El banco estadounidense Goldman Sachs dice en una de sus últimas notas que el crudo Brent se situará en un precio de entre 90 y 95 dólares durante el primer semestre del año próximo. JP Morgan, el banco más grande de Estados Unidos, tiene una expectativa similar y sitúa al Brent en 90 dólares por barril durante los primeros meses del año. Ambas instituciones financieras tenían hasta noviembre una prospectiva mayor sobre el mercado del crudo y situaban sus expectativas por encima de los 100 dólares para los primeros trimestres del 2023, pero algunos últimos movimientos –como el aumento de casos de Covid-19 en China– han movido sus expectativas.
Citi tiene las previsiones más pesimistas y dice que el crudo Brent podría tener un precio alrededor de 76 dólares por barril y el WTI de 70 dólares por barril.
Las instituciones bancarias anticipan un superávit en el mercado durante el primer semestre del año, lo que debilitará los precios: la debilidad económica no contribuirá a aumentar en gran escala la demanda del petróleo y de los combustibles, y se prevé que China –uno de los mayores consumidores de crudo– utilice menos de lo previsto. Pero las perspectivas continúan siendo buenas para las grandes petroleras –incluída la estatal Pemex– que podrán ver aún un impulso a sus ingresos, aunque en una menor escala a lo que se logró durante los primeros meses de este año.
¿Qué eventos incidirán en el precio del crudo en 2023?
La guerra entre Rusia y Ucrania se convirtió en el mayor impulsor de los precios durante el 2022: el movimiento del mercado europeo, que buscaba cambiar su origen de compra evitando adquirir más petróleo ruso distorsionó el mercado. Ahora, Rusia, Estados Unidos y el bloque europeo siguen contemplando utilizar los productos energéticos como arma política, pero la volatilidad que se generará será mucho menor a la que se observó durante los primeros meses de este año.
Los primeros grandes movimientos se verán ahora que ha entrado en vigor una medida acordada por la Unión Europea que prohíbe las importaciones de crudo ruso mediante barco y la compra de petróleo de este país con precios por encima de los 60 dólares por barril –acordada en conjunto con las potencias del G7–. Un veto a las importaciones de combustibles y refinados rusos vía marítima también entrará en marcha en febrero próximo.
La medida podría desestabilizar al mercado petrolero de Rusia –el segundo más grande después del de Estados Unidos– debido a que el acuerdo de tope a precios prohíbe a las navieras e instituciones financieras, basadas en alguno de los territorios que adoptó la medida, prestar servicios con contratos que paguen por encima de los 60 dólares el barril del petróleo ruso. Pero el tope aplicado no reducirá drásticamente su precio, que usualmente se sitúa alrededor de los 65 dólares. La medida calificada como "tibia" por el gobierno de Ucrania podría reducir las compras a Rusia, pero no lo suficiente como para quitar una gran parte de la principal fuente de ingresos a la economía rusa.
El gobierno del presidente Vladimir Putin ha respondido a la medida y ha dicho que a partir de febrero prohibirá la venta de petróleo a los países que decidieron aplicar el tope de precios. China e India se han convertido en los dos grandes compradores de los hidrocarburos de Rusia, pero el consumo de estos dos países podría no ser suficiente.
China, que vive una gran ola de contagios y decesos por Covid-19, incidirá de manera importante en la dinámica del mercado petrolero. El país podría consumir menos de lo esperado durante la primera mitad del año, pero a medida de que relaje las restricciones y retome su ritmo de actividad industrial, su consumo podría aumentar y ello daría de nueva cuenta un impulso a los precios.
Estados Unidos también prevé incrementar sus compras de petróleo para reponer los inventarios estratégicos que liberó durante el año para ayudar a estabilizar los precios. Un aumento en el consumo estadounidense también aportaría a crecer los precios internacionales del petróleo.
La economía estadounidense y de las principales potencias de Europa se están alejando de los temores de una recesión económica y eso apunta a mantener el consumo de crudo, ayudando a una estabilidad de los precios.
Hasta ahora, los principales productores de hidrocarburos agrupados en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y Rusia no han optado por aplicar más recortes a la producción para que esto impulse de nueva cuenta los precios que apuntan una racha negativa durante las últimas semanas. Pero han mantenido la puerta abierta a tomar nuevas medidas si los niveles de venta de crudo bajan de nueva cuenta.