Los problemas de la falta de estabilidad en la dirección de Pemex
La falta de visión y estabilidad en la dirección en Pemex, que recibe ahora a su tercera cabeza del sexenio, cuestiona el modelo que sigue la compañía tras la reforma energética, coinciden expertos del sector.
La salida de José Antonio González Anaya, quien ahora dirigirá la Secretaría de Hacienda, lleva al tercer cambio de director general de Pemex en lo que va de la presidencia de Enrique Peña Nieto. La administración inició con Emilio Lozoya Austin, quien encabezó a la compañía hasta febrero de 2016, para ser sustituido entonces por González Anaya. Ahora, Carlos Treviño Medina dirigirá a la entidad productiva del Estado.
La presencia de tres titulares en Pemex no se daba desde la presidencia de Ernesto Zedillo, entre 1994 y 2000. Carlos Ruiz Sacristán, actual director general de IEnova, dirigió Pemex por menos de un mes, lo que abrió el paso a Adrián Lajous, quien se mantuvo en el puesto desde diciembre de ese año hasta 1999. Rogelio Montemayor tomó las riendas de la petrolera hasta el año 2000.
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Los constantes cambios en el timonel de la compañía, que durante este sexenio dejó de ser un monopolio legal tras la apertura del sector a las empresas privadas, generan la imagen de una falta de autonomía en cuanto a sus decisiones y dificultan su visión como una empresa que debe buscar la rentabilidad, considera el socio de la consultora Marcos y Asociados, Luis Miguel Labardini.
“No ha habido una reforma profunda para Pemex en lo administrativo (…). Esto deja ver que se sigue viendo como parte del gabinete ampliado”, critica el especialista.
nullLa entrada de José Antonio González Anaya al frente de Pemex significó un cambio de rumbo en las operaciones de la compañía, que aplicó recorte de 100,000 millones de pesos (mdp) en su presupuesto a inicios de 2016, como parte de las medidas ante la caída de los precios internacionales del petróleo.
Este ajuste afectó a las operaciones de la petrolera, que desde entonces vive una caída en sus indicadores de producción y refinación de petróleo, destaca el analista del sector, Ramsés Pech. Los cambios de directivos no ayudan a impulsar las operaciones, agrega. “Los directivos de Pemex, en los últimos 10 años, sólo se han preocupado por administrar el presupuesto de la empresa, puro control en el papel, pero no hemos visto mejoría en la parte operativa”.
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Pech pide una reforma en la administración de Pemex, donde se exija que su director general tenga experiencia tanto en la parte administrativa como operativa dentro del sector petrolero.
A la petrolera nacional le conviene que su nuevo director, y los que vengan después, den continuidad al último Plan de Negocios propuesto por su predecesor, y que además se mantenga una visión sobre cómo deberá operar Pemex en el futuro más allá de la actual administración, considera el director de la consultora GMEC, Gonzalo Monroy. “Falta la visión de largo plazo de Pemex (…). Ese es el gran debate que hace falta”.
Monroy destaca que aún existen voces que consideran que Pemex debe regresar a ser una empresa que esté en todas las cadenas de valor de la industria energética, como si fuera todavía el gran monopolio, cuando lo mejor sería centrarse en algunas áreas donde tenga posibilidades de ser rentable.
Otra de las cuestiones que se debe debatir sobre su futuro es si Pemex debe salir a la Bolsa para conseguir más recursos y depender menos del financiamiento público, finaliza Labardini.
