Los Detroit Three han integrado de manera significativa su producción en la región. Un ejemplo es el Ford Mach-E, ensamblado en Cuautitlán, Estado de México, que tiene un 78% de contenido mexicano y un 13% de Estados Unidos y Canadá, superando con holgura el umbral del T-MEC.
El miércoles, la presidenta de GM, Mary Barra; el CEO de Ford, Jim Farley; el presidente de Ford, Bill Ford, y el líder de Stellantis, John Elkann, participaron en la negociación telefónica con Trump que logró la exención temporal para los vehículos que cumplan con las reglas del tratado comercial. Pero no todas las automotrices se benefician de la exención.
No todos los autos cumplen
Marcas premium como BMW quedan expuestas, ya que sus modelos ensamblados en México no alcanzan el nivel de integración requerido. Según datos de la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA), el BMW M2, producido en San Luis Potosí, tiene apenas 15% de contenido mexicano y 6% de Estados Unidos y Canadá, por lo que no cumple con el 75% establecido en el T-MEC.
En 2021, Harald Gottsche, presidente y CEO de BMW Group Planta San Luis Potosí, reconoció en entrevista con Expansión que la empresa optó por pagar el arancel de 2.5% para exportar los modelos producidos en México a Norteamérica.
Actualmente, alrededor del 40% de la producción de la planta mexicana se envía a Estados Unidos, pero con la nueva medida, el arancel aumentará del 2.5% al 25%.
Mercedes-Benz enfrenta una situación similar. Su modelo GLB, fabricado en la planta COMPAS, tiene solo 10% de contenido mexicano y 0% de Estados Unidos o Canadá, lo que lo deja fuera de la exención. Hoy, el 28% de la producción de GLB hecho en la planta mexicana se exporta al mercado estadounidense.
Entre las marcas de volumen, Toyota parece ser la más expuesta: su nueva generación de la pickup Tacoma tiene entre 55% y 65% de contenido regional, quedando por debajo del umbral del T-MEC, según datos de la NHTSA. Más del 90% de la producción mexicana de este modelo se exporta a Estados Unidos.
Los vehículos fabricados en México por otras marcas asiáticas, como Honda, Mazda, Nissan y Kia, cumplen con el contenido regional establecido en el T-MEC, por lo que también estarán exentos de aranceles durante un mes.
La Alianza para la Innovación Automotriz, que representa a casi todos los fabricantes en Estados Unidos, excepto Tesla, ha instado a Trump a retirar los aranceles permanentemente para los vehículos que cumplan con el T-MEC.
Trump ha insistido en que devolverá el brillo a la industria automotriz estadounidense, pero la realidad es que la suma de presiones laborales, aranceles y competencia extranjera sigue complicando el panorama, sobre todo para las tres armadoras estadounidenses.
Las tres marcas de Detroit ya tenían problemas antes de los aranceles. En 2023, enfrentaron una fuerte huelga del sindicato United Auto Workers (UAW), lo que las dejó en desventaja frente a fabricantes asiáticos y europeos que producen autos en el sur de Estados Unidos, donde no hay sindicatos fuertes.
El mes pasado, el director ejecutivo de Ford, Jim Farley, advirtió que los aranceles del 25% a México y Canadá "abrirían un agujero" en la industria automotriz estadounidense. "Lo que estamos viendo es un gran costo, un gran caos".
S&P Global prevé que los fabricantes estadounidenses podrían perder hasta un 17% de sus beneficios anuales si los aranceles se mantienen.
"No a los aranceles espejo"
Gabriel Padilla, director de la Industria Nacional de Autopartes (INA), ya observaba como inviable sostener la producción automotriz en la región ante el aumento en costos que significarían los aranceles y que resultaría en un impacto directo para la competitividad de la región en un contexto en donde Asia, especialmente China, lidera la manufactura del sector.
“Lo que va a ser inviable es sostener costos competitivos en una región que ha demostrado haber construido esa solidez en una industria altamente generadora de empleo, de impacto, de desarrollo regional”, dijo.
El Gobierno de México ha dicho que responderá a la medida este domingo, lo que ha encendido alertas ante posibles represalias comerciales. Sin embargo, el sector busca evitar una guerra comercial. “Anunciar aranceles como medida de represalia no tendría que ser una respuesta por parte del gobierno. Abonamos y solicitamos que no sea el inicio de una guerra comercial. La industria no busca una guerra comercial. Busca un entendimiento”, concluyó.