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La número 1 de 'Las 500': Un plan realista para salvar a Pemex

La petrolera registró en el primer trimestre sus mejores ganancias para el periodo desde hace una década. El problema es que el incremento no responde a una mejora en su estrategia.
jue 09 junio 2022 05:00 AM
Pemex y su estrategia para ser rentable
Pemex reportó ganancias por 122,493 millones de pesos en el primer trimestre de este año, la mayor utilidad neta para el periodo desde 2011.

Pemex dará sus primeros pasos en solitario. La promesa presidencial que afirmaba que la petrolera se convertiría en una fuente de ingresos para la federación después de tres años continuos de apoyos de la hacienda pública se cumplió. Aunque no fue por ninguna estrategia del gobierno, la compañía ha aumentado su liquidez por encima de las expectativas.

La guerra entre Rusia y Ucrania y el temor a un desabasto de crudo ruso ha llenado de nerviosismo los mercados y elevado el precio internacional del petróleo a niveles no vistos desde hace más de una década. La mezcla mexicana se ha mantenido cerca de los 100 dólares por barril, con un impulso previo dado por la restricción de la oferta tras los momentos más álgidos de la pandemia.

¿Cómo genera ingresos Pemex?

La estatal ha reportado en el primer trimestre ganancias por 122,493 millones de pesos, la mayor utilidad neta para el periodo desde 2011. A la par de este buen resultado, su dirección ha hecho otro anuncio: la empresa se hará cargo de sus amortizaciones de deuda, al menos, en el corto plazo. El gobierno, que había dicho que no haría estos pagos hasta 2024, quedará como respaldo. La prueba más grande para su estrategia podría venir en los próximos meses.

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El buen resultado no ha sido una victoria de las medidas emprendidas. Los altos precios del crudo dieron un impulso a todas las petroleras. Pemex continuó con las exportaciones, pese al plan presidencial de recortarlas para enviar más crudo a las refinerías, y ha visto las consecuencias favorables de la decisión. La noticia es positiva, la compañía tendrá más recursos de los previstos, pero la estrategia del gobierno aún no se entiende en los mercados, dice Aaron Gifford, analista de mercados emergentes de HSBC.

“La confianza [del mercado en Pemex] es lo que más hace falta. No entendemos el plan de negocio que tiene Pemex”, señala Gifford desde Nueva York.

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La compañía, dicen los analistas, ha vendido como suyas las metas presidenciales, como conseguir la producción total de combustibles en el país o elevar la producción a niveles no vistos en más de una década, sin una estrategia clara y eso le ha restado credibilidad. “Entendemos que la política y la administración de la compañía no va a separarse completamente, pero el mercado necesita mucha más claridad sobre lo que quiere hacer, el origen de los recursos, la verdadera viabilidad, y nada de eso hemos visto hasta ahora”, dice un analista de J.P. Morgan que pidió no ser citado.

Los especialistas y el mercado ya han descartado un cambio radical de dirección. Pero a la administración federal aún le queda poco más de dos años para demostrar que su plan ha funcionado.

La compañía ha hecho oídos sordos a las recomendaciones de las calificadoras e instituciones financieras y ha decidido continuar priorizando el negocio de refinación –que entre 2018 y 2021 ha sumado pérdidas por 20,000 millones de dólares– por encima de otros de mayor rentabilidad, como la producción de crudo o la inversión en petroquímicos.

Y justo aquí, en su negocio más redituable, es donde los analistas esperan un cambio. Saben que la meta de 2.6 millones de barriles prometida al inicio del sexenio no podrá cumplirse, pero una mayor apuesta por campos en aguas profundas o restitución de reservas que garanticen una producción de largo plazo sería una buena señal para restaurar la confianza.

Producción de Pemex

La estrategia hasta ahora se ha basado en la explotación de campos maduros y terrestres en donde la estatal ya tenía actividad. Pero aún no existe ningún activo que garantice la producción en un largo plazo.

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La dirección de la petrolera y el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguran que la producción de crudo ha crecido. Los analistas y calificadoras lo ven distinto: reconocen que se ha logrado parar la declinación, pero estamos lejos de hablar de un aumento.

El último número de Pemex es de 1,755 millones de barriles durante el trimestre, una cifra similar a la de 2018. “Aunque el crecimiento de la producción de petróleo y gas ha estado por debajo de los objetivos de gestión, reconocemos que, al menos entre 2019 y 2021, Pemex ha tenido éxito en revertir las caídas de la producción y las reservas y creemos que esta tendencia continuará en 2022”, dice Moody’s en su último análisis.

Las soluciones

Y entonces la solución podría dirigirse hacia dos frentes: regresar a uno de los planteamientos principales de la reforma de 2013, que intentaba incluir capital privado en la exploración y producción, y voltear hacia la exploración de nuevos campos e, incluso, retomar la estrategia de activos en aguas profundas. “El principal punto de su plan de negocios tendría que ser enfocarse en mantener la producción a largo plazo”, dice Gifford. Pemex no tiene ningún plan que involucre un campo de gran tamaño. Y a Ku Maloob Zaap, su activo más importante, no le queda mucho tiempo.

