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Las dos caras de Gas Bienestar a un año de su creación

El balance de Gas Bienestar tiene claroscuros: los trabajadores de la filial de Pemex dicen que es una "promesa incumplida", los consumidores que ha ayudado a sus bolsillos.
jue 08 septiembre 2022 05:00 AM
Las dos caras de Gas Bienestar a un año de su creación
La compañía cumplió un año con algunas promesas sin cumplir.

El presidente Andrés Manuel López Obrador podría asegurar que ha cumplido su promesa: el precio en que se vende el gas licuado de petróleo (LP) al público contuvo sus alzas pronunciadas y los incrementos aún existentes se han situado en los últimos meses por debajo de la inflación.

En términos absolutistas y sin entrar en detalles, su estrategia de contención de precios y la creación de Gas Bienestar habrían dado resultados o al menos tendría elementos para asegurar en su discurso político que la estrategia habría funcionado.

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Pero para Miguel, el cantante de un grupo músical que ameniza eventos sociales y hoy empleado de la recién creada compañía, Gas Bienestar ha sido solo “una promesa a medias”.

Miguel trabaja como ayudante en un camión repartidor de Gas Bienestar que sale todas las mañanas de la terminal de Pemex ubicada en Iztacalco. La dinámica de lunes a sábados es siempre la misma: llegar entre 6 y 7 de la mañana, esperar a que los 70 tanques que deben ser vendidos ese día estén en la unidad que su compañero maneja y salir a su ruta de reparto, una de las 50 que han sido trazadas en la alcaldía Iztapalapa, la primera en donde arrancó la compañía a finales de agosto del año pasado.

Él y el chofer de la unidad están de vuelta entre 3 y 4 de la tarde, dependiendo de cómo se comporte la venta. Al terminar, se quita el uniforme, camina hacia la estación del metro Mixiuhca, pide dos tacos de guisado –por 10 pesos cada uno– en uno de los puestos de lámina que hay en la zona y se dirige hacia su segundo empleo como ayudante en un almacén. Dice que durante la comida no pide ninguna bebida o refresco y tampoco come algo durante su trayecto como repartidor, eso le costaría al menos 15 pesos más al día y no completaría el gasto que se necesita en su casa, donde vive con su esposa y tres hijos.

Miguel recibe de Gas Bienestar 1,200 pesos semanales o 4,800 pesos al mes, menos del salario mínimo que se ha estipulado por ley para este año, de 5,255 pesos mensuales.

Esa es la primera promesa incumplida, dice el repartidor, cuyo nombre ha sido cambiado a petición de él. Los trabajadores de Gas Bienestar recibieron como una de las primeras instrucciones en sus cursos de inducción la de no hablar con medios de comunicación, dicen algunos empleados.

Miguel entró a Gas Bienestar en agosto, como parte de la primera fase de operación de la compañía. Dice, y lo confirman cinco trabajadores más de la filial de Pemex, que al ser contratados se les prometió que su sueldo aumentaría en los próximos meses, que recibirían una comisión por cada cilindro vendido y que contarían con un seguro de vida al tratarse de un empleo de alto riesgo. Pero ha pasado un año y nada de eso ha sido cumplido.

“Nos prometieron muchas cosas, nos hablaron bonito, muchos estamos esperando todavía que haya una mejora, hay un rumor de que por fin nos aumentarán un poquito. Nos prometieron más que nada en lo económico, que al final a eso vinimos, a salir adelante. Ahora sí que estoy en espera, en sí esto mejora o le busco mejor por otro lado, esto es una promesa a medias”, dice.

Algunos empleados de Gas Bienestar reciben un salario de 4,800 pesos al menos, una cantidad menor al salario mínimo estipulado por ley.
Algunos empleados de Gas Bienestar reciben un salario de 4,800 pesos al menos, una cantidad menor al salario mínimo estipulado por ley.

La mayoría de los empleados entrevistados tienen un común denominador: buscaron empleo en Gas Bienestar en medio de los momentos más álgidos de la pandemia, cuando se quedaron sin un trabajo fijo. Algunos ya trabajaban para otras gaseras, pero la mayoría no tenía experiencia en la industria. Entre los entrevistados están un panadero, un electricista y un ayudante de cocina.

