El presidente de Audi va a la cárcel, ¿y ahora qué sigue?
La detención de Rupert Stadler, presidente de la marca premium Audi, ha vuelto a abrir las heridas que su dueño, el grupo alemán Volkswagen, ha tratado de sanar desde que se destapó el llamado dieselgate en 2015.
Ese año, las autoridades ambientales de Estados Unidos descubrieron que la compañía había instalado un software en los motores diésel de miles de vehículos vendidos en ese país para disimular el nivel de emisiones contaminantes cuando pasaran por un análisis oficial.
El caso llevó a la dimisión de varios altos directivos del grupo Volkswagen, incluido el presidente global y el CEO en Estados Unidos, y a una multa de 25,000 millones de dólares.
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nullMás tarde, Alemania también inició su propia investigación. La Fiscalía de Múnich, encargada del caso, sospecha que Audi, compañía donde hay 20 personas acusadas, vendió en Estados Unidos y Europa a partir de 2009 unos 220,000 vehículos equipados con el software. La Fiscalía sospecha que Stadler tenía conocimiento de la manipulación en Europa, después de que saliera a la luz en Estados Unidos, pero no ordenó que se interrumpieran las ventas. Por ello, el directivo está acusado de engaño y falsedad de declaración indirecta.
Desde que estalló el escándalo, Audi y la misma Volkswagen han replanteado toda su estrategia, que había estado centrada en los motores a diésel. Ahora apunta a la electromovilidad.
Así, en septiembre de 2017, Volkswagen anunció una inversión de 20,000 millones de euros para el desarrollo de nuevos vehículos eléctricos. El grupo alemán se ha planteado el objetivo de vender 1 millón de coches de este tipo, a través de varias marcas, para 2025.
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Para lograrlo, trabaja en lograr autos asequibles. Herbert Diess, presidente ejecutivo de Volkswagen, calcula que, en 2025, el I.D. —el vehículo más pequeño de los nuevos eléctricos— costará más o menos lo mismo que un Golf TDI.
Esto será posible gracias a la reducción del precio de las baterías y a un proceso de producción más eficiente. Aquí jugará un papel clave otra plataforma modular y flexible, llamada MEB, en la que ha invertido 2,000 millones de euros y que estará lista el próximo año.
La planta de Zwickau, al oeste de Alemania, será la primera en instalarla, y podrá fabricar 1,500 autos al día. “Al final de 2020, sólo veremos eléctricos saliendo de la línea de producción”, asegura Diess.