", añadió.
En su respuesta escrita, México argumentó que no se ha establecido un plazo específico para la sustitución total del maíz genéticamente modificado, de acuerdo a lo planteado por el decreto, por lo que no puede ser un argumento sobre su posible impacto comercial en el panel de controversias.
"Es una meta estratégica", dijo Suárez. "Como a Estados Unidos le gustaría tener soberanía energética y autosuficiencia energética", añadió.
Se espera que Estados Unidos conteste la respuesta de México.