Los aranceles son la herramienta multifuncional de Donald Trump para intentar resolver los problemas internos de Estados Unidos y afrontar conflictos con otros países. En algunos casos, su eficacia es limitada, mientras que en otros parece tener resultados positivos.
El presidente republicano insiste en que, gracias a los aranceles, Estados Unidos podría enriquecer su economía. Sin embargo, los analistas consideran que este objetivo es difícil de alcanzar.
De hecho, desde la misma Casa Blanca se reconoce que los aranceles a las importaciones no tienen un impacto significativo en los ingresos totales del gobierno.
Desde principios del siglo XX, estos impuestos representan una porción mínima de los ingresos nacionales. En el año fiscal 2023, los aranceles solo constituyeron alrededor del 2% (80,000 millones de dólares) de los 4.44 billones de dólares en ingresos del gobierno.
Trump tiene la ambición de que los aranceles también puedan contribuir a reducir la deuda nacional de Estados Unidos, un monstruo financiero que supera los 36 billones de dólares. Sin embargo, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales advierte que para que los aranceles sirvan para reducir la deuda, primero deben transformar el déficit presupuestario en un superávit, algo que resulta muy difícil de lograr.
Un reporte de PwC destaca que, Trump está trazando una agenda de política comercial activista centrada en el aumento de los aranceles estadounidenses. Esta estrategia apunta a reestructurar las relaciones comerciales de Estados Unidos, promover prácticas comerciales justas, abordar cuestiones socioeconómicas y alentar la producción nacional.
Además de buscar reducir la deuda, Trump pretende que los aranceles incentiven a las empresas a invertir en Estados Unidos. De lo contrario, amenaza con imponerles aranceles.
“Si no fabrican sus productos en Estados Unidos, entonces, muy sencillamente, tendrán que pagar un arancel que destinará cientos de miles de millones e incluso billones de dólares a nuestro Tesoro para fortalecer nuestra economía y pagar la deuda”, declaró la semana pasada en Davos, Suiza.
El presidente está convencido de que atraer empresas e industrias a Estados Unidos es clave para el crecimiento económico.
Además, Trump considera que los aranceles son una herramienta para reducir el déficit comercial, que solo en el sector de bienes asciende a 1.08 billones de dólares. Sin embargo, durante su primer mandato quedó claro que los aranceles no tuvieron el efecto esperado, ya que, en lugar de reducir el déficit, lo incrementaron.
Los 80,000 millones de dólares recaudados por aranceles en el año fiscal 2023 alcanzaría apenas para cubrir un año del plan de deportaciones de Trump, que según los cálculos del American Immigration Council, ascenderían a 88,000 millones al año.
Una de las principales prioridades de Trump es frenar la migración ilegal y el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. En este frente, recurre a la amenaza de aranceles, obteniendo ciertos resultados.
Recientemente, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, se negó a recibir vuelos de deportados desde Estados Unidos. En respuesta, Trump suspendió la emisión de visas y anunció un arancel del 25%.
Finalmente, el presidente colombiano cedió y evitó la imposición de esos aranceles.
Durante su primer mandato, Trump también consiguió un acuerdo con México en materia migratoria. En ese entonces, con Andrés Manuel López Obrador en la presidencia, el republicano amenazó con imponer un arancel del 5% si no se detenía el flujo de migrantes.
A los pocos días, el gobierno mexicano accedió al acuerdo, aunque fue ampliamente criticado, ya que algunos consideraron que México cedió ante las presiones de Estados Unidos.
En su nueva etapa advierte de un arancel de 25% para México y Canadá de no haber cooperación para el tema de migración y seguridad.
Otro de los objetivos de Trump es utilizar los aranceles para poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania, aunque esta medida parece tener un impacto limitado.
“Si no llegamos a un acuerdo, y pronto, no tendré otra opción más que imponer altos impuestos, aranceles y sanciones sobre cualquier cosa que Rusia venda a Estados Unidos”, fue el mensaje de Trump dirigido a Vladimir Putin.
Sin embargo, la amenaza no solo fue para Rusia, sino también para los países que apoyan a Moscú. Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, respondió que no había nada nuevo en las declaraciones de Trump, ya que este tipo de amenazas han sido parte de su estrategia desde su primer mandato.
Es probable que Trump siga ideando nuevas maneras de utilizar los aranceles, su herramienta "favorita", para avanzar en su agenda.
