El buen resultado no ha sido una victoria de las medidas emprendidas. Los altos precios del crudo dieron un impulso a todas las petroleras. Pemex continuó con las exportaciones, pese al plan presidencial de recortarlas para enviar más crudo a las refinerías, y ha visto las consecuencias favorables de la decisión. La noticia es positiva, la compañía tendrá más recursos de los previstos, pero la estrategia del gobierno aún no se entiende en los mercados, dice Aaron Gifford, analista de mercados emergentes de HSBC.
“La confianza [del mercado en Pemex] es lo que más hace falta. No entendemos el plan de negocio que tiene Pemex”, señala Gifford desde Nueva York.
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La compañía, dicen los analistas, ha vendido como suyas las metas presidenciales, como conseguir la producción total de combustibles en el país o elevar la producción a niveles no vistos en más de una década, sin una estrategia clara y eso le ha restado credibilidad. “Entendemos que la política y la administración de la compañía no va a separarse completamente, pero el mercado necesita mucha más claridad sobre lo que quiere hacer, el origen de los recursos, la verdadera viabilidad, y nada de eso hemos visto hasta ahora”, dice un analista de J.P. Morgan que pidió no ser citado.
Los especialistas y el mercado ya han descartado un cambio radical de dirección. Pero a la administración federal aún le queda poco más de dos años para demostrar que su plan ha funcionado.
La compañía ha hecho oídos sordos a las recomendaciones de las calificadoras e instituciones financieras y ha decidido continuar priorizando el negocio de refinación –que entre 2018 y 2021 ha sumado pérdidas por 20,000 millones de dólares– por encima de otros de mayor rentabilidad, como la producción de crudo o la inversión en petroquímicos.
Y justo aquí, en su negocio más redituable, es donde los analistas esperan un cambio. Saben que la meta de 2.6 millones de barriles prometida al inicio del sexenio no podrá cumplirse, pero una mayor apuesta por campos en aguas profundas o restitución de reservas que garanticen una producción de largo plazo sería una buena señal para restaurar la confianza.

La estrategia hasta ahora se ha basado en la explotación de campos maduros y terrestres en donde la estatal ya tenía actividad. Pero aún no existe ningún activo que garantice la producción en un largo plazo.