Hasta ahora, no existe una regulación para la operación de las empresas que ya producen y comercializan productos de cáñamo, como cosméticos o suplementos alimenticios, lo que genera un vacío legal y las deja en un mercado gris, que ha llevado a varias compañías a interponer amparos para no comprometer su operación, después de que se detuviera la emisión de permisos ante la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Mariana Larrea, asociada de la firma de abogados Santamarina-Steta, explicó que no separar al cáñamo de la marihuana en el Artículo 234 de la Ley General de Salud significa el mayor daño para la industria, porque regula a una planta como si fuera una sustancia psicotrópica. “Toda la familia del cannabis se está viendo afectada, principalmente el cáñamo. Lo que esperamos es que la ley nos brinde un acceso real y que podamos ver una ley que sea realmente operable”, dice.
Tanto Larrea como Olavarri comparten que uno de los nudos que hay en el Senado de la República es el desconocimiento sobre la planta y los usos industriales del cáñamo, cuya regulación daría paso al desarrollo en México de productos como biocombustibles, por ejemplo. Sin embargo, esperan que los legisladores terminen con el proceso para tener lista la ley, que también considera el uso lúdico, antes de que termine este periodo de sesiones, el 15 de diciembre.
“Se requiere una regulación secundaria que establezca el porcentaje de cannabinoides o concentraciones que se pueden permitir en productos como bebidas, suplementos o cosméticos, porque una alta concentración tiene una actividad farmacológica en el cuerpo y, por lo tanto, deben ser considerados como un medicamento. Con esa falta de claridad en el tema, es un área gris que nos deja en una incertidumbre jurídica a todos”, añade Olavarri.