Para Claudia Jañez Sánchez, presidenta ejecutiva de ConMéxico, el organismo que agrupa a las principales empresas de alimentos y bebidas en el país, el desafío no radica en la prohibición de estos productos, sino en cómo se implementará en toda la cadena de suministro. “La regulación que ya estaba, nosotros seguiremos contando con las autoridades para ver cómo lo van a implementar”, señaló Jañez.
“Creemos que no se trata de prohibir, sino de ver cómo implementar y pensar en toda la cadena de valor, porque se trata de las cooperativas, que son muy importantes para las escuelas. Nosotros estamos en el mejor ánimo de colaborar”, añadió.
Impacto en las cooperativas escolares y en los ingresos de las escuelas
Desde que se estableció la ley en 2010, las empresas han dejado de vender directamente en las cooperativas escolares. Sin embargo, según Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec), los productos siguen llegando a las escuelas a través de mayoristas y otros canales. “Si la iniciativa busca decirle a Bimbo, Coca-Cola o cualquiera de estas empresas que no se vendan en las escuelas, pues la realidad es que no venden directo desde hace una década”, mencionó Rivera.
"Las cooperativas, que son administradas por padres de familia, compran algunos de estos productos, que se venden a las afueras de los planteles, para no perder la venta y contar con este dinero que es un apoyo al mantenimiento de las escuelas”, detalló.
Rivera destaca que las cooperativas suelen ser gestionadas por los propios padres y han encontrado en la venta de estos productos una fuente de ingresos para cubrir necesidades de infraestructura y servicios en las escuelas. Sin embargo, la continuidad de estas prácticas pone en entredicho la efectividad de las regulaciones, y plantea un reto para la SEP en cuanto a la supervisión y cumplimiento de la normativa en cada escuela.
La demanda de alimentos “chatarra” entre los estudiantes
Para los estudiantes, los alimentos que ahora se buscan eliminar representan una opción popular y accesible durante el receso escolar. Melissa, una alumna de secundaria en la delegación Gustavo A. Madero, comenta que productos como las rebanadas de pizza —a un precio de 15 pesos— y frituras de marcas como Cheetos, Takis y Totis son algunos de los favoritos en su escuela. “Es lo primero que se acaba, más porque hay compañeros que no traen lunch o no desayunan en su casa”, relató Melissa.
A pesar de que las empresas y organismos del sector, como ConMéxico, han colaborado con las autoridades para restringir la comercialización de productos con alto contenido calórico en las escuelas, esta iniciativa de la SEP representa una nueva fase de supervisión.
Se espera que los esfuerzos se concentren en evitar que los productos lleguen a las escuelas mediante vías indirectas, como los proveedores mayoristas o la venta informal en las inmediaciones de los planteles.
Las cifras de obesidad infantil en México refuerzan la urgencia de estas medidas: con un aumento del 36.5% en la obesidad infantil en los últimos tres años, la SEP y los organismos de salud se han propuesto hacer cumplir la ley de manera más estricta. Sin embargo, la efectividad de esta medida dependerá en gran medida de la cooperación entre el sector privado, las cooperativas escolares y las autoridades, así como de la supervisión que las mismas escuelas y asociaciones de padres puedan realizar para asegurar que los alimentos vendidos contribuyan a una dieta saludable.