Pero el resultado de aumentar la producción en las refinerías aún es incierto y las metas tampoco se han cumplido. Aunque Pemex cerró procesando 711,00 barriles diarios, la cifra más alta desde 2017.
Y aquí los analistas tienen otra recomendación: utilizar los recursos destinados al negocio de refinación para disminuir la deuda. Hacienda ha inyectado capital a la compañía de manera continua, pero los logros aún han sido cortos. En 2019 –el primer año del sexenio–, Pemex cerró con una deuda total de 105,000 mdd. Al cierre del trimestre, reportó un pasivo de 108,000 mdd, una disminución de 3% respecto al cierre del año pasado, después de incrementos continuos.
Y dentro de la deuda hay un segmento que pesa de manera significativa: el pasivo laboral, que al cierre del trimestre pasado sumó 1,398 mdp, un alza de 29% desde que inició el sexenio. Pemex suma más de 125,000 empleados. Otras petroleras estatales han reducido su plantilla y eso ha ayudado a sanear sus finanzas, dice Mauricio Cárdenas, un consultor que ha trabajado de cerca con la colombiana Ecopetrol, que además ha capacitado a sus empleados en nuevas labores encaminadas a la transición energética, que les permitan incidir en las nuevas áreas de negocio de la compañía que ha apostado por la diversificación.
Y ahí está el otro paso que podría funcionar para Pemex: comenzar a ver más allá del petróleo, como lo han hecho otras estatales, como la argentina YPF, la noruega Equinor y Saudi Aramco. La bancada de Morena alistaba hace un par de años una iniciativa para que Pemex pudiera entrar a estos nuevos negocios, pero se quedó en el tintero.
Priorizar el petróleo ya ha traído algunos malos golpes de reputación a Pemex. La compañía está situada como la segunda petrolera a nivel mundial con mayores riesgos ASG (ambiental, social y gobierno corporativo o ESG, por sus siglas en inglés), solo rebasada por la venezolana PDVSA. “La puntuación de impacto crediticio ESG de Pemex es muy negativa. Además de tener muy alta exposición al riesgo ambiental y alta exposición al riesgo, tiene un riesgo de gobernanza muy alto, incluyendo una estrategia financiera y una gestión de riesgos débiles, una estructura de consejo de administración débil, políticas y procedimientos”, dice Moody’s en un reporte de hace algunas semanas.
Hasta ahora, el gobierno federal no ha dado ninguna señal de un cambio en la estrategia, mientras que el resto de las petroleras cambian, poco a poco, de rumbo hacia uno alineado con la transición energética. Shell, que vendió la refinería Deer Park a Pemex, ha explicado su decisión como parte de una estrategia para moverse hacia otras tecnologías. Pemex ya anunció, a finales del año pasado, una revisión a su plan de negocios, pero no hay ninguna otra pista que haga sospechar un cambio en la estrategia.