Publicidad
Publicidad

El arancel que ahora amenaza un millón de empleos autromotrices

La decisión de Donald Trump de imponer un arancel del 25% a las exportaciones mexicanas sacudió a la industria, poniendo en riesgo un modelo de comercio que había prosperado durante tres décadas.
lun 03 febrero 2025 05:03 AM
Foto de un edificio con el logo de Ford en la cima. (Imagen principal del artículo 'El arancel que parecía improbable y ahora amenaza un millón de empleos autromotrices')
De los 20 complejos de manufactura de vehículos ligeros y las más de 2,000 plantas de autopartes en México, la gran mayoría está orientada al mercado estadounidense.

Hace apenas unas semanas, los directivos de las principales armadoras en México hablaban con confianza sobre el futuro de la industria. En discursos navideños llenos de optimismo, destacaban la solidez de la integración regional y la resiliencia de la cadena de suministro entre México y Estados Unidos. Las cifras respaldaban su optimismo: el país había consolidado su posición como el mayor exportador de vehículos hacia su vecino del norte, con una industria que había cerrado el año con una un aportación del 4.7% al PIB nacional y más de 107,965 millones de dólares en ingresos.

Lucien Pinto, CEO de Ford, resumía en diciembre el sentimiento generalizado de la industria: “La cadena de suministro es una parte crucial de la vida económica de nuestras naciones, y su interrupción no sería tan fácil de ejecutar”. Sin embargo, la decisión del presidente estadounidense desafía esa certeza.

Ford es, entre las grandes automotrices, la más expuesta a la medida, ya que cerca del 90% de su producción en México se destina al mercado estadounidense. Además, el país es clave para su abasto global de componentes: en 2024, alrededor de 79 millones de piezas fabricadas en México fueron enviadas a distintos destinos en el mundo.

La historia es similar para General Motors. Francisco Márquez, CEO de GM México, celebraba a finales de 2024 que la empresa se mantuviera como el mayor empleador del sector en el país, con más de 25,000 colaboradores, y que fuera el líder en producción y exportación de vehículos. “Nuestra red de proveeduría sigue siendo la más importante del país, con más de 620 proveedores en México, a los que les compramos más de 28,000 millones de dólares en partes y componentes en 2023”, dijo en ese momento.

Publicidad

Carlos Quezada, CEO de Stellantis México, también subrayaba la importancia de la industria local para la empresa, destacando su apuesta por la electrificación en Toluca y la producción de motores en Saltillo. Pero a diferencia de sus colegas, Quezada ya advertía de la incertidumbre que podría traer el cambio de gobierno en Estados Unidos.

“El cambio de gobierno en Estados Unidos, que es un cambio importante a partir de enero. Aspectos como los aranceles y otros temas relevantes podrían impactar la estructura de producción y exportación de las compañías que ensamblamos y exportamos a ese país”, reconocía en su discurso.

Pero lo que parecía un escenario improbable se materializó este sábado. La decisión de Donald Trump de imponer un arancel del 25% a todas las exportaciones mexicanas sacudió a la industria automotriz, un sector que depende en gran medida del comercio transfronterizo y que en los últimos 30 años había evolucionado bajo la lógica de una economía regional integrada.

El golpe al modelo de integración regional

El golpe de los aranceles no es solo económico, sino simbólico. Trump busca usar esta medida como un mensaje de su política comercial y como una herramienta de presión en otros temas, como la migración y el combate al tráfico de drogas. En su primer mandato, la cancelación de la planta de Ford en San Luis Potosí sirvió como un trofeo político para su discurso de “America First”. Ahora, se espera que el presidente republicano busque otro anuncio de esa magnitud.

Las tres grandes de Detroit, y en general todas las armadoras, han guardado silencio tras el anuncio de Trump. No es para menos, la estructura de la industria automotriz mexicana está diseñada para la exportación: los vehículos, motores y autopartes ensamblados en el país cruzan la frontera múltiples veces antes de su ensamblaje final en Estados Unidos. De los 20 complejos de manufactura de vehículos ligeros y las más de 2,000 plantas de autopartes en México, la gran mayoría está orientada al mercado estadounidense.

La imposición de aranceles pone en entredicho la efectividad del T-MEC, un tratado que el propio Trump renegoció para fortalecer el comercio regional. Durante décadas, la integración de la industria automotriz en América del Norte ha permitido optimizar costos y tiempos de producción, convirtiendo a la región en un bloque altamente competitivo frente a Europa y Asia.

Según datos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), de 1993 a 2023, el PIB del sector creció más del doble que el PIB manufacturero y el nacional, impulsado por una estrategia basada en la competitividad y la eficiencia. Sin embargo, la nueva política comercial de Washington podría forzar a las empresas a replantear su estructura de producción.

Algunas automotrices podrían optar por trasladar parte de su manufactura a Estados Unidos para evitar los aranceles, aunque esto implicaría un aumento significativo en costos laborales y de operación. Otras podrían buscar diversificar sus exportaciones hacia otros mercados, aunque la dependencia del sector hacia Estados Unidos dificulta esa transición en el corto plazo.

En México, los efectos serán profundos. La manufactura automotriz, que genera más de un millón de empleos, enfrenta una incertidumbre que podría afectar futuras inversiones. La producción de vehículos y autopartes, un pilar de la economía en estados como Coahuila, Guanajuato, Aguascalientes, Puebla, Nuevo León, Chihuahua y Querétaro, podría resentir una caída en la demanda, afectando directamente a miles de trabajadores.

El impacto no solo se sentirá en México. En Estados Unidos, la industria automotriz depende de insumos mexicanos para mantener bajos los costos de producción. Según la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA), un automóvil vendido en el país vecino tiene, en promedio, un 25% de componentes fabricados en México. Con la nueva tarifa arancelaria, los precios de los autos nuevos podrían aumentar en al menos 3,000 dólares, y las proyecciones de la Industria Nacional de Autopartes (INA) apuntan a una reducción de un millón de unidades vendidas en 2025.

El encarecimiento de los vehículos podría generar un freno en el mercado automotriz estadounidense, afectando tanto a los consumidores como a los propios fabricantes. Para las automotrices, la disyuntiva es clara: o absorben el costo del arancel, reduciendo márgenes de ganancia, o lo trasladan a los clientes, afectando la demanda. Ninguna de las opciones es atractiva.

Las armadoras, que hasta hace unas semanas celebraban su estabilidad, hoy enfrentan una de las mayores pruebas después de la pandemia de 2020. Con la incertidumbre en aumento, la pregunta es si la industria automotriz mexicana resistirá el embate.

Publicidad

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad