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Pemex apuesta a contracorriente con la compra de la refinería Deer Park

La industria petrolera ha comenzado a incluir en sus negocios activos que los hagan permanecer en un mercado que avanza en la transición energética. Pero Pemex aún se resiste al cambio.
mié 26 mayo 2021 05:00 AM
Transición energética
La crisis de coronavirus aceleró el proceso que en víspera de la transición energética que ya habían iniciado algunas petroleras.

Pemex ha decidido comprar la totalidad de la refinería Deer Park en medio de una descarbonización del sector y el cierre de otros complejos de refinación, como parte de una estrategia generalizada de otras petroleras para garantizar la permanencia de su negocio en un entorno que avanza en conjunto hacia las energías renovables. Un movimiento ya anunciado pero que se aceleró con la pandemia.

La compra, anunciada como una de las acciones tomadas rumbo a lograr la autosuficiencia energética, marca de nueva cuenta la tendencia contracorriente tomada por el gobierno federal hacia el uso de hidrocarburos y combustibles fósiles, un negocio al que aún le queda tiempo de vida, pero que no garantizará la rentabilidad de Pemex en el largo plazo.

La apuesta contracorriente comenzó con la decisión de construir Dos Bocas, la refinería en el estado de Tabasco que se ha convertido en una promesa de crecimiento para el sur del país, ha continuado con la rehabilitación de las seis refinerías y ahora la compra de Deer Park. Pero el resto de la industria ha decidido avanzar en sentido contrario.

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Deer Park no es la primera refinería vendida por Shell. La compañía ya se ha deshecho de otros activos de su portafolio de refinación.

La holandesa finalizó en febrero pasado la venta de un complejo en Martínez, California. Hace unos meses también decidió cerrar las operaciones de su refinería Convent, al sur de Louisiana, durante el tiempo en que logre conseguir un comprador y finalizó de manera permanente sus operaciones en una refinería que poseía en Singapur, una de las dos únicas que tenía el país asiático.

Shell ha anunciado que el futuro de su negocio radica en la producción de petroquímicos, los biocombustibles, el hidrógeno y el diésel renovable, una división del negocio en la que ya ha comenzado a trabajar y para la que se ha planteado reducir sus activos de refinerías de 14 a seis instalaciones rumbo a 2025.

En cambio, Pemex no ha anunciado su intención de participar en alguno de estos negocios hasta ahora. En septiembre pasado la bancada de Morena en el Senado buscó impulsar una reforma que permitiera a la estatal generar proyectos de energía alterna, pero ésta nunca fue discutida y el plan de negocios de Pemex no ha citado ninguna de estas intenciones.

Shell no es la única petrolera que ha decidido deshacerse de una gran parte de sus activos de refinación. La estatal Petrobras también se ha sumergido en la misma dinámica. La petrolera brasileña ha puesto en marcha un plan de desinversión de ocho refinerías que tienen capacidad de procesar 1.1 millones de barriles al día.

La finalidad de la empresa es lograr renovar su portafolio con activos de mayor rentabilidad y que aporten mayor competitividad a su segmento de refinación, según dijo la compañía en una nota de prensa en abril de hace dos años, cuando anunció el plan.

Y los planes de una decena de petroleras para llevar su negocio hacia un portafolio con mayor presencia en energías renovables no es algo reciente, aunque esto parezca una línea totalmente contraria a su especialidad. Las estatales Saudi Aramco, la argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), la colombiana Ecopetrol y Equinor han anunciado o comenzado planes para entrar al negocio de energía renovable.

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Esta última, la petrolera estatal de Noruega, incluso cambió su nombre después de 45 años de Statoil a Equinor porque su administración consideró debía mostrar su decisión por evolucionar de una compañía de petróleo y gas a una empresa también especializada en energía eólica, solar y geotérmica.

Saudi Aramco, la mayor productora de crudo, ha puesto en marcha una serie de inversiones en prometedoras compañías especializadas en energías renovables. Ecopetrol ya posee un parque solar e YPF busca convertirse en la principal compañía de electricidad vía métodos renovables en Argentina.

Las petroleras privadas han iniciado un camino similar. La estadounidense ExxonMobil, uno de los mayores productores de combustibles del mundo y una de las que más se resistía al cambio, anunció hace unos meses una inversión de 3,000 millones de dólares durante los próximos cinco años para desarrollar una nueva unidad de negocio centrada en combustibles.

La británica BP también ha hecho lo propio, es dueña del 43% de Lightsource, el mayor desarrollador de proyectos de energía solar en Europa y gastado cerca de 200 millones de dólares en inversiones en compañías emergentes relacionadas con el proceso de carga de vehículos eléctricos.

BP también anunció a finales de octubre el cierre definitivo de su refinería en Kwinana, una ciudad al occidente de Australia. La empresa explicó que este complejo ya no era financieramente viable y los movimientos en el mercado internacional aceleraron el cese de las operaciones.

La crisis de coronavirus está acelerando el proceso que ya habían iniciado algunas petroleras a nivel mundial en víspera de la transición energética, el mayor uso de energías provenientes de fuentes renovables y la probabilidad de que la demanda de petróleo e hidrocarburos toque su punto máximo en los próximos 20 años.

La baja en la demanda de gasolinas y combustibles ocasionada por el distanciamiento social derivado de la emergencia sanitaria llevó a una decena de empresas a cerrar las operaciones de algunas de sus refinerías de manera anticipada. Mientras la construcción de la refinería Dos Bocas avanzaba, otros complejos de refinación a nivel mundial interrumpieron sus operaciones de manera temporal o permanente.

La estadounidense Marathon Petroleum cerró de manera definitiva dos de sus plantas en Estados Unidos, en California y otra en Nuevo México, como parte de la estrategia de la compañía para aumentar su rentabilidad tras los estragos sufridos por la pandemia. Y Phillips 66, otra gran compañía dedicada a la refinación, planea para 2023 cerrar una de sus refinerías ubicadas en Santa María California.

La consultora Wood Mackenzie estima que casi el 10% de las refinerías en Europa –que implica cerca de 1.4 millones de barriles de capacidad diaria– podrían finiquitar sus operaciones durante los próximos tres años, como parte del rápido movimiento hacia las energías renovables y combustibles menos contaminantes.

Todas las petroleras con cambios recientes coinciden en un punto: han decidido optimizar su cartera de activos como una medida de resiliencia financiera y como parte de la estrategia para permanecer dentro del negocio en un mundo que avanza de manera casi en sincronía en un proceso de transición energética.

Pero Pemex, la petrolera mas endeudada a nivel mundial, ha decidido, al menos por ahora, no sumarse a la tendencia que está cambiando a la industria petrolera a nivel global.

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