A Carlos, un chofer y responsable de una unidad de Gas Bienestar que también surte a una de las colonias de Iztapalapa, le va un poco mejor económicamente: recibe un salario de 2,400 pesos semanales o 9,600 pesos mensuales. Dice que buscó trabajo en la compañía porque escuchó al presidente decir que el proyecto era importante, que ya estaba cansado de su empleo como conductor de trailer y que creía que entrar a Gas Bienestar sería una oportunidad para después ‘saltar’ a ser chofer de uno de los camiones de Pemex.

“Uno escucha que les va bien (a quienes trabajan en Pemex), pero es difícil entrar, ahora por fin el presidente nos dio oportunidad, aunque no ha sido lo que esperamos”, cuenta mientras también se queja de la falta de uniformes y señala la camisa rota de su compañero como ejemplo de ello.

Esa última queja es común: los trabajadores dicen que la mayoría solo recibió una camisa y un pantalón para desempeñar sus labores. Muchos de ellos se cambian su uniforme apenas terminan sus labores porque deben utilizarlo a diario y ensuciarlo imposibilitaría su uso al día siguiente.

Alberto, otro de los empleados, dice que hace dos meses tuvo que gastar 600 pesos en unas botas de seguridad y 400 pesos en un nuevo pantalón para completar su uniforme que ya estaba desgastado porque no recibió respuestas al solicitar uno nuevo.

"¿En serio quieres escuchar la verdad, verdad?", dice el hombre de la camisa rota a unas cuadras de la terminal de Pemex en Iztacalco. "Lo que prometieron pues no está, está muy debajo de lo que prometieron".

Los empleados de la filial tienen otras quejas y algunas sugerencias sobre la compañía: dicen que hay mucha desorganización respecto a lo laboral, que desconocen quienes son sus jefes, que hay muchas unidades paradas dentro de la terminal de Iztacalco, que no saben qué sigue para la empresa y que les parece mala idea que los tanques sean llenados desde las terminales de Tepejí del Río y Tula, en Hidalgo.

Apenas iniciadas las operaciones de Gas Bienestar, los trabajadores de la nueva filial de Pemex hicieron un paro de dos días por un incumplimiento a su contrato.

En ese momento la compañía aseguró, en un comunicado, que tenía indicios para pensar que todo se trataba de un boicot y que existían “elementos para considerar que es una acción promovida por personas u organizaciones ajenas a la empresa y que buscan boicotear este proyecto de beneficio social”. Entre los trabajadores se dice que tras la manifestación no hubo cambios en la relación laboral, pero que la mayoría de quienes se manifestaron fueron cesados.

Pemex no respondió a una solicitud de entrevista con Gustavo Álvarez Velázquez, el director de Gas Bienestar.

Los trabajadores de Gas Bienestar coinciden en que los beneficios prometidos se les han cumplido a medias. Todos esperan un seguro de vida que les fue ofrecido al ser contratados.
Los trabajadores de Gas Bienestar coinciden en que los beneficios prometidos se les han cumplido a medias. Todos esperan un seguro de vida que les fue ofrecido al ser contratados.

Alberto dice también que les han prometido que una mejora de salario vendrá pronto, y que ya lo necesita porque la inflación lo ha encarecido todo, que tiene dos hijos y el gasto está cada vez más apretado. Mientras él cuenta esto, la canción de Gas Bienestar suena en un volumen alto en la camioneta que maneja por las calles de Iztapalapa, dice que solo espera vender un tanque más para volver a la terminal de carga.

El cliente que se hizo del último cilindro tiene la otra cara de la historia, la que es más afín con el discurso presidencial: dice que, en medio del aumento de precios, adquirir el gas con la filial de Pemex le ha representado un ahorro, que su tanque le dura casi lo doble de tiempo y que el resto de las compañías han rebajado sus precios por la presión de la nueva compañía.

Su única queja es respecto a los tanques, dice que se ha terminado la opción de cambiar los cilindros viejos por unos nuevos y que entonces un par de los que tiene en desuso ya no los podrá utilizar más. Una de los primeros ganchos para el consumo se basó en esto último: en intercambiar los tanques dañados por uno en buenas condiciones sin cargo alguno, pero esa dinámica terminó en julio pasado.

