Pese a la presión creciente, el gobierno israelí está determinado a expandir su ofensiva en la Franja de Gaza para acabar con el movimiento islamista palestino Hamás y tomar el control de la seguridad en todo el enclave, sitiado y hambriento tras casi dos años de guerra.
El domingo, al menos 60 personas fallecieron en el territorio palestino, según la Defensa Civil local.
"Una recompensa para el enemigo”
El domingo, Netanyahu dijo al gabinete que "quienes piden hoy el fin de la guerra sin derrotar a Hamás no sólo están endureciendo la posición de Hamás y retrasando la liberación de nuestros rehenes. También están garantizando que los horrores del 7 de octubre se repitan una y otra vez”.
Otros miembros del gabinete de Netanyahu se mostraron en contra de las protestas y de la exigencia de terminar con la guerra.
"Bloquear las principales carreteras de Israel y perturbar la vida de los ciudadanos es un grave error y una recompensa para el enemigo", lamentó el ministro de Cultura, Miki Zohar.
El titular de Finanzas y figura de la extrema derecha, Bezalel Smotrich, también denunció una "campaña (...) que sigue el juego de Hamás".
Son "mensajes repugnantes", replicó el jefe de la oposición, Yair Lapid. "¿No tienen vergüenza?", agregó.
El primer ministro, que dirige el gobierno más derechista de la historia del país, afirmó que su gobierno estaba decidido a aplicar la decisión de que el ejército tomara la ciudad de Gaza, una de las últimas zonas importantes del enclave que aún no controla.