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El cambio climático y las sequías se interpondrán en el plan eléctrico del país

El presidente ha ordenado aumentar el uso de las centrales hidroeléctricas, en su mayoría propiedad de la CFE, pero las sequías obligarán al gobierno federal a replantear sus prioridades.
jue 29 abril 2021 05:00 AM
HIDROELÉCTRICA y cambio climático
La apuesta por las energías limpias del gobierno son las hidroeléctricas, pero la sequía amenaza el plan.

El presidente ha sido firme. Su plan para generar energía limpia en los próximos años se basa en las hidroeléctricas propiedad de la estatal CFE, las centrales que generan electricidad mediante la fuerza del agua. Pero el cambio climático y las sequías que azotarán al país amenazan al proyecto presidencial.

El país se encuentra en medio de una sequía, un fenómeno que amenaza con repetirse de manera más frecuente a medida que avanza el cambio climático. La Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha advertido que el 83.9% del país atraviesa por una sequía, principalmente ocasionada por una disminución en las lluvias y, con esto, los recursos hídricos del país también han ido a la baja.

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El sistema Cutzamala –el principal cuerpo de agua que alimenta al centro del país– está al 46.2% de su capacidad y el lago Cuitzeo, en Michoacán, está seco en un 70% y con un alto riesgo de desaparecer.

Pero en medio de la sequía, la electricidad generada mediante la tecnología hidroeléctrica continúa una racha ascendente, que inició cuando el actual gobierno federal decidió convertir a las hidroeléctricas en la primera fuente de electricidad.

La razón: la estatal CFE agrupa 60 de estas centrales y la hidroeléctrica –además de la nuclear– es la única tecnología limpia que domina la compañía dirigida por Manuel Bartlett, pues históricamente sus planes se han centrado en la generación mediante gas natural y no con fuentes solares o eólicas.

La generación mediante las plantas hidroeléctricas prácticamente se ha duplicado. Los documentos más recientes del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), el operador del mercado, registran que durante los últimos días la electricidad proveniente de estas plantas ha aumentado entre 80% e incluso más de 100% respecto al mismo periodo del año pasado.

El 22 de abril, el mismo día en que el gobierno de la Ciudad de México advirtió que la sequía que se vive en el centro del país es la más fuerte de los últimos 30 años, el Cenace reportaba que la generación mediante las centrales hidroeléctricas había aumentado en 117% en comparación con un año antes.

La relación quizá no es clara, pero un aumento en la producción de electricidad implica un incremento en el agua utilizada y almacenada para el proceso, y con esto menos disponibilidad para otros usos que prioritarios, como el consumo humano y las actividades agrícolas.

“¿Cuál es el problema? Que esa agua que estamos dejando correr para generar electricidad es agua que se va y se pierde en el sentido que corre su caudal y llega de nuevo al océano (...). Al momento en que se decide que el despacho va a ser continuo, esta agua que está en los embalses empieza a bajar de nivel y si tenemos una situación como ahora, y además tenemos temperaturas récord, no la estamos usando de manera estratégica y guardandola para cuando se necesita”, dice Ricardo Granados, de la organización Ombudsman Energía México. “Necesitamos ver las presas como si fueran baterías, las debemos tener guardadas para cuando se deban utilizar”.

Hasta antes de esta administración, las plantas hidroeléctricas –que representan el 14.7% de la capacidad total instalada en el país– se utilizaban solo para cubrir los picos de demanda eléctrica. Pero ahora, con una modificación a la Ley de la Industria Eléctrica que se encuentra detenida, se busca que éstas sean la primera fuente de electricidad del país.

El plan está lejos de ser sostenible en el tiempo. La geografía del país lo hace uno de los más vulnerables a una próxima –y ya palpable– escasez de lluvias y con ello una menor disposición de agua en el largo plazo.

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“No tenemos certeza de la viabilidad de largo plazo (del plan de basar el consumo eléctrico en las hidroeléctricas) porque a medida en que haya menos disponibilidad de agua habrá que priorizar otros usos: consumo humano, agrícola o incluso el industrial (...). Lo que se debe hacer es una transición hacia otras energías renovables”, dice Adrián Fernández, director de la Iniciativa Climática de México.

El país cuenta con cerca de 180 presas, el principal vehículo de almacenamiento de este recurso. El agua concesionada debe de priorizarse para consumo humano y después para la generación eléctrica.

Las hidroeléctricas ahora generan cerca del 12% de la energía eléctrica del país. Y aunque el agua usada en este proceso no implica el consumo directo del recurso, reservarla para las centrales de este tipo sí limita la disponibilidad para el resto de sus usos.

“Aun así, al reservarse grandes volúmenes de agua para las hidroeléctricas, no pueden aprovecharse para otros usos”, admite el gobierno federal en el último plan hídrico presentado en diciembre del año pasado.

Y la administración federal también se enfrentará con un obstáculo de orden legal: la Conagua está obligada a definir límites para el uso de generación eléctrica que se toma con base en la disponibilidad, una que ahora está muy por debajo del promedio de los últimos años. El regulador está obligado a poner al inicio de la fila el riego y el abastecimiento de las ciudades.

“Ahí podemos entrar en un conflicto de tipo social porque seguramente grupos de interés estarán buscando tener prioridad en el manejo del agua represada”, admitió Federico López de Alba, gerente de protección ambiental de CFE hace unas semanas en un conversatorio del Colegio de México.

La Agencia Internacional de Energía (EIA, por sus siglas en inglés) ha previsto que la capacidad hidroeléctrica en México y Latinoamérica disminuirá en torno a un 8% –en el escenario más positivo– debido a cambios climáticos.

El organismo internacional asegura que América Central y México serán la regiones del continente que verán la baja más constante en sus recursos hídricos y con ello una disminución de su capacidad hidroeléctrica.

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