Aunque el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) elimina los aranceles en la región, y aunque lideres del gremio en México dudan de que Trump efectivamente los imponga, el movimiento de Musk refleja su intención de alinear su visión con la del republicano, quien promueve un discurso de atracción de inversiones hacia Estados Unidos.
En contraste, Musk también anunció una expansión significativa de su gigafábrica en Texas. Según el Austin Business Journal, Tesla presentó 16 solicitudes en el condado de Travis entre el 19 de septiembre y el 29 de octubre, invirtiendo 800,000 dólares para añadir 5 millones de pies cuadrados a la fábrica, lo que incrementaría su tamaño en un 50%, hasta alcanzar los 15 millones de pies cuadrados.
Este giro de Tesla hacia Estados Unidos no solo fortalece su presencia en el país, sino que se alinea con la narrativa de Trump de potenciar la industria manufacturera nacional. A cambio, Musk podría beneficiarse de una posible presidencia de Trump, quien históricamente ha tenido una postura hacia los créditos fiscales para vehículos eléctricos.
Trump contra los autos eléctricos
El político republicano ha mencionado que podría terminar estos incentivos, que actualmente permiten a los compradores que cumplen con ciertos requisitos de ingresos reclamar hasta 7,500 dólares para vehículos eléctricos nuevos y hasta 4,000 dólares para vehículos eléctricos usados. Estos incentivos han sido claves para reducir el costo de los vehículos eléctricos y aumentar su adopción en el mercado estadounidense.
Aunque la eliminación de estos créditos fiscales representa un desafío, Tesla parece estar en una posición ventajosa para enfrentarlo: con una cuota del 49% del mercado de vehículos eléctricos en Estados Unidos, la empresa tiene mayor capacidad que sus competidores para absorber la falta de incentivos.
Otro aspecto crucial es el respaldo federal a la expansión de la infraestructura de carga para vehículos eléctricos, una prioridad para la administración de Joe Biden. Se espera que Trump reduzca el presupuesto destinado a estaciones de carga, lo cual podría ralentizar el crecimiento de esta infraestructura esencial. Paradójicamente, esta reducción podría beneficiar a Tesla, al disminuir la presión sobre otros fabricantes para aumentar su competitividad en el mercado de vehículos de cero emisiones.
Además, Trump podría intentar flexibilizar normativas ambientales en estados como California, que actualmente promueven los vehículos eléctricos mediante regulaciones como el programa “Advanced Clean Cars II”, que exige que el 35% de los vehículos vendidos en 2026 sean de emisión cero. Si estas normativas se relajan, Tesla podría consolidar su liderazgo frente a competidores que dependen de estos marcos regulatorios para mantenerse en el mercado.
Los efectos de estas políticas ya se reflejan en Wall Street. Las acciones de Tesla subieron un 15% tras la victoria de Trump, impulsadas por la expectativa de que Musk podría desempeñar un rol en el gobierno, enfocado en la eficiencia tecnológica y la innovación.