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La triple ‘A’ en manufactura

Con un principio de organización una empresa metal mecánica busca hacerle frente a las grandes; la meta de Comercializadora del Centro Bonanza es alcanzar ventas por 25 millones de dólares.
mar 22 julio 2008 06:00 AM
Juan Carlos Almazán Mathews. Tiene 30 empleados y calidad ab

Juan Carlos Almazán Mathews
BONANZA
Inicio de operación: Agosto de 2005
Inversión inicial: 200,000 dólares
Facturación: 1.1 millones de dólares

Cual maestro japonés de bonsai que busca la perfección, Juan Carlos Almazán integra en su empresa Comercializadora del Centro Bonanza las tres características que lo definen: precisión, persistencia y perfeccionamiento continuo.

Su método parece simple: asimila las cualidades de las empresas triple A (AAA) y las adapta a Bonanza, una compañía metalmecánica que aunque sólo cuenta con 30 empleados, vive la grandeza de superar a cualquiera de sus competidores, incluso a grandes multinacionales, en estándares de calidad.

“Es la empresa más rentable por metro cuadrado que conozco”, resalta Gabriela Martínez, gerente de compras de ABB, a la que Bonanza suministra piezas para ser ensambladas en paneles de control de plantas de energía eléctrica. La fábrica de Bonanza tiene escasos 620 metros cuadrados, y Almazán espera utilidades por 300,000 dólares en 2008.

Ubicada en San Luis Potosí, Bonanza produce pequeñas piezas mecanizadas de fierro, cobre, bronce, platino y plástico para productos como transformadores eléctricos o radiadores de auto, componentes para la industria aeronáutica y sistemas para la exploración y explotación de petróleo.

Según sus socios, Almazán es un hombre extremadamente calculador, mide continuamente el mercado y observa tendencias. Conoce su negocio y no vende lo que no puede entregar eficientemente. Y hasta que encuentra el punto de equilibrio, no da el siguiente paso.

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Orgulloso, eso sí, suelta un dato que muestra lo meticuloso de sus cuentas: “70% de lo que vendemos es sustitución de productos de origen chino”.

Parte de su éxito se basa en que sus métodos y sistemas para el control de procesos, producción y calidad “cumplen en estructura y cultura humana”, con niveles de empresas de excelencia global, como Eaton, Cummins y Toyota.

Bonanza dispone de un laboratorio de calidad y maquinaria nueva de última generación. Además, se apoya en empresas como Valeo, Delphi y Autolive para hacer bench-marking (replicar mejores prácticas), y en Lensys para fortalecer el sistema de manufactura esbelta. Cuenta con el Toyota Production System (TPS) y el Business Advisers International para el desarrollo del plan estratégico de negocio.

“Bonanza posee uno de los porcentajes más altos en las evaluaciones de calidad entre nuestros 200 proveedores mexicanos”, comenta Óscar Campillo, coordinador de Proyectos de Bosch de México, filial de la multinacional alemana de componentes para automóviles.

Tras iniciar operaciones en 2005, la compañía registró ventas por 1.1 millones de dólares (MDD) en 2007, la mitad de ellas dirigidas a Estados Unidos, y en junio pasado ganó un contrato con Bosch para proveer piezas por 2 MDD.

“Almazán es una persona 100% persistente”, dice Carlos Bárcena, secretario de Desarrollo Económico del gobierno de San Luis Potosí, y recordó que el dueño de Bonanza fue varias veces a Monterrey y Houston para obtener un pedido de Halliburton, la estadounidense de servicios petroleros.

Inició su carrera en el sector minero como topógrafo, luego fue mecánico e hizo “toda clase de chambitas”. Ocupó tres años la gerencia de exploración de la Compañía Minera Gamma, en Baja California Sur. Llegó a dirigir el corporativo de la Compañía Minera Las Cuevas (hoy Mexichem), en esos 16 años la empresa se posicionó como la primera minera a escala global en certificación ISO.

A los 44 años, en su mente se acentuó el temor del retiro. “Estoy llegando a un deathline, me independizo o sigo en esta empresa como asalariado y me pongo en la situaciónde otros empleados que llegan a los 60 años y te dicen adiós”.

Como emprendedor, su primera apuesta “fue un excelente negocio”, que no prosperó. Crió 830 cabezas de vacas Jersey en San Luis Potosí, llegó a ser el segundo mayor ganadero de leche de esa raza en el país. “Lo que cambió todo fue la política económica gubernamental en el sector agropecuario, acabaron con todo”, lamenta. Cerró otra etapa de su vida, tras evaluar que esa actividad “no tenía potencial”.

En 2005, a sus 53 años, se lanzó a la creación de Bonanza. Inició operaciones con una inversión propia de 200,000 dólares y con un financiamiento obtenido por el gobierno de San Luis Potosí por 300,000 dólares. Adicionalmente, otros socios de la empresa han aportado 600,000 dólares.

Por ahora, se concentra en lograr un joint venture con sus socios para invertir 5 MDD, y lograr que Bonanza alcance ventas por 25 MDD en 2012. “Esto ha sido –dice Almazán imbuido en su nuevo negocio– una gran aventura”.

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