Las ventas de Pemex y de las compañías privadas sumaron durante junio –tomando en cuenta las primeras dos semanas– un promedio de 876,000 barriles diarios de gasolina regular y premium. La cifra implica un alza de 17% frente al año pasado y de 8.5% comparado con 2019.
Los datos oficiales reflejan las ventas de la estatal Pemex y el volumen de importación de gasolinas de las compañías privadas que participan en el mercado.
Los registros de mayo reflejan una dinámica similar, con volúmenes de venta más altos que en años anteriores o al menos desde 2015, el último dato reportado por la Secretaría de Energía.
El consumo de la gasolina ha aumentado pese a que el precio internacional de la molécula ha roto récords durante las últimas semanas, como parte de un efecto rebote de los cambios en los patrones de oferta y demanda durante la pandemia, que llevó a los precios a sus niveles históricos más bajos, a lo que se sumaron los cambios en el mercado resultantes de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Esa subida récord en el precio internacional ha impactado de manera directa al mercado doméstico, que ha registrado una dinámica similar, pese a los esfuerzos del gobierno federal por mantener un doble estímulo fiscal para detener la subida de precios al consumidor y su impacto en la población.
La gasolina en el país rompió un nuevo récord en su precio hace unos días. El combustible regular se vendió en promedio en 21.84 pesos por litro el miércoles pasado, el nivel más alto del que se tiene registro, de acuerdo con datos de la consultora Petrointelligence. Lo mismo sucedió con la gasolina premium, que ese día tocó los 21.89 pesos por litro.
Los analistas explican que las medidas para aplicar estímulos fiscales –que han sido aplicados en el país, de manera similar a algunas naciones europeas y de Latinoamérica– ha contribuido a que el consumo de las gasolinas continúe con una racha al alza en lugar de detener el ritmo de consumo.
Los datos oficiales dan cuenta que, hasta ahora, no existe un cambio en el comportamiento de compra de las gasolinas premium y regular. Los mexicanos no han modificado su consumo para reducir el efecto en sus ingresos.
