La postura de Trump no es nueva; durante su presidencia, lanzó amenazas similares, aunque con resultados variados. En ese entonces, Trump amenazó con imponer aranceles de hasta un 35% a los vehículos importados desde México, lo que llevó a Ford a cancelar una inversión de 1,000 millones de dólares para construir una planta en San Luis Potosí. No obstante, siete años después, el contexto y la narrativa han evolucionado.
"La interdependencia entre Estados Unidos y México ha crecido considerablemente", afirma Lucien Pinto, CEO de Ford en México. El fabricante estadounidense ahora fabrica en México el Mach-E, uno de los vehículos eléctricos más vendidos en Estados Unidos, y ha establecido su Centro de Soluciones Globales en el país, uno de los tres que tiene a nivel global.
Pinto subraya que México se ha convertido en un bastión clave para Ford a nivel global, no solo en la producción de vehículos, sino también en servicios estratégicos. "México es parte integral de Norteamérica. Somos un brazo muy importante para Ford en esta región, y estamos muy tranquilos con lo que pueda pasar", afirma el CEO.
La compañía no tiene planes de alterar sus inversiones o estrategias debido a las elecciones presidenciales en Estados Unidos, e incluso Pinto adelantó que Ford está preparando el anuncio de nuevas inversiones en México, que se revelarán a finales de agosto.
Expectativas ante la revisión del T-MEC en 2026
Uno de los temas más críticos para la industria automotriz en los próximos años será la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en 2026. Pinto reconoce los desafíos, pero también las oportunidades que esto presenta.
"México ha demostrado ser un mercado abierto y competitivo, y vamos a mantener esa posición en la próxima revisión del tratado. Estamos preparados para cumplir con los nuevos estándares y requerimientos, especialmente en áreas como los salarios y las normas técnicas", señala.
Ford también está atenta a los posibles cambios en las normativas que puedan surgir con la renegociación del tratado. “El reto será siempre alinear los estándares de manufactura y los requerimientos laborales de México con los de Estados Unidos, especialmente en un mundo globalizado donde las normas pueden cambiar rápidamente”, comentó Pinto.