Aunque la meta es presentar su primer modelo de tres en el partido inaugural del Mundial de Futbol 2026, son varios los cuestionamientos que hay en torno al proyecto, desde cómo competirá en el mercado hasta en su propio modelo de fabricación.
Clasificación
En México no es posible adquirir un auto eléctrico por debajo de los 299,900 pesos. Los vehículos más asequibles con estas tecnologías son E-Wan Cross de SEV, E10X de JAC y Dolphin Mini de BYD, cuyo precio ronda en esa cifra.
Desde la perspectiva de Eric Ramírez, director regional LATAM para Urban Science, este vehículo no compite de manera directa con la industria automotriz formal, puesto que busca llegar a un segmento de la población muy específico.
“No quiero descalificarlo. Si está el gobierno es algo serio, pero creo que su competencia va a ser totalmente hacia un modelo de movilidad, como dicen, de barrio. Comentaban de sustituir las motobicis, de sustituir los autos muy usados, de más de 30 años, y realmente no está compitiendo de manera frontal contra la industria automotriz”, sostiene en entrevista con Expansión.
Aunque aún no se han dado a conocer las condiciones físico mecánicas del vehículo, por el precio proyectado, el especialista contrapone que Olinia pudiese circular en avenidas, autopistas o carreteras, por lo que aún faltaría definir qué clasificación o regulación seguiría.
Proveeduría
México es el cuarto productor de autopartes a nivel global y actualmente existen vehículos eléctricos hechos con hasta un 80% de proveeduría local, como el Mustang Mach-E de Ford que se produce en Cuautitlán, Estado de México. Sin embargo, este vehículo, con un precio en México a partir de los 989,000 pesos, está destinado principalmente a la exportación.
Pero Olinia, denominado por Roberto Capuano Tripp, coordinador del proyecto, como un “mini vehículo” busca ser asequible y aprovechar la proveeduría local, aunque ésta en realidad no está enfocada en una manufactura tan básica.
La pregunta está en si Olinia estará hecho totalmente en México, lo que incluye sus componentes, o si seguirá un proceso de ensamble como el de la planta de JAC en Hidalgo, que corresponde a un sistema Semi Knock Down (SKD), en el que llegan las piezas desmontadas parcialmente para terminar de unirse en el territorio nacional.
“Lo primero es, ¿de dónde vamos a garantizar la cadena de suministro para este proyecto? Esa es la primera pregunta que hay que contestar… Es importante definir qué es fabricar en México, y habrá que ver hasta qué punto es un ensamble y hasta qué punto es una fabricación. A partir de ahí, esperaría que nuestro gobierno tenga aspiraciones altas para que podamos definir qué porcentaje del vehículo es de procedencia nacional, que es en donde podríamos generar valor como industria”, comenta Francisco Cabeza, presidente de la Asociación Mexicana de Impulso al Vehículo Eléctrico (AMIVE).
Con una nula producción de baterías para autos eléctricos en México hasta el momento, éste componente, que es elemental para el funcionamiento de estos vehículos, tendría que ser importado.
Armadora
Para la puesta en marcha de la armadora se asignó un presupuesto de 25 millones de pesos, de acuerdo con lo dicho por Capuano en las conferencias matutinas presidenciales. Esto equivale a 1.2 millones de dólares.
Desde la perspectiva de Ramírez, la inversión es poca en comparación con lo que destinan las empresas privadas para este tipo de proyectos, lo que terminaría incidiendo en el ánimo de las automotrices por sumarse al proyecto.
“Un vehículo cuesta más de 2,000 millones de dólares en desarrollo. Una inversión en una planta automotriz es de más de 1,000 millones. La inversión estaría al nivel de la industria que ensambla motocicletas y estaría, yo creo, al nivel de empresas muy pequeñas. Sería algo muy modesto. No creo que ninguna automotriz estuviera en posición de apostar porque tendría que ponerle el 90% del capital”, sostiene.
La propuesta es diseñar una plataforma modular multipropósitos capaz de ensamblar desde el vehículo de Olinia más básico, pensado para uno o dos pasajeros, hasta el más equipado, que sería el comercial o de última milla. El chasis, motor, tren motriz y batería se desarrollarían una sola vez y, sobre esa plataforma, se añadirían las carrocerías, de acuerdo con Capuno.
Si bien, este modelo permite economías de escala, será necesario garantizar altos niveles de producción para que haga sentido este modelo de negocio.
“Si no se garantiza un volumen, no lograrán llegar a ese precio, entonces será importante qué tan bien se posicionaría el producto en el país y que los mexicanos estén dispuestos a comprarlo para garantizar esos volúmenes”, concluye Cabeza.