Estas cifras son relativamente pequeñas, en comparación con las ventas de las vacunas fabricadas por sus competidores Moderna o Pfizer. Para este año, el estimado en ventas del laboratorio fundado por Charles Pfizer fue de 26,000 mdd.
En febrero pasado, la vacuna de Johnson & Johnson fue aprobada de urgencia en Estados Unidos. Ha sufrido varios contratiempos, incluida una suspensión en su aplicación de diez días en abril, después de informes de que mujeres desarrollaron casos graves de coágulos de sangre, además de problemas de producción en una fábrica en Baltimore.
La vacuna está vinculada a algunos casos de una rara trombosis cerebral, fruto de una reacción inmunológica exagerada. Pero las autoridades sanitarias valoraron que sus beneficios eran mayores que sus riesgos, por lo que recomendaron continuar con su aplicación. El 1 de julio, la empresa anunció que su vacuna contra el COVID-19 es efectiva contra la variante Delta, altamente contagiosa, con una respuesta inmune que dura al menos ocho meses.
En el segundo trimestre del año, el grupo también aprovechó las campañas de vacunación contra el COVID-19 en Estados Unidos, que permitieron el regreso de los procedimientos clínicos no urgentes y la reanudación de las ventas de dispositivos médicos como las prótesis que subieron 62.7%.
Según sus registros financieros, la facturación total de la compañía, que incluye también su división farmacéutica y su división de productos de higiene personal y salud como cremas y apósitos aumentó 27,1%.
Y al cierre del año, espera ventas totales de entre 93.800 y 94.600 mdd, frente a un rango previo de entre 90,600 y 91,600 mdd.
Con información de AFP.
