México vive una bonanza sobre dos ruedas… pero chinas
Nota del editor: El artículo completo lo puedes consultar en la edición 248 de la revista Manufactura, Especial Escuelas de Ingenierías: De la maquila a la innovación, correspondiente a agosto de 2016.
(Manufactura) — En América Latina, el uso de la bicicleta como medio de transporte puede ayudar a reducir el tráfico y la contaminación, disminuir accidentes y hasta promover el desarrollo y la competitividad, asegura el estudio “Ciclo-inclusión en América Latina y el Caribe”, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Según este análisis, las ciudades de América Latina se destacan por la importante participación de la bicicleta (28%) en los desplazamientos.
Para 2014, estas urbes contaban ya con 2,513 kilómetros de ciclovías, con Bogotá, Colombia, y Río de Janeiro, Brasil, a la cabeza. Guadalajara se sumó como pionera en la introducción de zonas 30, es decir, donde los automovilistas no deben rebasar esa velocidad.
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Además, la Ciudad de México —junto con Bogotá, Río de Janeiro, Santiago de Chile y Rosario, en Argentina—, está entre las ciudades que el BID menciona como casos exitosos y pioneros en establecer “políticas ciclo-inclusivas”, porque no solo ha trabajado en la infraestructura vial para las bicicletas, sino que también lo ha hecho en la regulación, la participación ciudadana y la operación, cuatro aspectos claves para el tema.
Todo esto ha impulsado el uso de la bicicleta en México, aunque la industria nacional no se ha visto favorecida con este aumento en el uso de este medio de transporte. La producción de bicis en México ha ido cayendo en la última década. Eso favorece al usuario, porque los vehículos importados son más baratos, pero daña a la industria local.
“No hemos crecido la producción al ritmo de la demanda que se vive en México. Al contrario, hemos producido menos”, se queja Fernando Mejía, presidente de Magistroni, marca mexicana de bicicletas.
El mercado mexicano ha sido invadido por bicicletas de origen chino, que entran al país a 7 dólares por unidad, cuando el valor real de producción de una bicicleta de gama baja es de 20 dólares, según la Asociación Nacional de Fabricantes de Bicicletas (Anafabi).
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Además, algunos importadores introducen al país bicicletas desmanteladas, pues así las declaran en la aduana como partes y omiten el pago del impuesto de importación.
La Anafabi señala en un documento que a causa de esta práctica desleal se han introducido a México dos millones de bicicletas desarmadas en una década, las cuales se comercializan en mercados informales.
Las estadísticas de la Secretaría de Economía revelan que, entre 2010 y 2014, la cantidad de bicicletas importadas, principalmente de China, Taiwán y Camboya, se multiplicó por más de cuatro veces, al pasar de 75,774 a 318,272 unidades. En términos de valor, las importaciones crecieron más de seis veces, al pasar de 6.2 millones de dólares en 2010 a 39.2 millones en 2014.
Mientras, en estos años la producción local de bicicletas bajó 10%: en 2011 se fabricaron en el país 1.7 millones de unidades, y en 2015 fueron 1.5 millones de bicicletas, según la Anafabi. Esto ha repercutido en las plazas laborales. En 2008, los industriales del sector daban empleo a 4,000 mexicanos, y para 2014 la cifra se redujo a 2,750.