Cilindros llenos que duran más de un mes

Gas Bienestar se creó en apenas 50 días. El anuncio se dio a inicios de julio y la empresa comenzó su periodo de pruebas a finales del mes siguiente. La razón detrás de la creación fue el aumento continúo en el precio del gas LP, resultante en gran parte de la subida en el precio internacional de la molécula, que se dio principalmente por el aumento en la demanda y la restricción de oferta tras el inicio de la pandemia que desbalanceó el mercado.

Para el presidente la razón era más bien otra, en varias de sus conferencias afirmó que el mercado de gas estaba cooptado por cinco compañías, quienes crecían continuamente sus márgenes de utilidad y no permitían la venta a un precio justo. Y entonces puso sobre la mesa la idea de crear una nueva filial que representara lo contrario, que cobrara “solo un margen pequeño de los costos de operación” y que estuviera a cargo de Pemex, que no tenía experiencia alguna en la comercialización al público.

Ese discurso se repite entre muchos de los consumidores de la nueva marca. “Esas personas que tenían el monopolio se vieron afectadas porque la gente ya no les compraba y entonces redujeron sus costos y ya llenan más sus tanques. La venta de ellos también ha mejorado”, cuenta Juan Gutiérrez, un habitante de la colonia Arenal, en la alcaldía Venustiano Carranza, que dice también que la empresa le ha venido bien porque un tanque del combustible le dura un mes y medio, cuando antes ese periodo era de solo un mes o 20 días.

Ese recorte en los precios que narra Juan es en realidad el tope a precios que instauró la Comisión Reguladora de Energía a inicios de agosto del año pasado, que levantó una serie de manifestaciones del gremio gasero y que ha pasado de ser una medida temporal a una que ha extendido su duración por tiempo indefinido. Como sea, muchos de los habitantes dicen estar de acuerdo con el presidente. La creación de la filial ha sido bien aprovechada en el discurso político del mandatario.

No es para menos: el gas LP es el combustible más consumido entre las familias mexicanas, alrededor de 79% de los hogares lo compran y el aumento de su precio se situó hasta 34% a finales de julio del año pasado, según el Inegi.

La empresa comenzó con tres principales dudas de los analistas sobre su funcionamiento: los malos antecedentes de cuando el gobierno intenta entrar a un mercado que desconoce, la falta de experiencia de la petrolera y la cuantiosa inversión que se necesitaría para el desarrollo de infraestructura. Pemex dijo a finales del año pasado que necesitaría alrededor de 23,000 millones de pesos entre 2022 y 2024 para echar a andar el proyecto.

Las dudas de los analistas continúan y se han acentuado ahora que la compañía no logró las metas anunciadas desde presidencia y que el presidente ha puesto en duda la expansión del proyecto.

Los planes incluían llegar a las 16 alcaldías de la Ciudad de México a inicios de este año, para seguir hacia Veracruz y el Estado de México. Pero el optimismo fue mucho y hasta ahora solo han conseguido tener presencia en siete de las demarcaciones de la Ciudad de México: Iztapalapa, Azcapotzalco, Tláhuac, Venustiano Carranza, Miguel Hidalgo y Álvaro Obregón. Y en algunas de ellas, como las dos últimas, la cobertura aún es mínima.

El presidente dijo a inicios de agosto que la crisis de energéticos ha frenado la expansión de Gas Bienestar: “Ya tenía Pemex todo el plan, se nos vino una nueva crisis y frenamos un poco ese programa, porque se controló el precio, que era el principal objetivo”, dijo en una de sus conferencias.

Y los consumidores se quejan de esto último. Vecinos de Iztapalapa dicen que las rutas son aún pocas y el servicio telefónico que se suponía daría la ubicación de los camiones repartidores casi nunca es exacto.

José, un habitante de la colonia Estrella del Sur dice tener una queja que comparte con algunos de sus vecinos: la canción que anuncia la llegada de Gas Bienestar no le gusta, pero dice que sabe bien que su queja es demasiado y que puede aprender a convivir con ella. Pemex eligió una canción a modo de cumbia para anunciar el servicio. “Ya llegó el gas que sí puedes pagar”, dice el single.

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