El abogado explica que en México, los concursos mercantiles tienen dos etapas: la de liquidación o quiebra y la de conciliación o reestructura económica. “Cada país le llama distinto, pero la etapa de conciliación en México es el equivalente al Capítulo 11 en Estados Unidos, mientras que la de quiebra es similar al Capítulo 7”, agrega.
Sin embargo, en el país vecino del norte estos procedimientos judiciales son muy comunes, e incluso cada vez más compañías mexicanas recurren al Capítulo 11 para salvarse de la quiebra, debido a que las leyes estadounidenses ofrecen a las compañías un proceso mucho más ágil.
“En México, es un procedimiento costoso y en la mayoría de las veces muy largo. Hay concursos iniciados en 2011 que aún no concluyen. Es un procedimiento que depende del poder judicial, y con la contingencia, los juzgados no están considerando a los concursos mercantiles como un trámite urgente”, dice.
De acuerdo con el abogado, la ley de concursos mercantiles es poco clara y la curva de aprendizaje ha sido muy larga, por la escasez de casos que hay. “No olvidemos que México es un país de Pymes, saldría más caro tratar de rescatar un negocio que empezar uno nuevo”, comenta. “El concurso mercantil es para empresas grandes, aunque pone en juego su viabilidad porque, si no se llega a un acuerdo de reestructura en un año, inicia automáticamente la etapa de liquidación. Y no todos los empresarios quieren correr ese riesgo”.
En opinión de José Alberto López, abogado especialista en concursos mercantiles del despacho GLZ Abogados, el formalismo riguroso en el país puede perjudicar a las compañías que presentan problemas de solvencia económica. Por eso, no es de extrañarse que cada vez más empresas mexicanas vean en el Capítulo 11 una salida más segura.
“Al concurso mercantil le falta agilidad y flexibilidad. Interjet ha intentado tres veces acogerse en esta figura sin éxito. El 30 de junio pasado, Aeroméxico se acogió en el Capítulo 11, y al siguiente día un juez de Nueva York ya había dado resolución para salvaguardar los activos de la aerolínea”, detalla.
En la figura del concurso, la empresa y sus acreedores tienen hasta un año para acordar un convenio que permita la reestructuración de la deuda. En cambio, el Capítulo 11 contempla un periodo de 120 días para presentar un plan de reorganización, y se puede extender hasta 18 meses más. Posteriormente, hay un plazo de 180 días adicionales para aceptar el plan de reorganización.
Por otro lado, los expertos consultados destacan que el capítulo 11 permite que la empresa deudora acceda a un nuevo crédito para que pueda mantener su operación, tal y como ocurrió con el financiamiento que obtuvo Aeroméxico, en su proceso de reestructuración financiera. Mientras que, para obtener un crédito nuevo en México, el deudor debe contar con la aprobación del conciliador y del juez.
Otra diferencia es que en Estados Unidos, las personas físicas pueden ampararse del Capítulo 11, y no solo las personas morales, como ocurre con el concurso mercantil.
Para que una empresa mexicana pueda recurrir al Capítulo 11, López refiere que la mayoría de sus activos o acreedores tienen que estar en territorio americano y regidos por la ley estadounidense.
No obstante, los especialistas consultados aconsejan que antes de recurrir al concurso mercantil o al Capítulo 11 se apele a la negociación. Es preferible acercarse al banco o a los proveedores para exponer un plan de reestructura económica.
“Tanto al deudor como al acreedor les conviene llegar a un acuerdo fuera de los tribunales, en lugar de atenerse a un procedimiento judicial que no se sabe cuánto va a durar, cuánto va a costar ni cómo van a resolver las autoridades jurisdiccionales”, concluye Rodríguez.