TLCAN 2.0: México (por fin) saca los dientes en el tema automotriz
Desde que inició la renegociación del TLCAN, México se había abstenido de presentar una propuesta para modificar las reglas de origen (el porcentaje de contenido fabricado en la región) que rigen la producción y el libre comercio de vehículos en Norteamérica. ¿La razón? Ni las armadoras ni los fabricantes de autopartes que operan en el país querían que cambiara.
“Desde el principio, nuestra posición siempre fue la de no mover la regla de origen”, dijo Eduardo Solís, presidente de la Asociación Mexicana de la industria Automotriz, en conferencia de prensa.
La norma actual es muy laxa: el único requisito para que los vehículos que se fabrican en México, Estados Unidos y Canadá puedan comercializarse libres de arancel en la región de Norteamérica es que integren un 62.5% de contenido fabricado en estos tres países.
Esto permitió a los fabricantes configurar sus vehículos según les convenga para alcanzar ese porcentaje. Por ejemplo, con un motor proveniente de Alemania, acero mexicano y semiconductores japoneses. O con una transmisión proveniente de Japón, acero estadounidense y asientos hechos en México. Cada vehículo producido en México tiene un ADN diferente.
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Esta regla de origen flexible, sumada a un bajo costo de la mano de obra y a la vecindad con Estados Unidos —el segundo mayor mercado consumidor de vehículos del mundo— posicionó a México como una plataforma atractiva para abastecer al mercado estadounidense.
En los últimos cinco años, la producción de vehículos en México prácticamente se cuadruplicó, pasando de 987,000 unidades en 2012 a 3.7 millones en 2017. En este mismo lapso, siete automotrices anunciaron inversiones para construir nuevas plantas en México. En contraste, la producción en Estados Unidos apenas incrementó 10%, pasando de 10.3 millones de vehículos en 2012 a 11.1 millones en 2017.
Lo que está en juego
En este contexto, el gobierno estadounidense encabezado por Donald Trump busca revertir esta tendencia para favorecer a las plantas establecidas en su país, mediante el endurecimiento de las reglas de origen del TLCAN.
Desde que inició la renegociación del acuerdo, ha puesto sobre la mesa tres propuestas. La última de ellas establece al menos cinco candados para que los vehículos fabricados en Norteamérica puedan obtener una preferencia arancelaria.
- Que incluyan 75% de contenido regional. Esto reduce el porcentaje de componentes que las automotrices podrán incorporar de otros países fuera de la región.
- Establece una lista de siete componentes ‘core’ —entre ellos, el motor, la transmisión, la suspensión y el chasis— que en conjunto deben sumar 75% de contenido regional. Este requisito antes no existía.
- Elimina la regla de rastreo, un concepto que ahora da a los fabricantes la posibilidad de que los componentes de los vehículos que fabrican en Norteamérica sean considerados originarios de la región al 100%, mientras incorporen solo un 62.5% de insumos provenientes de Estados Unidos, México o Canadá. Este valor adicional que se gana en cada componente es lo que permite cumplir la regla actual.
- Que el 40% del valor de los autos y las SUV, y 45% del valor de los pickups fabricados en la región, provengan de componentes que hayan sido producidos por empleados que reciban un salario de entre 16 y 19 dólares la hora. Estados Unidos y Canadá cumplen con este requisito, pero México no.
- Que el 70% del acero y aluminio utilizado por los fabricantes de vehículos provenga de Norteamérica.
Solís asegura que esta propuesta es demasiado rígida, y afirma que busca favorecer solo a las empresas estadounidenses, principalmente a los fabricantes de acero y de autopartes. Por ello, añade, resta competitividad a la región, en tanto que las automotrices deben de cumplir con todos estos requisitos para poder comercializar sus vehículos en la zona con preferencia arancelaria.
Estados Unidos ya ha cedido en algunos puntos —por ejemplo, desechó la idea de que el 50% de los componentes de los vehículos tengan que provenir de Estados Unidos—, pero el equipo negociador de ese país ha dejado claro que no está dispuesto a irse con las manos vacías.
Así, México también está cediendo y ya ha abandonado la idea de mantener intacta la regla de origen.
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“Ahora estamos dispuestos a buscar una mayor integración —es decir, elevar el contenido regional—, pero de una forma que sea viable para la industria que opera en los tres países”, dijo Solís.
El líder gremial aseguró que la AMIA ya trabaja en conjunto con la Secretaría de Economía en una propuesta para modificar la regla de origen. Será la primera que México ponga sobre la mesa de negociación, en uno de los principales temas de conflicto para lograr cerrar el nuevo TLCAN.