“En los viejos tiempos (pre-Covid-19), los márgenes de refinación de más de 10 dólares por barril se veían como positivos y más de 20 dólares por barril como una bonanza. Bueno, ahora las refinerías estadounidenses están viendo grietas en el nivel de entre 50 y 60 dólares por barril, mientras que incluso las contrapartes europeas están muy por encima del umbral de 20 dólares por barril”, dice el reporte firmado por Abhi Rajendran, un analista con sede en Nueva York.
En promedio, los márgenes brutos de las refinerías a nivel internacional se han mantenido entre 20 y 30 dólares por barril durante el segundo trimestre del año. Los complejos estadounidenses son los que registran las ganancias más altas. Antes de la pandemia –al menos entre 2017 y 2019– el promedio era entre 5 y 10 dólares por barril.
Reactivación económica y guerra
Los márgenes de ganancia de las refinerías son reflejo de un fuerte aumento en la demanda de combustibles como parte del proceso de recuperación económica tras los momentos más álgidos de la pandemia y una industria de refinación que redujo su capacidad de oferta durante 2020 y que ahora no puede cumplir con toda la demanda internacional. Desde 2020 se han perdido alrededor de 3 millones de barriles de capacidad de procesamiento de crudo, principalmente en Estados Unidos.
Las compañías refinadoras están produciendo menos de lo que el mercado internacional está demandando. Y ahora una baja en la producción china y la prohibición a la importación de productos rusos ha presionado aún más la oferta. Los mercados europeos están buscando satisfacer su demanda con combustibles de otras partes del mundo que usualmente no consumían.
Antes del inicio de la pandemia, el exceso de capacidad presionaba los márgenes de los refinadores, pero ahora ocurre lo contrario. Y, pese a los altos precios de las gasolinas, los subsidios implementados por algunos gobiernos –como el mexicano– continúan incentivando el consumo de combustibles, lo que desbalancea el equilibrio en el mercado y alienta a que se mantengan los altos precios.
El precio de la gasolina superó los 5 dólares por barril hace unos días en Estados Unidos y en México el precio de los combustibles también ha roto récord en las últimas semanas, pese a los esfuerzos gubernamentales por aumentar los subsidios.
Todo esto se ha conjuntado con el inicio del verano, cuando usualmente aumenta el consumo de combustibles. “Con el inicio del verano, los aumentos en los precios de los productos petroleros y las grietas han sido aún más fuertes, ya que la producción de las refinerías no ha podido mantenerse al día con la demanda de productos clave”, dice un análisis de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
La baja en la capacidad de producción derivada de los problemas generados por la pandemia se ha conjuntado con el proceso de transición energética, que se aceleró con la emergencia sanitaria. Los refinadores no quieren aumentar su cantidad de producción por temores a nuevos cierres y tampoco están dispuestos a hacer grandes inversiones cuyo retorno no podrá ser garantizado en el largo plazo, cuando se prevé una baja en el consumo de los combustibles.
“Llevamos muchos meses en los que nadie se ha querido volver loco produciendo de más, y llevamos un buen rato sin inversiones fuertes para repotenciar refinerías. Lo que nos está gritando el mundo, o al menos eso intenta hacer la administración de Joe Biden y varios otros participantes del mercado es decirnos que invertir en una refinería no es lo ideal porque eso eventualmente se te va acabar. Y las empresas dicen: ‘no significa que vayamos a cerrar las actuales, pero no hay que meter más dinero ahí’”, explica David Rosales, un analista del sector.
El aumento en las tasas de interés también está dificultando el acceso al financiamiento para estos negocios que cada vez se enfrentan ante más presiones de sus inversores derivados de las preocupaciones por el cambio climático.
El análisis de Energy Intelligence dice que los altos márgenes en el negocio de refinación se mantendrán en ese nivel al menos hasta finales de este año, pero no volverán a los vistos previos a la pandemia y podrían situarse entre 20 y 25 dólares por barril en los siguientes años. Eso podría traducirse en el mediano plazo como precios altos en los combustibles.
“En tal ambiente (de altos márgenes), las refinerías correrán tan duro como sea posible, a su vez comprando tanto petróleo como puedan. Esto persistirá mientras dure el robusto telón de fondo del margen. Seguimos viendo la expansión de las condiciones recesivas en todo el mundo, pero estamos empujando ligeramente nuestra caída cíclica de los precios. Aun así, las grietas de refinación más altas por más tiempo también contribuirán a precios del petróleo más altos por un tiempo más largo”, dice el texto.
Los altos precios podrían irse reduciendo a medida que algunas refinerías recuperen capacidad de producción y entren en operaciones, principalmente en Asia y Medio Oriente. La Agencia Internacional de Energía estima que la capacidad de refinación mundial se expandirá en 1 millón de barriles durante 2022 y en 1.6 millones de barriles el año próximo, lo que aliviará la presión en la oferta mundial de combustibles.