Gifford explica que el principal fallo de la reforma se basó en un factor imposible de controlar por el gobierno mexicano: los precios del petróleo. Cuando el cambio constitucional se aprobó, rondaban por encima de los 100 dólares por barril, pero años después, cuando las inversiones debían ejecutarse, los precios cayeron entre los 30 y 50 dólares. Y ello ha tenido como resultado una producción privada por debajo de la proyectada y que se ha usado como principal argumento para calificar como fracaso el cambio legal. “Sabemos que la mayoría de los cambios que estaríamos esperando no llegarán porque son incompatibles con la visión del gobierno, pero definitivamente utilizar capital de compañías privadas para crecer la producción, mientras el flujo de la compañía se utiliza en sanear las finanzas, sería un giro interesante”, dice el analista de J.P. Morgan.

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En un artículo, la Universidad de Columbia propone que podrían crearse alianzas entre la estatal y los fondos de pensiones: “Un vehículo de inversión especial, con un gobierno corporativo fuerte y normas de contabilidad transparentes, podría permitir a las Afores participar en proyectos que aumenten la producción de petróleo en bloques propiedad de Pemex que han demostrado su potencial”, dice el documento. La fracturación hidráulica o fracking también podría colocarse como una solución. El país tiene la cuarta reserva de gas de lutita más grande del mundo y hasta ahora no existe otra técnica para explotar este hidrocarburo.

La estatal ya ha incrementado su inversión. Durante el año pasado sumó un Capex de 161,492 mdp, la cifra más alta desde 2018. Pero el capital quizá ha sido puesto en sitios que no han resultado los más redituables. La compañía ha priorizado la inversión en campos ya maduros y en el negocio de refinación, aunque en el discurso los recursos para esto último han provenido de la hacienda pública.

La mayoría de los analistas dice que la mejor opción sería continuar con las importaciones desde el sur de Estados Unidos, donde los costos de producción son mucho más bajos. Pero Fernando Valle, analista de Bloomberg Intelligence, cree que la estrategia no podría ser tan equivocada y a medida que se incremente el proceso en la refinerías podrían disminuir las pérdidas financieras. “Las pérdidas se deben, en parte, a que las refinerías necesitan mucha actualización y funcionan a tasas de utilización muy bajas. Si funcionaran a tasas más altas, podría hacer dinero. Los márgenes de refinación están en máximos de 30 años y la adquisición de Deer Park hasta ahora ha sido positiva”, dice.

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Pero el resultado de aumentar la producción en las refinerías aún es incierto y las metas tampoco se han cumplido. Aunque Pemex cerró procesando 711,00 barriles diarios, la cifra más alta desde 2017.

Producción de las refinerías de Pemex

Y aquí los analistas tienen otra recomendación: utilizar los recursos destinados al negocio de refinación para disminuir la deuda. Hacienda ha inyectado capital a la compañía de manera continua, pero los logros aún han sido cortos. En 2019 –el primer año del sexenio–, Pemex cerró con una deuda total de 105,000 mdd. Al cierre del trimestre, reportó un pasivo de 108,000 mdd, una disminución de 3% respecto al cierre del año pasado, después de incrementos continuos.

Y dentro de la deuda hay un segmento que pesa de manera significativa: el pasivo laboral, que al cierre del trimestre pasado sumó 1,398 mdp, un alza de 29% desde que inició el sexenio. Pemex suma más de 125,000 empleados. Otras petroleras estatales han reducido su plantilla y eso ha ayudado a sanear sus finanzas, dice Mauricio Cárdenas, un consultor que ha trabajado de cerca con la colombiana Ecopetrol, que además ha capacitado a sus empleados en nuevas labores encaminadas a la transición energética, que les permitan incidir en las nuevas áreas de negocio de la compañía que ha apostado por la diversificación.

Deuda de Pemex

Y ahí está el otro paso que podría funcionar para Pemex: comenzar a ver más allá del petróleo, como lo han hecho otras estatales, como la argentina YPF, la noruega Equinor y Saudi Aramco. La bancada de Morena alistaba hace un par de años una iniciativa para que Pemex pudiera entrar a estos nuevos negocios, pero se quedó en el tintero.

Priorizar el petróleo ya ha traído algunos malos golpes de reputación a Pemex. La compañía está situada como la segunda petrolera a nivel mundial con mayores riesgos ASG (ambiental, social y gobierno corporativo o ESG, por sus siglas en inglés), solo rebasada por la venezolana PDVSA. “La puntuación de impacto crediticio ESG de Pemex es muy negativa. Además de tener muy alta exposición al riesgo ambiental y alta exposición al riesgo, tiene un riesgo de gobernanza muy alto, incluyendo una estrategia financiera y una gestión de riesgos débiles, una estructura de consejo de administración débil, políticas y procedimientos”, dice Moody’s en un reporte de hace algunas semanas.

Hasta ahora, el gobierno federal no ha dado ninguna señal de un cambio en la estrategia, mientras que el resto de las petroleras cambian, poco a poco, de rumbo hacia uno alineado con la transición energética. Shell, que vendió la refinería Deer Park a Pemex, ha explicado su decisión como parte de una estrategia para moverse hacia otras tecnologías. Pemex ya anunció, a finales del año pasado, una revisión a su plan de negocios, pero no hay ninguna otra pista que haga sospechar un cambio en la estrategia.

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